viernes, 14 de octubre de 2011

Manuel Álvarez Ortega






Pero has caído, piedra o ave cegada por el Tiempo.
De todo tu esplendor solo queda el recuerdo vacío,
el acto incompleto de revivir aquellos días cuando
te alzabas de la raíz materna que a solas me nutría,
cuando una luz sulfúrica, un viento aterrador,
una letal blancura se extendía por un valle de huesos
y pobreza, cuando -ardiente- tu llanto flameaba
sobre mi exilio, encadenando sucesos, cerrando
los círculos de mi vida, cada gota de mi oscuridad
compartida con mil seres distintos, míos, únicos
testigos de un nocturno episodio que no se repetirá nunca.
Has caído. De ti sólo queda el eco de tu edad,
tu patria perseguida, un fuego subterráneo, un ruido
como una sal caliente que aún conserva la huella
de mi paso por ese descompuesto mundo: una mortaja,
una piedra erigida, una cruz oxidada, una reja
indiferente a tu exterminio y un redondel de hierba
que deja pasar la luz coronada de amargura.

Manuel Álvarez Ortega, Córdoba, España, 1923
de Despedida en el tiempo, 1955
imagen: M. Álvarez Ortega en Santa Paula, 1949
autorizada por la Licencia de documentación libre de GNU

lunes, 10 de octubre de 2011

Lawrence Ferlinghetti





Leyendo a Yeats no pienso
en Irlanda
sino en New York en pleno verano
y en mí mismo en aquellos tiempos
leyendo aquel libro que me encontré
en el El* de la Tercera Avenida
el El
con sus abanicos espantamoscas y sus letreros que decían
PROHIBIDO ESCUPIR
el El
bamboleándose en su mundo de tercer piso
con su gente de tercer piso
en sus puertas de tercer piso
con aire de no haber oído nunca
hablar del suelo
una anciana
regando su planta
o un tipo con sombrero de paja
poniendo un alfiler en su corbata a rayas
y luciendo como si no tuviera otro sitio adonde ir
salvo coneyisland
o un sujeto en camiseta
meciéndose en su mecedora
viendo pasar el El
como si esperase que fuera distinto
cada vez
Leyendo a Yeats no pienso
en Arcadia
y sus bosques, que Yeats creía muertos
pienso en cambio
en todos los rostros idos
bajando en un lugar del centro
con sus sombreros y sus empleos
y en aquel libro perdido que yo tenía
con su tapa azul y su guarda blanca
donde un lápiz había escrito
¡PASA DE LARGO, JINETE!


* El: La “Third Avenue Elevated”, línea de trenes elevados interurbanos que operaba en Manhattan y el Bronx. La línea fue gradualmente desmantelada a partir de la década de 1950, hasta eliminarse el último servicio, el del Bronx, en 1973.

Lawrence Ferlinghetti, Estados Unidos, 1919
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: The Third Avenue El


Reading Yeats I do not think...

Reading Yeats I do not think
of Ireland
but of midsummer New York
and of myself back then
reading that copy I found
on the Thirdavenue El
the El
with its flyhung fans and its signs reading
SPITTING IS FORBIDDEN
the El
careening thru it thirdstory world with its thirdstory people
in their thirdstory doors
looking as if they had never heard
of the ground
an old dame
watering her plant
or a joker in a straw
putting a stickpin in his peppermint tie
and looking just like he had nowhere to go
but coneyisland
or an undershirted guy
rocking in his rocker
watching the El pass by
as if he expected it to be different
each time
Reading Yeats I do not think
of Arcady
and of its woods which Yeats thought dead
I think instead
of all the gone faces
getting off at midtown place
with their hats and their jobs
and of that lost book I had
with its blue cover and its white inside
where a pencil had written
HORSEMAN, PASS BY!


jueves, 6 de octubre de 2011

Roberto Juarroz


7

Cada uno se va como puede,
unos con el pecho entreabierto,
otros con una sola mano,
unos con la cédula de identidad en el bolsillo,
otros en el alma,
unos con la luna atornillada en la sangre
y otros sin sangre, ni luna, ni recuerdos.

Cada uno se va aunque no pueda,
unos con el amor entre dientes,
otros cambiándose la piel,
unos con la vida y la muerte,
otros con la muerte y la vida,
unos con la mano en su hombro
y otros en el hombro de otro.

Cada uno se va porque se va,
unos con alguien trasnochado entre las cejas,
otros sin haberse cruzado con nadie,
unos por la puerta que da o parece dar sobre el camino,
otros por una puerta dibujada en la pared o tal vez en el aire,
unos sin haber empezado a vivir
y otros sin haber empezado a vivir.

Pero todos se van con los pies atados,
unos por el camino que hicieron,
otros por el que no hicieron
y todos por el que nunca harán.

Roberto Juarroz, Bs. As., Argentina, 1925-1995
de “Segunda Poesía Vertical”
imagen: s/d

martes, 4 de octubre de 2011

Eugenio Montejo



Acacias

                                        En la gélida noche rugen los huracanes.
                                                                “A Diotima” —Hölderlin


Estremecidas como naves
acacias emergidas de un paisaje antiguo
y no obstante batidas en su fuego
bajo la negra luz de atardecida
yo miro yo asisto
a este mínimo esplendor tan denso
yo palpo
la intermitencia de las arboladuras
su fuego girante delirante
enmarcadas en un éxtasis grave
como desposeídas lanzadas al abismo
así de grande
en un follaje poblado de sombras agitadas
las miro
frente a la piedad de mis ojos
bajo los huracanes de la Noche.

Eugenio Montejo, Caracas, Venezuela, 1938 – Valencia, España, 2008
imagen: s/d


Canción

Cada cuerpo con su deseo
y el mar al frente.
Cada lecho con su naufragio
y los barcos al horizonte.

Estoy cantando la vieja canción
que no tiene palabras.
Cada cuerpo junto a otro cuerpo,
cada espejo temblando en la sombra
y las nubes errantes.

Estoy tocando la antigua guitarra
con que los amantes se duermen.
Cada ventana en sus helechos,
cada cuerpo desnudo en su noche
y el mar al fondo, inalcanzable.

Eugenio Montejo, Caracas, Venezuela, 1938 – Valencia, España, 2008

domingo, 2 de octubre de 2011

Ezra Pound




¡Oh, minoría indefensa de mi patria,
oh, remanente esclavizado!

Artistas que chocáis contra ella,
descarriados, perdidos en los pueblos,
recelados, criticados,

amantes de la belleza, hambrientos,
decepcionados con los sistemas,
impotentes ante el control;

vosotros que no sabéis agotaros
insistiendo hasta triunfar,
vosotros que sólo sabéis hablar,
que no sabéis concentraros en la reiteración;

vosotros, de una sensibilidad más fina,
que chocáis contra el falso conocimiento,
vosotros que podéis saber de primera mano,
odiados, cercados, recelados,

pensad:
yo he capeado la tormenta,
yo he vencido mi exilio.

Ezra Loomis Pound, Idaho, Estados Unidos, 1885 –Venecia, Italia, 1972
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Ezra Pound, fotografía de Richard Avedon


The rest

O helpless few in my country,
O remnant enslaved!

Artists broken against her,
A-stray, lost in the villages,
Mistrusted, spoken-against,

Lovers of beauty, starved,
Thwarted with systems,
Helpless against the control;

You who can not wear yourselves out
By persisting to successes,
You who can only speak,
Who can not steel yourselves into reiteration;

You of the finer sense,
Broken against false knowledge,
You who can know at first hand,
Hated, shut in, mistrusted:

Take thought:
I have weathered the storm,
I have beaten out my exile.



La zambullida

Quisiera bañarme en extrañeza:
¡estas comodidades amontonadas sobre mí
me asfixian!
¡Me consumo, ardo tanto por lo nuevo,
nuevos amigos, nuevas caras,
lugares!
Oh, estar fuera de esto,
esto que es todo lo que quería
— menos lo nuevo.

¡Y tú,
amor, tú la muy, la más deseada!
¿No detesto todas las paredes, las calles, las piedras,
todo barro, bruma, niebla,
toda clase de tráfico?
A ti, te quisiera fluyendo hacia mí como el agua,
¡oh, pero lejos de esto!
Hierba y llanos y colinas
y sol,
¡oh, bastante sol!
¡Lejos y solo, entre alguna
gente extraña!

Ezra Loomis Pound, Idaho, Estados Unidos, 1885 –Venecia, Italia, 1972
Versión © Gerardo Gambolini


The Plunge

I would bathe myself in strangeness:
These comforts heaped upon me, smother me!
I burn, I scald so for the new,
New friends, new faces,
Places!
Oh to be out of this,
This that is all I wanted
—save the new.

And you,
Love, you the much, the more desired!
Do I not loathe all walls, streets, stones,
All mire, mist, all fog,
All ways of traffic?
You, I would have flow over me like water,
Oh, but far out of this!
Grass, and low fields, and hills,
And sun,
Oh, sun enough!
Out, and alone, among some
Alien people!

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Julio Cortázar




En la bóveda de la tarde cada pájaro es un punto del recuerdo.
Asombra a veces que el fervor del tiempo
vuelva, sin cuerpo vuelva, ya sin motivo vuelva;
que la belleza, tan breve en su violento amor
nos guarde un eco en el descenso de la noche.

Y así, qué más que estarse con los brazos caídos,
el corazón amontonado y un sabor de polvo
que fue rosa o camino.
El vuelo excede el ala.
Sin humildad, saber que esto que resta
fue ganado a la sombra por obra de silencio;
que la rama en la mano, que la lágrima oscura
son heredad, el hombre con su historia,
la lámpara que alumbra. 

Julio Cortázar, Bruselas, 1914 – París, 1984
imagen: s/d

domingo, 25 de septiembre de 2011

Silvia Camerotto



Resabios

Cómo es esta noche todavía
Si las noches
si los momentos van a alguna parte
donde lo encuentre como se encuentra su voz
en mi cabeza con sus altos y sus bajos
con su voluntad inocua para semejantes fauces
La intolerancia metida dentro de una botella
que perfuma mi estudio cuando trabajo
cuando marco un número de teléfono
para pedir ayuda pero nunca lo que deseo que ocurra
Es extraño mirarse después que ha pasado el lugar
y ver que en el lugar ya no está la persona
pero el hueco que ocupaba sigue lleno
como si fuera posible estar al mismo tiempo
en el norte y en el sur
como si los débiles marcos que contienen las miradas
hubieran crecido de golpe
amontonados en el mismo centro de la cosa
Tanta incontinencia
Tanto asombro

Silvia Camerotto, Buenos Aires, Argentina, 1959


viernes, 23 de septiembre de 2011

Edgar Bayley // 3 poemas



cambio de estación

los ruidos de la calle
tan diversos
la agitación del follaje
de los árboles cercanos
el ir y venir de las hormigas
el fin del verano
ponen un orden nuevo
en el peldaño
el estribo
en la cabellera de la noche

un balcón entreabierto
la luz crece como un río
rodando por escaleras
es el primer paso del sueño
en la fogata lejana

un hombre camina solo
se detiene a ratos
observa
escucha una risa
la fiesta está por comenzar
y baila finalmente
con la mujer que lo llamaba en sueños
en la luz y el aire
y en la noche despierta



cuando alguien me escribe yo le escribo
cuando alguien me piensa yo lo pienso
cuando alguien me olvida yo lo olvido
tengo mi corazón la mano la araucaria
alianza y comunión
es mi destino

navego otra vez
este mar me lleva hacia mis bodas
brillo y oscuridad
llego nadando



ahora que viví entre dos labios
ahora me doy cuenta que no es nada
que no es nada cantar cuando se han ido
que no es nada tanto ambiguo color tanta pereza
pisar mi ambigüedad mi gallo insomne
equivocar mi bandera y mi osamenta
ahora que viví oculto abajo
ahora me doy cuenta que no es nada
mirar hacia el fondo si ha quedado
la muerte al fin trajeada de ambrosía
ahora que viajé de noche solo
y subí de un salto a la colina
ahora me doy cuenta que no es nada
pensar que mañana o que pasado
me doy cuenta claramente que no es nada
que no es nada el desamparo y la volanta
que no es nada no haber visto
haber quedado en tanto imaginar y no haber sido
ahora me doy cuenta que no es nada
ahora que miré a mi hermano cara a cara
y le vi el perdón y la pobreza
me doy cuenta claramente que su avío
que su modal su lucha se despegue
anuncian por estanques y por cuartos y burbujas
la prenda venidera el duro filamento de ser hombre

Edgar Bayley, Argentina, 1919-1990



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Henriqueta Lisboa // Mario Quintana





La muerte es limpia.
Cruel pero limpia.

Con sus delantales de lino
– criada – friega los vidrios.
Tiene puños ágiles y esponjas.
Abre las ventanas, el aire se precipita,
inaugural, dentro de las salas.
Había huellas digitales en los muebles,
motas de polvo en la rendija de las cerraduras.

Pero todo volvió a ser como antes de la carne
y su desorden.

Henriqueta Lisboa, Brasil, 1901-1985
Versión © Gerardo Gambolini


Restauradora

A morte é limpa.
Cruel mas limpa.

Com seus aventais de linho
— fâmula — esfrega as vidraças.
Tem punhos ágeis e esponjas.
Abre as janelas, o ar precipita-se
inaugural para dentro das salas.
Havia impressões digitais nos móveis,
grãos de poeira no interstício das fechaduras.

Porém tudo voltou a ser como antes da carne
e sua desordem.



El peregrino descontento

Íbamos de caminata. El santo y yo.
En ese tiempo se decía: íbamos de alejada...
Y eso lo explicaba todo, porque viajábamos lejos, lejos...
Íbamos, pues, el santo, yo, y otros.
Era un santo tan frívolo que vivía haciendo milagros.
Yo, nada...
Resucitó una flor marchita y un niño muerto
y transformó una piedra, al borde del camino,
en una flor de loto.
(¿Por qué una flor de loto?)
Un día llegamos al fin de la peregrinación.
Dios, entonces,
decidió mostrar que él también sabía hacer milagros:
¡el santo desapareció!
¿Pero cómo? ¡No sé! Desapareció, allí mismo, delante de nuestros ojos que la tierra ya se comió.
Y nosotros nos postramos en tierra y adoramos al señor Dios todopoderoso.
Y nos fue concedida la vida eterna: ¡esto!
Dios es así.

Mario Quintana, Brasil, 1906-1994
Versión © Gerardo Gambolini


O peregrino malcontente

Íamos de caminhada. O santo e eu.
Naquele tempo dizia-se: íamos de longada...
E isso explicava tudo, porque longa, longa era a viagem...
Íamos, pois, o santo, eu, e outros.
Ele era um santo tão fútil que vivia fazendo milagres.
Eu, nada...
Ele ressuscitou uma flor murcha e uma criança morta
E transformou uma pedra, na beira da estrada,
Em flor de lótus.
(Por que flor de lótus?)
Uma dia chegamos ao fim da peregrinação.
Deus, então,
Resolveu mostrar que também sabia fazer milagres:
O santo desapareceu!
Mas como? Não sei! desapareceu, bem ali, diante dos nossos olhos que a terra já comeu!
E nós nos prostramos por terra e adoramos ao Senhor Deus todo-poderoso
E foi-nos concedida a vida eterna: isto!
Deus é assim.



lunes, 19 de septiembre de 2011

Dylan Thomas



En mi oficio o arte huraño

En mi oficio o arte huraño
ejercido en la calma de la noche
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todos sus pesares en los brazos,
a la luz cantarina yo trabajo
no por pan o ambición
o el alarde y el tráfico de encantos
en los teatros de marfil
sino por la simple paga
de sus más secretos sentimientos.

No al hombre altivo
aislado de la luna enfurecida
le escribo en estas páginas de espuma
ni a los muertos encumbrados
con sus salmos y ruiseñores
sino a los amantes -sus brazos
ciñendo los pesares de los tiempos-
que no ofrecen paga ni alabanzas
ni prestan atención a mi labor. 

Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d



In my craft or sullen art

In my craft or sullen art
Exercised in the still night
When only the moon rages
And the lovers lie abed 
With all their griefs in their arms,
I labour by singing light
Not for ambition or bread
Or the strut and trade of charms
On the ivory stages
But for the common wages
Of their most secret heart.

Not for the proud man apart
From the raging moon I write
On these spindrift pages
Nor for the towering dead
With their nightingales and psalms
But for the lovers, their arms
Round the griefs of the ages,
Who pay no praise or wages
Nor heed my craft or art.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Rafael Alberti




Hace falta estar ciego,
tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
cal viva,
arena hirviendo,
para no ver la luz que salta en nuestros actos,
que ilumina por dentro nuestra lengua,
nuestra diaria palabra.
Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
sin participación en los himnos futuros,
sin recuerdo en los hombres que juzguen en pasado sombrío de la Tierra.
Hace falta querer ya en vida ser pasado,
obstáculo sangriento,
cosa muerta,
seco olvido.

Rafael Alberti, España, 1902-1999
imagen: s/d

viernes, 16 de septiembre de 2011

Alberto Girri



Casi ninguna verdad,
el vacío
para sentirte seguro
contra la historia,
apóstata
por aconsejar la inconstancia,
la fatiga extrema,
la tempestad,
aunque los hombres no las amen,
por juzgarnos míseros
y tener la alta idea de ti
que no quieres
compartir nuestras debilidades,
por ser tú mismo endeble
y admirar las moscas,
extraña potencias
que ganan todas las batallas,
perturban el alma,
y devoran el resto,
por sustraerte al destino común
asomándote al abismo,
tu abismo, a tu izquierda,
y orar con un largo grito de terror,
por cerrarte a la claridad
mientras velas, implacable,
y exiges
que en esa Agonía
que durará hasta el fin del mundo
nadie se duerma,
por haberte ofrecido a Dios
tras anunciar que en todas partes
la naturaleza señala a un Dios perdido.
Casi ninguna verdad,
el vacío
y el morir solos
debajo de un poco de tierra.
Tuviste razón,
qué necios son estos discursos.

Alberto Girri, Buenos Aires, 1919-1991
imagen: Blaise Pascal [Public domain image]

jueves, 15 de septiembre de 2011

Coliseo




Entre la carne y el agua
un pelotón abigarrado
camino del hedor

y una tropa de cacería
igualmente despreciable. Sombras de sal
disputándose los cuerpos.

La primera pena de una tierra es el himno,
los votos de redención,
la sonrisa común innecesaria.

Yo amanezco hacia adentro diariamente,
avanzo diariamente hacia una cita privada y sin encanto,
hacia un eco desprovisto de un origen.


Gerardo Gambolini, Buenos Aires, Argentina, 1955
imagen: Cabildo y Plaza de la Victoria, 1877 
fuente: Archivo General de la Nación


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Carlos Drummond de Andrade




El culo, qué gracioso

El culo, qué gracioso.
Está siempre sonriendo, nunca es trágico.

No le importa lo que hay
al frente del cuerpo. El culo se basta y sobra.
¿Existe algo más? Tal vez los senos.
Aunque –murmura el culo– a esos muchachos
aún les queda mucho que estudiar.

El culo son dos lunas gemelas
en rotundo meneo. Anda por sí
en la cadencia mimosa, en el milagro
de ser dos en uno, plenamente.

El culo se divierte
por cuenta propia. Y ama.
En la cama se agita. Montañas
que se yerguen, se desploman. Olas batiendo
en una playa infinita.

Ahí va sonriendo el culo. Va feliz
en la caricia de ser y balancearse.
Esferas armoniosas sobre el caos.

El culo es el culo,
requeteculo.

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Ricardo Bada
imagen: mujeres de arena, Copacabana


A bunda, que engraçada

A bunda, que engraçada.
Está sempre sorrindo, nunca é trágica.

Não lhe importa o que vai
pela frente do corpo. A bunda basta-se.
Existe algo mais? Talvez os seios.
Ora – murmura a bunda – esses garotos
ainda lhes falta muito que estudar.

A bunda são duas luas gêmeas
em rotundo meneio. Anda por si
na cadência mimosa, no milagre
de ser duas em uma, plenamente.

A bunda se diverte
por conta própria. E ama.
Na cama agita-se. Montanhas
avolumam-se, descem. Ondas batendo
numa praia infinita.

Lá vai sorrindo a bunda. Vai feliz
na carícia de ser e balançar.
Esferas harmoniosas sobre o caos.

A bunda é a bunda,
rebunda.


Vida menor

La fuga de lo real,
más lejos aún, la fuga de lo fantástico,
más lejos del todo, la fuga de uno mismo,
la fuga de la fuga, el exilio
sin agua y sin palabra, la pérdida
voluntaria de amor y memoria,
el eco
ya sin corresponder al llamado, y éste que se disipa,
la mano volviéndose enorme y desapareciendo
desfigurada, todos los gestos finalmente imposibles,
si no inútiles,
lo innecesario del canto, la limpieza
del color, ni brazo a mover ni uña creciendo.
No la muerte, sin embargo.

Sino la vida: captada en su forma irreductible,
ya sin ornamento o comentario melódico,
vida a que aspiramos como paz en el cansancio
(no la muerte)
vida mínima, esencial; un comienzo; un sueño;
menos que tierra, sin calor; sin ciencia ni ironía;
lo menos cruel que se pueda desear: vida
en que el aire, no respirado, aun así me envuelva;
ningún gasto de tejidos; ausencia de ellos;
confusión entre mañana y tarde, ya sin dolor,
porque el tiempo ya no se divide en partes; el tiempo
eludido, domado.
No lo muerto ni lo eterno o lo divino,
sólo lo vivo, lo pequeñito, callado, indiferente
y solitario vivo.
Eso busco.

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Versión © Gerardo Gambolini



Vida menor

A fuga do real,
ainda mais longe a fuga do feérico,
mais longe de tudo, a fuga de si mesmo,
a fuga da fuga, o exílio
sem água e palavra, a perda
voluntária de amor e memória,
o eco
já não correspondendo ao apelo, e este fundindo-se,
a mão tornando-se enorme e desaparecendo
desfigurada, todos os gestos afinal impossíveis,
senão inúteis,
a desnecessidade do canto, a limpeza
da cor, nem braço a mover-se nem unha crescendo.
Não a morte, contudo.

Mas a vida: captada em sua forma irredutível,
já sem ornato ou comentário melódico,
vida a que aspiramos como paz no cansaço
(não a morte),
vida mínima, essencial; um início; um sono;
menos que terra, sem calor; sem ciência nem ironia;
o que se possa desejar de menos cruel: vida
em que o ar, não respirado, mas me envolva;
nenhum gasto de tecidos; ausência deles;
confusão entre manhã e tarde, já sem dor,
porque o tempo não mais se divide em seções; o tempo
eludido, domado.
Não o morto nem o eterno ou o divino,
apenas o vivo, o pequenino, calado, indiferente
e solitário vivo.
Isso eu procuro.

martes, 13 de septiembre de 2011

César Vallejo






Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,
de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua,
al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser un poquillo de malo
y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo y también quiero muchísimo
lavarle al cojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah, querer, éste, el mío, éste, el mundial,
interhumano y parroquial, provecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo, en su rumor craneano, impávido
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. 

Quiero, para terminar,
cuando estoy al borde célebre de la violencia 
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
ayudarle a matar al matador -cosa terrible-
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.

César Vallejo, Santiago de Chuco, Perú, 1892 – París, 1938
imagen: César Vallejo en París

lunes, 12 de septiembre de 2011

2 salteños

Julio Santos Espinosa - José Juan Botelli


 
A veces sigo a mi sombra,
a veces viene detrás,
pobrecita si me muero
con quién va a andar.

No es que se vuelque mi vino,
lo derramo de intención.
Mi sombra bebe y la vida
es de los dos.

Achatadita y callada
dónde podrás encontrar,
una sombra compañera
que sufra igual.

Sombrita cuídame mucho
lo que tenga que dejar,
cuando me moje hasta adentro
la oscuridad.   

A veces sigo a mi sombra,
a veces viene detrás,
pobrecita si me muero
con quién va a andar.

Julio Santos Espinosa, Salta, Argentina, 1928-1989

  

A los veinte años era otro, creía
por entonces que nada se gastaba,
sin sospechar de nada, no sabía
que el tiempo es el eterno y yo pasaba.

En el suelo del viejo cementerio
vi pelos, dientes, ropas, sortilegios
el viejo mecanismo del misterio
en donde mueren todos los prestigios.

Después, no creí en la edad, lo joven
o lo viejo, lo vivo o lo muerto,
se fomentó en mi pesar que es cierto

que un alma está pasando en lo que ven
mis ojos, en lo que le va ocurriendo
a éste que se va en el que está siendo.

José Juan Botelli, Salta, Argentina, 1923-2010

sábado, 10 de septiembre de 2011

Bertolt Brecht




Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
matemáticas?
¿Para qué?, quisiera contestarle. De que dos pedazos de pan
son más que uno
ya te darás cuenta.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender francés?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Esa nación se hunde.
Señálate la boca y la tripa con la mano,
que ya te entenderán.
Mi hijo pequeño me pregunta: ¿Tengo que aprender
historia?
¿Para qué?, quisiera contestarle. Aprende a esconder la
cabeza en la tierra
y acaso te salves.

¡Sí, aprende matemáticas, le digo,
aprende francés, aprende historia!

Bertolt Brecht, Alemania, 1898-1956
imagen: s/d



Huyendo de mis compatriotas
he llegado a Finlandia. Amigos
que ayer no conocía disponen camas para mí
en un cuarto limpio. Por la radio
oigo las noticias sobre el triunfo de la escoria humana. Con
curiosidad
considero el mapa de la tierra. Arriba, por Laponia,
hacia el mar Ártico,
todavía veo una pequeña puerta.

Bertolt Brecht, Alemania, 1898-1956


Generaciones marcadas                  

Mucho antes de que aparecieran sobre nosotros los
bombarderos  
ya eran nuestras ciudades
inhabitables. La inmundicia
no se la llevaban
las cloacas.

Mucho antes de que cayéramos en batallas sin objeto
tras cruzar las ciudades que aún quedaban en pie,
eran ya nuestras mujeres
viudas, y huérfanos nuestros hijos.

Mucho antes de que nos arrojaran a las fosas los que ya se
habían marcado,
ya carecíamos de amigos. Lo que la cal
nos comió no eran ya rostros.

Bertolt Brecht, Alemania, 1898-1956

De Bertolt Brecht, Poemas y canciones, Alianza Editorial (1968)
Versiones españolas de Jesús López Pacheco sobre la traducción directa del alemán de Vicente Romano.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Hans Magnus Enzensberger





Porque el instante
en que la palabra feliz
se pronuncia
no es nunca el instante de la felicidad.
Porque los labios del sediento
no hablan de sed.
Porque por boca de la clase obrera
nunca oiréis la palabra clase obrera.
Porque el desesperado
no tiene ganas de decir
estoy desesperado.
Porque orgasmo y Orgasmo
son incompatibles.
Porque el moribundo, en lugar de decir,
me estoy muriendo
no emite más que un ruido sordo
que nos resulta incomprensible.
Porque los vivos
son los que rompen el tímpano de los muertos
con sus terribles noticias.
Porque las palabras acuden siempre demasiado tarde
o demasiado pronto.
Porque de hecho es otro,
siempre otro,
el que habla,
y porque aquel de quien se habla
calla.


H. Magnus Enzensberger, Alemania, 1929
de El hundimiento del Titanic [der Untergang der Titanic]
traducción de Heberto Padilla
imagen: s/d


A quien le interese el tema, el Editor recomienda el artículo de Charlotte Frei, “El traductor de poesía según Hans Magnus Enzensberger”, http://www.trans.uma.es/Trans_5/t5_111-124_CFrei.pdf
Asimismo, se recomienda la versión completa de El hundimiento del Titanic, en http://www.bsolot.info/wp-content/uploads/2011/02/Enzensberger_Hans_Magnus-El_hundimiento_del_Titanic.pdf 

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Jacobo Fijman // 3 poemas




El Otro

Tarde de invierno.
Se desperezan mis angustias
como los gatos;
se despiertan, se acuestan;
abren sus ojos turbios
y grises;
abren sus dedos finos
de humedad y silencios detallados.

Bien  dormía mi ser como los niños,
¡y encendieron sus velas los absurdos!

Ahora el Otro está despierto;
se pasea a lo largo de mi gris corredor
y suspira en mis agujeros
y toca en mis paredes viejas
un sucio desaliento frío.

¡La esperanza juega a las cartas
con los absurdos!

Terminan la partida
tirándose pantuflas.

Es muy larga la noche del corazón.

Jacobo Fijman, Orhei, Besarabia, 1898 – Buenos Aires, 1970
De Molino Rojo (1926)



Agua de sol,
cencerros de horizontes
enlazaban la intensidad
armónica
de nuestros cuerpos
claros y vigorosos,
en plenitud de luces infinitas.

Sones de llamas
en el aire rosado;
jadear de bosques y expansión de mares.
¡La danza de la tierra!
¡La sinfonización del universo!

Y repicaban los paisajes;
agua de sol,
cencerros de horizontes.

¡La alegría del mundo
en el pecho redondo de la tarde!

Jacobo Fijman, Orhei, Besarabia, 1898 – Buenos Aires, 1970
De Molino Rojo (1926)



Cavar, cavar los ojos enarenados como se ahuecan los cuellos largos de los pozos.
Cerrados en implacables soledades.

Excavo la bienaventuranza.
Cruzas llanuras
y acaecen palomas entre las manchas negras de las quejas.
Siento en mis ojos las anguilas fuera de sí de los silencios montañeses.

Jacobo Fijman, Orhei, Besarabia, 1898 – Buenos Aires, 1970
De Hecho de estampas (1929)



martes, 6 de septiembre de 2011

Manuel Álvarez Ortega




Como un recordatorio que no fue escrito

Hemos puesto nombrea este artificio
que engendra nuestro vivir. Hemos dicho amor y no era
sino una torpe sustitución
de maleficios y aventuras
que estaban escritos en nosotros desde antes de nacer.
Hemos llamado verdad a este ofertorio
de sucesos interiores que se alimentan de voces
nunca oídas, contratiempos
oscuros, pacíficos venenos.

Ah todo trabajo de la carne
es un justo improperio en nuestra breve
temporalidad. Crece el mal
abriendo compuertas cuyo existir desconocíamos,
canalizando sus puñales
en muy distintas direcciones,
apuntando hacia una víctima que sólo en nosotros
se configura.

A veces, cuando el calor huye
de otros cuerpos y nos da la respuesta,
intentamos asegurar nuestro poder, creamos
un trópico de maldiciones, y, en esta nueva travesía,
escribirnos el testamento
que muchos siglos después,
se alzará, seguro, con la victoria.

Será el ser un día
en su última máscara reconocido,
y saliendo de los escombros que lo coronan,
contará sus oráculos
de sombra, el beneficio que ha obtenido del préstamo
en que se constituyó. será de nuevo el muro
que quiso sustentar, el alba
antípoda de su memoria,

y en su fugaz etapa, llave
que la tiniebla apartará, mortal
perpetuo, como un recordatorio que no fue escrito,
así el espectáculo de sus mitos
entre los requiems y las palmas ennegrecidas
se ofrecerá, y, templo visitado
por las hormigas, el olvido extenderá el sudario
que nunca podrá hablar
de eternidad

Manuel Álvarez Ortega, Córdoba, España, 1923
imagen: s/d



Se hizo la imagen en el espejo
y, como anuncio de unas leyes
que nunca nos serían reveladas, vimos la vejez
oscurecerse bajo la sábana,
nacer cierto maleficio entre las cosas,
decir el tiempo adiós
en nuestra cruz sola.

Arañas las manos, torpe
penumbra cerrándose en la boca,
¿qué valía una palabra, un signo, si la hora
sembraba la ceniza de la muerte?
¿Qué valía una verdad, la tizne del perdón,
si el rostro era ya exilio y huía
perseguido por un coro de sordos, inmortales
cuchillos?

Quien ha oído abrirse la cerradura
del dolor, quien ha tocado una frente
con desesperación y puesto
el luto de sus años en una piel ardida, sabe
que, cuando llega el día,
del amor sólo queda una marca de salitre,
un negro olvido.

Pues todo amor siempre se rodea
de mitos y desgracias, siembra su lluvia
de veneno en nuestra carne o edifica sus ruinas
para una eternidad que no puede ser obra
de una posesión
que nunca se conoce.

Manuel Álvarez Ortega, Córdoba, España, 1923

sábado, 3 de septiembre de 2011

Gösta Ågren



                            Lo que es pensable es también posible.
                            —Ludwig Wittgenstein


Pienso la palabra nada. La nada
no es posible y no puede
ser pensada, pero tenemos palabras,
¡nuestro único poder! Con dioses
nos han protegido de la muerte;
con historias, de la vida.
Después llegó el hechizo
matemático de la ciencia,
pero pronto descubrimos
que la lógica no es libertad,
que ninguna ecuación llega
a esos espacios psíquicos
donde vivimos. Solo tenemos palabras
otra vez.


                            Lo público lo oscurece todo y da lo así encubierto por lo sabido y accesible a todos.
                            —Martin Heidegger


En un campo sin años
se alzaron las espadas, fríos
rayos de acero contra
el enemigo, pero el movimiento

era lento y simbólico bajo
el suave mármol de la luna,
donde estatuas casi animadas
por su sueño

acariciaban al ser. Aquí,
en la tierra que limita
con la infancia y el cosmos,
tú estabas solo y eras universal

antes de que el pensamiento “yo”
hiciera de ti uno
de tantos.


                            El lenguaje disfraza los pensamientos.
                            —Ludwig Wittgenstein


El trabajo del escritor es
leer libros no escritos.
Inclinado como una señal
sobre la mesa, volcado
hacia adentro, consume la luz
y la sombra de su ser. Los días
discurren como imágenes
por una cámara sin
película, mientras abre
papel tras papel.
No escribe pensamientos;
va a tientas con las palabras.

Durante días sin horas
y por valles sin mapas
va buscando esos poemas
que los pensamientos
ocultan.

Gösta Ågren, Nykarleby, Finlandia, 1936
Poemas de Aquí, en el ojo ciego del huracán (2006)
Traducción del sueco de Renato Sandoval Bacigalupo


miércoles, 31 de agosto de 2011

Manuel Bandeira





Las ruedas rechinan en la curva de las vías
Inexorablemente.
Pero yo salvé de mi naufragio
Los elementos más cotidianos.
Mi cuarto resume el pasado de todas las casas que habité.

Dentro de la noche
En el duro corazón de la ciudad
Me siento protegido.
Desde el jardín del convento
llega el canto de la lechuza.
Dulce como arrullo de paloma.
Sé que mañana al despertar
Oiré el martillo del herrero
batir vigoroso su cántico de certezas.

Manuel Bandeira, Brasil, 1886-1968
imagen: Manuel Bandeira, por Candido Portinari
Versión © Gerardo Gambolini


O Martelo

As rodas rangem na curva dos trilhos
Inexoravelmente.
Mas eu salvei do meu naufrágio
Os elementos mais cotidianos.
O meu quarto resume o passado em todas as casas
que habitei.

Dentro da noite
No cerne duro da cidade
Me sinto protegido.
Do jardim do convento
Vem o pio da coruja.
Doce como arrulho de pomba.
Sei que amanhã quando acordar
Ouvirei o martelo do ferreiro
Bater corajoso o seu cântico de certezas.



Si quieres sentir la felicidad de amar, olvida tu alma.
El alma es lo que arruina el amor.
Sólo en Dios puede hallar satisfacción.
No en otra alma.
Sólo en Dios — o fuera del mundo.

Las almas son incomunicables.

Deja a tu cuerpo entenderse con otro cuerpo.

Porque los cuerpos se entienden, pero las almas no.

Manuel Bandeira, Brasil, 1886-1968
Versión © Gerardo Gambolini


Arte de amar

Se queres sentir a felicidade de amar, esquece a tua alma.
A alma é que estraga o amor.
Só em Deus ela pode encontrar satisfação.
Não noutra alma.
Só em Deus — ou fora do mundo.

As almas são incomunicáveis.

Deixa o teu corpo entender-se com outro corpo.

Porque os corpos se entendem, mas as almas não.



Cuando pasó el cortejo
Los hombres que estaban en el café
se quitaron el sombrero de manera maquinal
Saludaban al muerto distraídos
Estaban todos entregados a la vida
Absortos en la vida
Confiados en la vida.

Uno, sin embargo, se lo quitó con un gesto lento y demorado
Mirando largamente el ataúd
Ése sabía que la vida es una agitación feroz y sin objeto
Que la vida es traición
Y saludaba a la materia que pasaba
Liberada para siempre del alma extinta.

Manuel Bandeira, Brasil, 1886-1968
Versión © Gerardo Gambolini


Momento num café

Quando o enterro passou
Os homens que se achavam no café
Tiraram o chapéu maquinalmente
Saudavam o morto distraídos
Estavam todos voltados para a vida
Absortos na vida
Confiantes na vida.

Um no entanto se descobriu num gesto largo e demorado
Olhando o esquife longamente
Este sabia que a vida é uma agitação feroz e sem finalidade
Que a vida é traição
E saudava a matéria que passava
Liberta para sempre da alma extinta.



lunes, 29 de agosto de 2011

Joaquín Giannuzzi


La muerte miró la escena por el rápido agujero
cuando ellos congelaron su estirpe de comediantes:
un momento absolutamente sensorial
bajo la luz de un presente instantáneo.
A partir de aquella carnal expectativa
simularon impunidad de tiempo no recibido,
primera distancia paralizada, fraude de eternidad
y el astuto poder de lo virtual
en la mente vaciada por el orificio del ojo.
El conjunto fue perdiendo peso, integridad,
energía personal, universo continuo.
Llovió en el fondo de la imagen
y se instaló una tarde progresiva en el desastre.
Entonces reinó el frío error de lo mecánico.
Ellos anhelaron memoria y sentido
desde el bulto brumoso del ser,
fisiológicos, brutales, marrones:
pero la amnesia general de la materia
desvaneció a los abuelos, disolvió
la consistencia del vínculo
entre sangres de un mismo incendio
y vestimentas anegadas por la degradación de sí mismas.
La vida reclamaba espesuras hacia todas direcciones,
mutaciones compactas, alaridos, volúmenes llameantes.
Y está visto que dos dimensiones bastaron a esta muerte de cartón.



Joaquín Giannuzzi, Buenos Aires, 1924 – Salta, 2004, Argentina
imagen: s/d



sábado, 27 de agosto de 2011

Jorge L. Borges




Mil novecientos veintitantos

La rueda de los astros no es infinita
Y el tigre es una de las formas que vuelven,
Pero nosotros, lejos del azar y de la aventura,
Nos creíamos desterrados a un tiempo exhausto,
El tiempo en el que nada puede ocurrir.
El universo, el trágico universo, no estaba aquí
Y fuerza era buscarlo en otros lugares;
Yo tramaba una humilde mitología de tapias y cuchillos
Y Ricardo pensaba en sus reseros.
No sabíamos que el porvenir encerraba el rayo,
No presentimos el oprobio, el incendio y la tremenda noche de la Alianza;
Nada nos dijo que la historia argentina echaría a andar por las calles,
La historia, la indignación, el amor,
Las muchedumbres como el mar, el nombre de Córdoba,
El sabor de lo real y de lo increíble, el horror y la gloria.

Jorge L. Borges, Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986
de El Hacedor, 1960
imagen: Jorge L. Borges, Silvina Bullrich y Manuel Mujica Láinez
Revista Somos, febrero 1979



A Manuel Mujica Láinez

Isaac Luria declara que la eterna escritura
tiene tantos sentidos como lectores. Cada
versión es verdadera y ha sido prefijada
por quien ideó el lector, el libro y la lectura.
Tu versión de la patria, con sus fastos y brillos,
entra en mi vaga sombra como si entrara el día
y la oda se burla de la oda. (La mía
no es más que una nostalgia de ignorantes
cuchillos y de viejo coraje.) Ya se estremece el canto,
ya, apenas contenidas por la prisión del verso,
surgen las muchedumbres del futuro y diverso
reino que será tuyo, su júbilo y su llanto.
Manuel Mujica Láinez, alguna vez tuvimos
una patria — ¿recuerdas? — y los dos la perdimos.

Jorge L. Borges, Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986
de La moneda de hierro
, 1976