martes, 28 de septiembre de 2010

Dos canciones anónimas españolas


Cuando yo era ladrón en los montes Pirineos

Cuando yo era ladrón en los montes Pirineos
lo primero que robé fueron unos ojos negros,
fueron unos ojos negros en una cara morena,
la vida me ha de costar si no me caso con ella.

Si no me caso con ella, Rosita de Alejandría,
que vengo de noche a verte porque no puedo de día,
porque no puedo de día, porque me voy al trabajo
en la ventana de arriba y en la ventana de abajo.

En la ventana de abajo abajo y en la ventana de arriba
tengo yo los mis amores, Rosita de Alejandría,
Rosita de Alejandría, Rosita de los rosales,
si no me caso contigo me marcharé a Buenos Aires.

“Si te vas a Buenos Aires, ¿con quién voy a quedar yo?”
“Con tus padres y los míos, pa’ setiembre vuelvo yo.”
“Cuando vuelvas pa’ setiembre, ya no me conocerás,
que mata más una pena que una grave enfermedad.

“Si el mar se volviera tinta y la tierra papelones,
no se podría escribir lo malos que son los hombres,
lo malos que son los hombres, lo digo porque lo sé,
si alguno me está escuchando, también lo digo por él.”

Anónima, tomado de El Calendario del Pueblo, vol. 2
interpretada por Joaquín Díaz
imagen: Tolosa, 1844


La dama y el pastor


“Pastor que andas por el monte tendido por esas grañas,
pa’ que no te pique el sol, sí, sí, pastor, ven conmigo a mi cabaña.”
Contesta el buen del pastor, “A tu cabaña ir no quiero,
tengo el ganado en el monte, sí, sí, adiós, voy a subir a por ello.”

“Pastor que está acostumbrado y a comer pan de centeno,
si te casaras conmigo, sí, sí, pastor, comerías trigo bueno.”
Contesta el buen del pastor, “Al buen hambre no hay pan negro,
tengo el ganado en el monte, sí, sí, adiós, voy a subir a por ello.”

“Si quieres venir conmigo y el domigo por la tarde,
si quieres venir conmigo, sí, sí, pastor, podemos echar un baile.”
Contesta el buen del pastor, “Contigo bailar no quiero,
tengo el ganado en el monte, sí, sí, adiós, voy a subir a por ello.”

Anónima, tomado de El Calendario del Pueblo, vol. 2
interpretada por Celestino Martín

sábado, 25 de septiembre de 2010

D. H. Lawrence / 3 poemas


Lucifer

Los ángeles siguen brillando, aunque el más brillante cayó.
Pero díganme, díganme, ¿cómo saben
que perdió todo su brillo en la caída?
En las azules profundidades, bajo capas y capas de oscuridad,
lo veo moverse como el rubí, un destello desde dentro
de su propia magnificiencia,
venir como el rubí en la invisible negrura, brillando
con su propia anunciación, hacia nosotros.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Lucifer, grabado en madera de Peulot, 1891


Lucifer

Angels are bright still, though the brightest fell.
But tell me, tell me, how do you know
he lost any of his brightness in the falling?
In the dark-blue depths, under layers and layers of darkness,
I see him more like the ruby, a gleam from within
of his own magnificence,
coming like the ruby in the invisible dark, glowing
with his own annunciation, towards us.


Fuego

El fuego es más caro para nosotros que el amor o la comida,
caliente, excitante, pero quema si lo tocas.

Lo que debemos hacer
no es sumar nuestro amor ni nuestra buena voluntad ni nada de eso,
porque seguro incluiremos un montón de mentiras,
sino nuestro fuego, nuestro fuego elemental,
para que se eleve de golpe en una enorme llama como un falo que
penetra en el espacio
y fecunda el cenit y el nadir
y lanza millones de chispas de átomos nuevos
y nos chamusca, e incendia la casa.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini



Fire

Fire is dearer to us than love or food,
hot, hurrying, yet it burns if you touch it.

What we ought to do
is not add our love together, or our goodwill, or any of that,
for we're sure to bring in a lot of lies,
but our fire, our elemental fire
so that it rushes up in a huge blaze like a phallus into hollow space
and fecundates the zenith and the nadir
and sends off millions of sparks of new atoms
and singes us, and burns the house down.



Anaxágoras

Cuando Anaxágoras dice: ¡Hasta la nieve es negra!
los científicos lo toman muy en serio
porque está enunciando un ‘principio’, una ‘ley’ —
que todas las cosas son compuestas, y por lo tanto la más pura nieve blanca
tiene en ella un elemento de negrura.

A eso lo llaman ciencia, y realidad.
Yo lo llamo vanidad mental y fraude
y tonterías, porque la nieve pura es blanca para nosotros
blanca y blanca y sólo blanca
con una encantadora eclosión de blancura en el blanco
en el que el alma se deleita y los sentidos
experimentan la dicha.

Y la vida es para el goce, y la dicha
y el temor, y la oscura, arrolladora amenaza del final.
Luego otra vez el brillante amanecer del regocijo
ante la pura nieve blanca, o la luna suspendida.

Y a la caída del sol la nieve es azul, tan fríamente azul
con un toque de los pétalos helados de la flor de Scilla
pero nunca la sombra de un reflejo del negro fúnebre de Anaxágoras.

David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini


Anaxagoras

When Anaxagoras says: The snow is black!
he is taken by the scientists very seriously
because he is enunciating a ‘principle’, a ‘law’
that all things are mixed, and therefore the purest white snow
has in it an element of blackness.

That they call science, and reality.
I call it mental conceit and mystification
and nonsense, for pure snow is white to us
white and white and only white
with a lovely bloom of whiteness upon white
in which the soul delights and the senses
have an experience of bliss.

And life is for delight, and for bliss
and dread, and the dark, rolling ominousness of doom
then the bright dawning of delight again
from off the sheer white snow, or the poisoned moon.

And in the shadow of the sun the snow is blue, so blue-aloof
with a hint of the frozen bells of the scylla flower
But never the ghost of a glimpse of Anaxagoras’ funeral black.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Mario Trejo


A un peronista

Este hombre conocía todos los amaneceres del mundo.
La cara recién afeitada rumbo al trabajo
el paso miserable y caviloso
del borracho que volvía.

En esos límites había visto
el brillo fugaz e inatacable
del cuchillo que se hunde en la ingle.
Había visto correr la sangre lúcida y espesa
chupada por la ropa.
Conoció la bravura y el miedo
la debilidad que te aprieta el estómago
y el odio en los ojos abiertos y ciegos.

Este hombre creyó porque lo necesitaba.
Creyó creer porque el país se lo reclamaba.
Este hombre fue convocado por banderas y bombos
y también fue a gritar sin que lo llamaran
atravesando un diluvio.
Respiraba la ilusión de su libertad
y ante sus ganas todos los espacios se hacían cívicos.
Resistió en plazas y aeropuertos y le tocó ver y sufrir
una matanza colectiva en un día que él soñó feliz.
Volvió a atravesar el barro y la lluvia
soportó días y noches sin dormir
siempre bajo la lluvia para decirle adiós a Evita y al Viejo.

Este hombre tiene derecho a estar equivocado.
Este hombre tiene todos los deberes de quien se ha equivocado.

Mario Trejo, Buenos Aires, 1926
imagen: Motivo de puerto, Benito Quinquela Martín

viernes, 10 de septiembre de 2010

Wislawa Szymborska



Despedida de un paisaje


No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.

Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.

No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.

Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.

No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.

Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.

Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.

Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.

Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.

No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.

Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.

Wislawa Szymborska, Kórnik, Polonia, 1923
De Fin y principio, 1993
Versión de Gerardo Beltrán


lunes, 6 de septiembre de 2010

Pablo de Rokha


Genio y Figura

a Winétt

Yo soy como el fracaso total del mundo, ¡oh, Pueblos!
El canto frente a frente al mismo Satanás,
dialoga con la ciencia tremenda de los muertos,
y mi dolor chorrea de sangre la ciudad.
Aún mis días son restos de enormes muebles viejos,
anoche “Dios” llevaba entre mundos que van
así, mi niña, solos, y tú dices: te quiero
cuando hablas con tu Pablo, sin oírle jamás.
El hombre y la mujer tienen olor a tumba,
El cuerpo se me cae sobre la tierra bruta
Lo mismo que el ataúd rojo del infeliz.
Enemigo total, aúllo por los barrios,
un espanto más bárbaro, más bárbaro, más bárbaro
que el hipo de cien perros botados a morir.

Pablo de Rokha, Chile, 1894-1968
imagen: s/d



Poeta de Provincia

Parezco un gran murciélago tremendo,
lengua del mundo a una edad remota,
con un balazo en la garganta, ardiendo
y rugiendo de horror la forma ignota.

Provincias de polillas en lo horrendo
que se desangra en lluvias gota a gota,
y es una trial frazada del estruendo
o un piano negro con la lengua rota.

Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.

Sólo contra la luna, dificulto
que haya un varón en los antiguos cultos
con un cacho de heridas más bonitas.

Pablo de Rokha, Chile, 1894-1968