jueves, 27 de septiembre de 2012
Eleni Vakaló // Dinos Christianópulos
sábado, 19 de febrero de 2011
Constantine P. Cavafy
El plazo de Nerón
No se inquieto Nerón al escuchar
el vaticinio del Oráculo de Delfos.
“De los setenta y tres años guárdate.”
Tiempo había aún de disfrutar.
Tiene treinta y tres años. Muy largo
es el plazo que el dios le da
para pensar en riesgos futuros.
Ahora, algo cansado, volverá a Roma,
mas deliciosamente cansado de este viaje,
en el que todo fueron días de placer —
en teatros, en jardines, en gimnasios...
Noches en las ciudades de Acaya...
Y el placer, ay, sobre todo, de los cuerpos desnudos...
En esas, Nerón. Y mientras, en Hispania, Galba
recluta secretamente su ejército y lo entrena,
un anciano de setenta y tres años.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
Traducción de Pedro Bádenas de la Peña, C.P. Cavafis,
Poesía completa, Alianza Editorial, Madrid, 1982
imagen: C. Cavafy, por Thalia-Flora Karavia, 1926
Voces
Voces imaginarias y amadas
de aquellos que murieron o de aquellos que están,
como los muertos, perdidos para nosotros.
A veces nos hablan en sueños;
a veces, en su imaginación, las oye el pensamiento.
Y, con su sonido, retornan por un instante
ecos de la poesía primera de nuestra vida —
como música que, en la noche, se extingue lejana.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
Traducción de Pedro Bádenas de la Peña, C.P. Cavafis,
Poesía completa, Alianza Editorial, Madrid, 1982
Deseos
Como cuerpos hermosos de muertos que no envejecieron
y que con llanto sepultarán en espléndido mausoleo,
rosas en su cabeza y jazmines a sus pies —
a esto semejan los deseos que pasaron
sin cumplirse; sin merecer una sola
noche de placer o un luminoso amanecer.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
Traducción de Pedro Bádenas de la Peña, C.P. Cavafis,
Poesía completa, Alianza Editorial, Madrid, 1982
sábado, 30 de octubre de 2010
Constantine P. Cavafy
desde las nueve, cuando encendí la lámpara
y me sente aquí. Sentado sin leer
y sin hablar. ¿Con quién podría hablar,
solo con mi alma en esta casa?
Desde las nueve, cuando encendí la lámpara,
la imagen de mi cuerpo joven
me ha perseguido para evocarme
cuartos perfumados y cerrados,
el placer atrevido de otros días.
Y me trajo también a la memoria
calles que ya no reconozco,
cabarés llenos de vida que han cerrado,
teatros y cafes que ya no están.
La imagen de mi cuerpo joven
también me ha recordado motivos de tristeza:
lutos de familia, separaciones,
los sentimientos de los míos, los sentimientos
de los muertos tan poco valorados.
Las doce y media. Cómo ha pasado el tiempo.
Las doce y media. Cómo han pasado los años.
Che fece... il gran rifiuto
A algunas personas les llega un día
en que deben decir el gran Sí
o el gran No. Se ve en el acto quien tiene
listo el Sí en su corazón, y, al decirlo,
avanza con honor, firme en su convicción.
El que se niega no se arrepiente. Si le volvieran a preguntar,
volvería a decir No. Pero ese No —que es correcto—
lo socava el resto de su vida.
Manuel Comneno
Un día desolado de setiembre
el emperador Manuel Comneno
sintió que su muerte estaba cerca.
Los astrólogos –a sueldo– de la corte
insistían en que aún
le quedaban muchos años por vivir.
Mientras ellos hablaban, sin embargo,
recordó una vieja costumbre religiosa
y mandó traer hábitos de un monasterio
y se los puso, contento de adoptar
la humilde imagen de un sacerdote o un monje.
Felices aquellos que creen
y que terminan su vida, como el emperador Manuel,
humildemente envueltos en su fe.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
versiones del editor, a partir de las traducciones inglesas de
Stratis Haviaras, Edmund Keeley/Philip Sherrard, y Daniel Mendelsohn
imagen: s/d
miércoles, 31 de marzo de 2010
Constantine Cavafy
Los sabios saben lo que se avecina
el presente, y los sabios, lo que se avecina
—Filóstrato, Vida de Apolonio de Tiana, VIII, 7
El futuro lo conocen los dioses,
únicos dueños absolutos de todas las luces.
Pero del futuro, los sabios captan
lo que se avecina. En ocasiones
su oído, en las horas de honda reflexión,
se sobresalta. El secreto rumor
les llega de hechos que se acercan.
Y a él atienden reverentes. Mientras en la calle,
fuera, el vulgo nada oye.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
Traducción de Pedro Bádenas de la Peña, C.P. Cavafis,
Poesía completa, Alianza Editorial, Madrid, 1982
imagen: moneda con la efigie de Apolonio de Tiana
No comprendiste
A propósito de nuestras convicciones religiosas
dijo el estúpido de Juliano: «Leí, comprendí,
rechacé.» Es decir, nos redujo a la nada
con su «rechacé», el muy ridículo.
Semejantes ocurrencias no nos valen
a nosotros, los cristianos. «Leíste, pero no comprendiste;
pues si hubieras comprendido, no habrías rechazado»,
respondimos de inmediato.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
Traducción de Pedro Bádenas de la Peña, C.P. Cavafis,
Poesía completa, Alianza Editorial, Madrid, 1982
Muy rara vez
Es un viejo. Gastado y encorvado,
arruinado por el tiempo y los excesos,
cruza la angosta calle con paso lento.
Pero al entrar en su casa para ocultar
su miseria y su vejez, piensa en la parte
que aún tiene en la juventud.
Jóvenes ahora recitan versos suyos.
Ante sus ojos vivaces
surgen ahora las visiones que él tuvo.
Sus mentes saludables, voluptuosas,
sus cuerpos firmes y bien delineados,
se conmueven con la expresión
que él diera a la belleza.
Constantine P. Cavafy, 1863-1933, Alejandría, Egipto
versión (audaz) del editor, a partir de las traducciones de Francisco Rivera, P. Bádenas de la Peña, José Ángel Valente, Andrés Moreira, Anna Seraphimidou (inglés), Edmund Keeley/Philip Sherrard (inglés), y John Cavafy (inglés).