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lunes, 20 de agosto de 2012

Pablo Neruda




Sólo la muerte

Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel al alma.

Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido sin perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.

Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.

A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado, como un árbol.

Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.

Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos,
la muerte está en la escoba,
es la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.


Pablo Neruda, Chile, 1904-1973 
imagen: Daniel Rabel, Première entrée des fantômes


miércoles, 13 de abril de 2011

Vicente Huidobro




Señora hay demasiados pájaros
En vuestro piano
Que atrae el otoño sobre una selva
Espesa de nervios palpitantes y libélulas

Los árboles en arpegios insospechados
A veces pierden la orientación del globo

Señora lo soporto todo. Sin cloroformo
Desciendo al fondo del alba
El ruiseñor rey de setiembre me informa
Que la noche se deja caer entre la lluvia
Burlando la vigilancia de vuestras miradas
Y que una voz canta lejos de la vida
Para sostener el espacio desclavado
El espacio tan lleno de estrellas que se va a caer

Señora a las diez huele a tabaco de artista
Amáis el nadir a cuerpo de pájaro
Sois un fenómeno ligero
Me voy solitario hacia el ocaso de los turistas
Es mucho más bello

Vicente Huidobro, Chile, 1893-1948
imagen: Picasso, Desnudo reclinado y mujer lavándose los pies, 1944


Poemas póstumos - 4

Quiero desaparecer y no morir
Quiero no ser y perdurar
Y saber que perduro
Llamo a las puertas de la muerte
Y me retiro
Llamo a la vida y huyo avergonzado
Quiero ser toda mi alma y no lo puedo
Quiero todo mi cuerpo y no lo logro

Vicente Huidobro, Chile, 1893-1948

lunes, 6 de septiembre de 2010

Pablo de Rokha


Genio y Figura

a Winétt

Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh, Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.
Aún mis días son restos de enormes muebles viejos,
anoche “Dios” llevaba entre mundos que van
así, mi niña, solos, y tú dices: te quiero
cuando hablas con tu Pablo, sin oírle jamás.
El hombre y la mujer tienen olor a tumba,
El cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
Lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.
Enemigo total, aúllo por los barrios,
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados a morir.

Pablo de Rokha, Chile, 1894-1968
imagen: s/d



Poeta de Provincia

Parezco un gran murciélago tremendo,
lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.

Provincias de polillas en lo horrendo
que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.

Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.

Sólo contra la luna, dificulto
que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.

Pablo de Rokha, Chile, 1894-1968

miércoles, 21 de julio de 2010

Violeta Parra


Run Run se fue pa’l norte

En un carro de olvido, antes de aclarar,
de una estación del tiempo, decidido a rodar
Run Run se fue pa'l Norte, no sé cuándo vendrá.
Vendrá para el cumpleaños de nuestra soledad.

A los tres días, carta con letra de coral,
me dice que su viaje se alarga más y más,
se va de Antofagasta sin dar una señal,
y cuenta una aventura que paso a deletrear
Ay ay ay de mí.

Al medio de un gentío que tuvo que afrontar,
un trasbordo por culpa del último huracán,
en un puerto quebrado cerca de Vallenar,
con una cruz al hombro Run Run debió cruzar.

Run Run siguió su viaje, llegó al Tamarugal.
Sentado en una piedra se puso a divagar,
que si esto que lo otro, que nunca que además,
que la vida es mentira, que la muerte es verdad.
Ay ay ay de mí.

La cosa es que una alforja se puso a trajinar,
sacó papel y tinta, un recuerdo quizás,
sin pena ni alegría, sin gloria ni piedad,
sin rabia ni amargura, sin hiel ni libertad.

Vacía como el hueco del mundo terrenal,
Run Run mandó su carta por mandarla no más.
Run Run se fue pa'l Norte, yo me quedé en el Sur,
al medio hay un abismo sin música ni luz.
Ay ay ay de mí.

El calendario afloja por las ruedas del tren,
los números del año sobre el filo del riel.
Más vueltas dan los fierros, más nubes en el mes,
más largos son los rieles, más agrio es el después.

Run-Run se fue pa'l Norte, qué le vamos a hacer,
así es la vida entonces, espinas de Israel,
amor crucificado, corona del desdén,
los clavos del martirio, el vinagre y la hiel.
Ay ay ay de mí.


Maldigo del alto cielo

Maldigo del alto cielo la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos, destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos del tiempo con sus bochornos,
¡cuánto será mi dolor!

Maldigo la cordillera de los Andes y La Costa,
maldigo, señor, la angosta y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra, lo franco y lo veleidoso,
maldigo lo perfumoso porque mi anhelo está muerto,
maldigo todo lo cierto y lo falso con lo dudoso,
¡cuánto será mi dolor!

Maldigo la primavera con sus jardines en flor
y del otoño el color, yo lo maldigo de veras;
a la nube pasajera la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto. Maldigo el invierno entero
con el verano embustero, maldigo profano y santo,
¡cuánto será mi dolor!

Maldigo a la solitaria figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema, la Venus y la Araucaria,
el trino de la canaria, el cosmos y sus planetas,
la tierra y todas sus grietas porque me aqueja un pesar,
maldigo del ancho mar sus puertos y sus caletas,
¡cuánto será mi dolor!

Maldigo luna y paisaje, los valles y los desiertos,
maldigo muerto por muerto y el vivo de rey a paje,
el ave con su plumaje, yo la maldigo a porfía,
las aulas, las sacristías porque me aflige un dolor,
maldigo el vocablo amor con toda su porquería,
¡cuánto será mi dolor!

Maldigo por fin lo blanco, lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos, ministros y predicandos
yo los maldigo llorando; lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero, le pongo mi maldición
en griego y en español por culpa de un traicionero,
¡cuánto será mi dolor!

Violeta Parra, Chile, 1917-1967
imagen: Violeta Parra

domingo, 18 de julio de 2010

Pablo Neruda


Walking around

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.

Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.

No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.

No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.

Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.

Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.

Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.

Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran lentas lágrimas sucias.

Pablo Neruda, Chile, 1904-1973
imagen: s/d

sábado, 30 de enero de 2010

Vicente Huidobro



Horas

El villorio
Un tren detenido sobre el llano

En cada charco
duermen estrellas sordas
Y el agua tiembla
Cortinaje al viento

La noche cuelga en la arboleda

En el campanario florecido
Una gotera viva
Desangra las estrellas

De cuando en cuando
Las horas maduras
Caen sobre la vida.


Señora

Señora hay demasiados pájaros
En vuestro piano
Que atrae el otoño sobre una selvaEspesa de nervios palpitantes y libélulas

Los árboles en arpegios insospechados
A veces pierden la orientación del globo

Señora lo soporto todo. Sin cloroformo
Desciendo al fondo del alba
El ruiseñor rey de setiembre me informa
Que la noche se deja caer entre la lluvia
Burlando la vigilancia de vuestras miradas
Y que una voz canta lejos de la vida
Para sostener el espacio desclavado
El espacio tan lleno de estrellas que se va a caer

Señora a las diez huele a tabaco de artista
Amáis el nadir a cuerpo de pájaro
Sois un fenómeno ligero
Me voy solitario hacia el ocaso de los turistas
Es mucho más bello


18

Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
Me voy tiernamente como una luz
Hacia el camino de las apariencias
Volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
Una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
Cuando los peces deshacen la cortina del mar
Y el vacío se hincha por una mirada posible

Volveré sobre las aguas del cielo

Me gusta viajar como el barco del ojo
Que va y viene en cada parpadeo
He tocado ya seis veces el umbral
Del infinito que encierra el viento

Nada en la vida
Salvo un grito de antesala
Nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
En la urna de las flores impacientes
Se encuentran las emociones en ritmo definido


Allá me esperan hasta mañana

Buen viaje

Un poco más lejos
Termina la Tierra

Pasan los ríos bajo las barcas
La vida ha de pasar

Vicente Huidobro, Chile, 1893-1948
imagen: s/d