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sábado, 11 de mayo de 2013

Peter Sirr







                        Aquí viví
tal vez un minuto de mi mente
suficiente
para que todo sea claro
los  muebles, la luz de la mañana
                                                           los sueños

las agonías
de lo posible

o, al menos, los lentos días extendiéndose
en la vida elegida

Acosado por esta calle
camino
recordando otra ciudad
recordándote

toda nuestra vida desplegada ante nosotros
en ese momento

y ahora de vuelta
aquí

Aquí también las calles se llenan
de vidas posibles
y de cada una
me alejo
subiendo a la deriva

como suben los globos sobre...
—¿era Koblenz?—
en elevado silencio

En la autopista
ahora
una cesta de mimbre en un trailer
yendo a casa

pero en el campo
las manos —mías, tuyas—
chorreando burbujas
se estiran hacia las sogas
y entonces
y ahora
en seda hundida
nuestros cuerpos apaciguados

   *  *  *

oh, ¿por qué
no me quedé?

Trepé hacia ti
con persistencia, y tú

volviste la cara y te acercaste,
tu voz

derramada en mi boca
Ningún silencio, es cierto, que no te pronunciara

ningún azul ni gris ni lluvia ni estación
pero arrasaste

la delgada cortina de la luz
y cosiste mis ojos al día vencido


Peter Sirr, Waterford, Irlanda, 1960
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d

Koblenz, maybe

Here / I have lived / maybe one minute in my mind / enough / for everything to be clear / furniture, morning light / dreams // agonies / of the possible // or, at last, the slow days unfolding / in the decided life // Haunted by this street / I walk / remembering another town / remembering you // our whole life spread before us / in that moment // and now returned / here // Here too the streets swell / with possible lives / and from each one // I lean out / drifting up // like the baloons over — / was it Koblenz? — / in their high quiet // Or the motorway / now / a wicker basket on a trailer / speeding home // but in the field / the bubble descending / hands —mine, yours — / stretching for the ropes / and then / and now / in plunged silk / our bodies stilled. /// oh why did I not / stay? // I climbed towards you / persistently, and you / you turned your faced and leaned / all the way over, your voice // spilled into my mouth / No silence, true, that does no utter you // no blue no grey no rain no season / but you have ravaged // the light’s thin curtain / and stitched my eyes to the fallen day



sábado, 2 de marzo de 2013

Michael O'Loughlin







Debería sentirme en cierto modo reivindicado, supongo,
al ver nuestras declinaciones calar más hondo
que las espadas de nuestros legionarios —
pero por alguna razón no siento eso.
Somos un grupo diverso aquí, demonios
para beber, viejos personajes senatoriales,
favoritos desechados, poetas sin mecenas, etc.

Si les preguntan por qué están aquí puede que invoquen
el deber con el imperio, el celo misionero
o simplemente el espíritu de aventura —
todas mentiras, por supuesto.
Nadie abandona Roma a menos
que deba hacerlo, o no exactamente porque deba
como un soldado ordinario de una legión reclutada.

Pero las cosas, de algún modo, conspiran para expulsarlo.
No todos los poetas tienen mecenas, no todo
encaja fácilmente en la vida pública —
ya sabemos cómo es eso.
Una palabra equivocada en el oído equivocado.
Una oportunidad crucial arruinada,
y más vale que lo olvidemos. ¿Quién entiende esas cosas?

Algunes dicen que están el el regazo de los dioses, pero en cualquier caso
terminamos aquí en los confines del imperio
machacando nuestra lengua ilustre
en cráneos bárbaros
y puliendo las frases
de los brutos que gobiernan en nombre de Roma.
Como dije, un grupo diverso, refugiados todos de oscuros fracasos.

Algunos se casan con muchachas del lugar y se dejan crecer rizos
y barbas rubias de la noche a la mañana. ¡Pobres idiotas!
¿Cómo pueden tomar en serio
esos cuerpos bovinos
esas caras extravagantes que cecean mal aliento?
¿Quién podría escribir poesía para gente así?
Pienso mucho en esas cosas, pero no llego a ninguna conclusión

En las heladas noches de invierno sentado en torno al vino
y las olivas, contando historias de días más soleados
chupando viejos chismes
hasta el carozo seco
Catón elabora su teoría favorita;
que Roma un día quedará reducida a polvo
bajo el talón bárbaro, y sólo nuestra preciosa lengua

sobrevivirá, una frágil línea de seda arrojada a través de los años,
pero yo no sé. ¿A quién entre estos bárbaros
con su piel de oso le importaría un rábano
Horacio o Virgilio
o cualquiera de nosotros? Lo único que quieren es lo suficiente  
para poder regatear con un mercader siciliano,
o trampear al recaudador romano dándole menos de lo debido.

Pero tarde a la noche, cuando salgo
a la cellisca y el frío para los que no nací
y siento el abrazo amenazante
de esos bosques inmensos
llenos de bestias sin nombre
y el grandioso cielo boreal sin dios
amenazándome con su vacío y su indiferencia

por mí y por todos los que son como yo — entonces, a veces,
pienso que él quizás tenga razón; que
somos los esclavos de la galera
transpirando abajo
llevando a la hermosa princesa
que va sentada en la proa,
a través del mar, hacia su amante desconocido.


Michael O’Loughlin, Dublín, Irlanda, 1958
de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini 
imagen: Proa de galera romana
[http://www.fromoldbooks.org]


Latin as a foreign language

I suppose I should feel somehow vindicated / To see our declensions bite deeper / Than our legionaries’swords — / But somehow I don’t. / We’re a mixed lot here, devils / To drink; old senatorial types and / Discarded favourites, poets without patrons, etc. // When asked why they’re here they might answer / About duty to the empire, missionary zeal / Or simply the spirit of adventure — / All rot, of course. / No one leaves Rome unless / He has to, or not exactly because he has to / Like a vulgar soldier in a conscripted legion. // But things somehow conspire to force him out. / Not all poet finds patrons, not all / Fits smoothly into public life — / You know how it is. / One wrong word in the wrong ear. / One fateful opportunity fluffed, and / You may as well forget it. Who understands these things? // Some say they lie in the lap of gods but either way / We end up here in the backwaters of empire / Drumming our illustrious tongue / Into barbarian skulls / And polishing up the phrases / Of the oafs who govern in Rome’s name. / Like I said, a mixed lot, refugees all from obscures failures. // Some marry local girls, ad sprout blonde beards / And culrs overnigght. Poor bastards! / How can they take seriously / Those bovine bodies / Those gaudy faces lisping bad breath. / Who could write poetry for such as these? / I think about these things a lot, but come to no conclusion. // During the freezing winter nights sitting round the wine / And olives, telling tales of sunnier days / Sucking ancient bits of gossip / Down to the dry pit / Cato elaborates his pet theory; / How Rome will someday crumble to dust / Beneath the barbarian heel, and only our precious tongue // Will survive, a frail silken line flung across the years / But I don’t know. Who among these barbarians / Would give a fart in his bearskin / For Horace or Virgil / Or any of us? All they want is enough / To haggle with a Sicilian merchant, or cheat / The Roman tax collector out of his rightful due. // But late at night, when I stumble out into / The sleet and cold I was not born to / And feel the threatening hug / Of those massive forests / Stuffed with nameless beasts / And the great godless northern sky / Threatening me with its emptiness and indiference // To me and all that are like me — then, sometimes, / I think he may be right; that / We are the galley slaves / Sweating below / Bearing the beautiful / Princess who sits in the prow / Across the ocean to her unknown lover.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Michael O'Loughlin






Pequeño Brendan, arropado en tu coraclo
haces bien en partir hacia el oeste
en entregar tu cabeza tonsurada
al áspero lamido de las olas.

Tus monjes copiaron los manuscritos nuestros
en cada célula tuya
decorados con aves y animales
como los que verás en el Nuevo Mundo.

Aquí en casa
la Edad Oscura siempre está empezando
y la luz que había en Troya
cae sobre autopistas vacías.

Nosotros estamos en la costa,
nuestros pies hundidos en la tierra.
Alzamos las manos para decirte adiós
y agarrarte cuando caigas

por el borde del mundo.




Ya no andan los trenes
los teatros están cerrados
tengo los hombros con moretones
de los pasillos angostos
que llevan al escenario

Ensayo en los bares toda la noche
me tambaleo y caigo, declamando
y Oh, amigos míos
algo huele a podrido
en este Estado nuestro

El estacionamiento retumba con mi voz
los faroles de la calle brillan como candilejas
y ahí en la oscuridad, detrás de ellas
advierto de golpe  
que no hay espectadores


Michael O’Loughlin, Dublín, Irlanda, 1958
de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini 
imagen: San Brendan y la ballena, de un manuscrito del S. XV


To a Child in the Womb

Little Brendan, snug in your coracle / you are right to be sailing west / to surrender your tonsured head / to the wave’s harsh lick. // Your clerks have copied our manuscripts / in every one of your cells / decorated with birds and beasts / such as you’ll see in the New World. // Here in the old country / the Dark Ages are always beginning / and the light that was in Troy / falls on empty motorways. // We are standing on the shore / our feet sinking into the earth. / We raise our hands to bid farewell / to catch you when you fall // over the world’s edge.


Hamlet in Dublin

The trains have stopped running / The theatres are closed / My shoulders are bruised / From the narrow corridors / That lead out onto the stage // I rehearse all night in the bars / I stagger and fall, declaiming / And Oh my friends / There is something rotten / In this State of ours // The carpark echoes with my voice / The streetlamps blaze like footlights / And out in the darkness beyond them / I suddenly realise / There’s no audience


domingo, 3 de febrero de 2013

Joseph Woods






Y aunque las últimas luces en el negro oeste se apaguen
—Gerald Manley Hopkins


Entre los altos árboles de tu padre
una astilla de lejana luz poniente al anochecer,
el único estímulo en días de cielo gris,

lo único constante en un verano de lluvia y aburrimiento.
Los mosquitos se juntan entre árbol y árbol
formando esferas frenéticas.

En una esquina del jardín
la glorieta desmoronada. Tapada por su propio techo
estuvo tirada allí todo el verano,

mientras él vive entre los muebles
de la familia mermada, extrañando los cielorrasos altos
pero no el frío, y sí, el sueño que traen los postigos.


Joseph Woods, Drogheda, Irlanda, 1966
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Nuvens, John Constable (1776-1837)


A Wet Summer’s Evening

And though the last lights off the black West went
—Gerald Manley Hopkins


Through your father’s high trees
a sliver of  weak western light far off at evening,
the only lift in days of half-light,

only constant in a summer of rain and boredom,
Midges gather in space between trees
forming a frenetic sphere.

In a far corner of the garden
the gazebo has collapsed. Capped by its own roof
it has lain there al the summer,

while he lives among the thinned-down family
forniture, missing the high ceilings
but not the cold, and yes, the sleep that shutters bring.




Los pasajes reservados y pagados,
al llegar descubrimos que el barco se limita

a extranjeros, y pronto, nos tranquilizan,
estaremos navegando confortablemente.

Más tarde, donde el gran río se angosta,
nos silban desde los árboles y el denso follaje.

Mujeres con leña cargada en la cabeza
se detienen a mirarnos, y niños desnudos junto a ellas

nos observan lánguidamente, confundidos como nosotros
por la diferencia. Debajo de la cubierta, el restaurante

cobra su comida en moneda fuerte,
y entre plato y plato, cámaras sofisticadas

son apuntadas a la orilla como pistolas.


Joseph Woods, Drogheda, Irlanda, 1966
Versión © Gerardo Gambolini


Hard Currency

Our tickets already booked and paid for
we arrive to find the ship is confined

to foreigners, and soon, we’re reassured,
we’ll be chugging comfortably along.

Later, where the big river narrows,
we are whistled at from trees and dense foliage.

Women with firewood balanced on their heads
stop to stare and naked children by their hips

look on listlessly, bemused as we are
by difference. Below deck, the restaurant

prices its food in hard currency,
and between courses elaborate cameras

are aimed at the riverbank like handguns.



domingo, 30 de diciembre de 2012

Uilliam English






Dejad que todo el mundo alabe su oficio,
el hombre de iglesia, el astuto vendedor.
Que miles alardeen de rango o de riqueza.
Yo alabo mendigar: no hay plan mejor.

Cuando veo rebaños que están flacos,
malas cosechas y niños que lloran,
granizo que cae, vientos que arrecian,
mis campos están secos, y a mí no importa.

Yo descanso alegremente bajo el sol
pensando solamente en historias que contar,
paz en la mente en paz, ni rentas ni tributos:
no hay oficio mejor que mendigar.

De vez en cuando me abrasa la sed.
Luego de un día pido para tomar.
Un día con vino, un día sin nada.
Dios bendiga al que inventó limosnear.


Uilliam English, Irlanda, 1709-1778
Poeta y fraile agustino, también conocido como Liam Inglis.
Versión del inglés © Gerardo Gambolini
Sobre la traducción del gaélico de Pádraig J. Daly
imagen: s/d


The Beggar

Let everubody praise his trade,
The clergyman, the wily merchant.
Let thousands boast of wealth or state.
I praise begging as the best plan.

When I see an ailing flock,
Crops gone bad and children wailing,
Hail descending, winds blowing rough,
My fields are dry and I am carefree.

Happily in the sun I rest
With not a thought but storytelling,
My mind at peace, no tax or rent:
The best of all the trades is begging.

Now and then I’m parched with thirst.
A day goes by and I call for porter.
A day with wine, a day with none.
God bless beggary’s inventor.




Iba yo a la feria de Curreeny
el día décimo de agosto, y al andar
encontré a una joven sola en el camino,
que era dulce y bella de mirar.

Los rizos le caían en los hombros
enmarcando su cara inmaculada,
las servillas le cubrían los talones
y Cupido bailaba en su mirada.

Le hablé a esa deslumbrante criatura
apretando mi sombrero con la mano.
Soñé, como presa de un ensueño,
que libábamos al borde de aquel prado.

“La belleza y el amor de toda Irlanda
son tu rostro, tu figura y porte fino.
Cree, amor, esos halagos.
No soy un infame libertino.”

“Soy una mujer que quedó sola —
sin guía estas colinas debo atravesar.
Dejadme, en el nombre de María.
¿O queréis mi buen nombre mancillar?

No soy ninguna joven alocada
aunque he dejado a mi padre muy atrás.
Oh clérigo, olvidad vuestras lisonjas
y seguid a la feria en soledad.”

Di un salto adelante al oír eso
hacia aquella que atrapó mi corazón.
Defendido como estaba su castillo,
al final la fortaleza ella rindió.

Ayudado por sus besos ardorosos,
al contento más dulce la llevé.
Luego la guié por la montaña
y el camino hacia la feria retomé.

Llorando arrepentida dijo ella,
“Mi amor y mi pasión os entregué,
no me dejes así, mi buen amigo,
dondequiera que desees te seguiré.

Si tu ejército audaz ha conquistado
mi ciudad y mi puerto y guarnición
con la fuerza del cañón para mujeres,
ahora donde vayas iré yo.”


Uilliam English, Irlanda, 1709-1778
Versión del inglés © Gerardo Gambolini
Sobre la traducción del gaélico de Pádraig J. Daly


Going To The Fair At Curreeny

Going to the fair at Curreeny,
On the tenth day of August, you’ll know,
I met, all alone on the roadway,
A girl young and sweet to behold.

Her hair curled down to her shoulders,
Framing her lily-white face,
Her slippers covered her ankles
And Cupid danced in her gaze.

I spoke to this ravishing creature,
With my hat firmly clutched in my hand.
I dreamt in my dayreaming fashion
That we supped at the edge of the land.

“The beauty and love of all Ireland
Is your person, your face and your gait.
Believe my flattering speech, love,
I’m not some unconscionable rake.”

“I’m a solitary female left lonely,
Travelling the hills without guide.
For the sake of Mary, now leave me.
Do you mean my good name to destroy?

I’m not some easy young hussy,
Though my father I’ve left far away.
Stop your cajolery, cleric,
And be off with you now to the fair.”

At this I took a leap forward
Towards the one who had captured my heart.
Though her castle was stoutly defended,
She yielded the fortress at last.

With the help of her own warm kisses,
I brough her to sweetest content.
Then I guided her over the mountain
As off toward the market I went.

Said she, as she wept and lamented,
“My good friend, don’t leave me like this,
I’ve given my love and affection.
I’ll follow wherever you wish.

Since you conquered, with your bold army,
My garrison, city and port,
With the force of your guns against women,
I’ll go now wherever you go.”


jueves, 11 de octubre de 2012

William Wall






nuestro elemento es el agua
prosperan el sauce y el alizo
el frío del espino

brillando en la corteza oscura
la punta de lengua
del endrino

la aulaga inflamada de amarillo
en los días de verano grises
la luz viene de otro mundo

y el trueno arrolla  
nuestro aire soñoliento
como todo lo demás

el fuego vino de extraños
(para partir piedras
y hervir agua)

creíamos que eran dioses
no avanzamos mucho
desde entonces

nos ponemos en cuclillas al lado de los arroyos
a contar bellas mentiras
y ver arder las laderas


William Wall, Cork, Irlanda, 1955
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


The Coming Of Fire To Ireland

water is our element
The alder and the sally thrive
the whitethorn’s cold

glowing on dark skin
the tonguetip
of the blackthorn

the yellowflamed furze
on sullen summer days
light comes out of another world

and thunder puts its spin
on our drowsy air
like everything else

fire came from strangers
(to crack stones
and boil water)

we thought they were gods
since then we have not
gone far

we hunker by the streams
telling elaborate lies
and watching the hillsides burn




bajo la colcha a rayas
te quedas dormida
y tu cabeza se apaga
nadie ha
perfeccionado el arte
del transplante de cabeza
debería despertarte
mientras aún hay tiempo
amo tu cabeza soñolienta


William Wall, Cork, Irlanda, 1955
Versión © Gerardo Gambolini


The Transplant

under our striped quilt
you are sleeping
your head off
no one has
perfected the art
of head transplant
I should wake you
while there is still time
I love your sleepy head




Los aviones pasan de noche sobre nuestra casa.
tres luces, ligeramente escoradas al este,
& el ruido de movimiento las sigue brevemente
hasta las estrellas.

A veces nos tomamos de la mano en el banco del jardín
como amantes victorianos a la espera de un eclipse
que dé privacidad, psicólogos del aire, temblando
            con cada cambio del viento.

Imaginamos a los pasajeros, las caras blanqueadas
contra el vidrio, descendiendo a la sordera.
Miran abajo, las bayas radiantes
            de nuestros setos.
            Nosotros somos sus estrellas.


William Wall, Cork, Irlanda, 1955
Versión © Gerardo Gambolini


Radiance

The jets fly over our house at night.
three lights, heeled slightly to the east,
& the noise of movement follows them
briefly into the stars.

Sometimes we hold hands on the garden-seat
like Victorian lovers waiting for an eclipse
for privacy, psychologists of air, trembling
at every windchange.

We imagine the passengers, faces bleached
against the glass, descending into deafness.
They are looking down at the radiant berries
of our cotoneasters.
We are their stars.


sábado, 25 de agosto de 2012

Harry Clifton






La primera luz se desliza
en silencio
por los techos de chapa, te revela
a ti durmiendo, a mí de pie

junto a la puerta abierta,
anónimo como ayer cuando cumplí 
lo que esperabas al alojarme, 
viendo si tengo todo,

mientras tú guardas
el lenguaje de la noche en un lugar oscuro,
en un sueño rítmico
que impregna desde adentro

tu rostro misterioso.
Y no voy a interrumpirte
en tu descanso, ni a confesar quién era
despidiéndome de ti,

sino a bajar
los cinco pisos vertiginosos
desde el alto silencio de tu cuarto
hasta las puertas ruidosas

que dan al patio y el sol
y al ojo fotográfico
de un conserje, presentándome
con un adiós.


Harry Clifton, Dublín, Irlanda, 1952
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Desierto de Atacama, foto de Gustavo Muñoz Clos
[Creative Commons license]


Morning

First light steals
Across the metal roofs
In silence, reveals
You sleeping, me standing aloof

At the open door,
Anonymous as when I gave
What you sheltered me for
Last night, assuring myself I have

Everything, while you keep
Night’s language in a dark place,
In a rhythmic sleep
Suffusing your mystery face

From the inside.
Nor will I break
That sleep in you, confide
Who I was in the act of taking

Leave of you, but drop
Down five vertiginous floors
From the high silence
Of your room, to where the clanging doors

Give onto sun and courtyard
And the photografic eye
Of a caretaker, introducing myself
With goodbye.



Los que llegaban ahí
por sueño o por defecto
se veían de pronto en un desierto
de sal encostrada.

Lo llamaban Atacama.
Iban a trabajar. Al otro lado
de los Andes, la lluvia y el trueno robado
del coronel Fawcett. La mirada impasible,

se aclaraban la voz continuamente
a este lado de la empresa puritana,
distantes, despojados de emoción,
cuando trataban de hablar.

Mi padre comenzó a desmoronarse
a las tres semanas.
Los cócteles de pisco, y las indias,
amigables, con bombines,

mascando coca, tomando mate,
respirando el aire más puro
que soñó la astronomía, que ansió la religión,
la pureza de la desesperanza.

Mi madre, una joven tan hermosa
en un sitio tan desagradable,
mantenía vigilancia de la llanura costera,
escuchaba cada noche los trenes de carga

adentrarse en Antofagasta,
el interior soñado, hacia el clima
de Chuquicamata. Pronto, finalmente,
se unirían,

el púrpura persiguiendo al amarillo
en el suelo...
Lo llamaban la sombra de lluvia,
llevada al norte

de luna de miel, rodeando el Cabo de Hornos,
por ciudades de tango, puertos africanos,
un pasado vivo en un futuro atormentado, 
mucho antes de que yo naciera —

Una puerta que golpea con el viento,
un abatimiento ante el ruido de los trenes,
un sollozo estremecedor junto a la pila de la cocina,
en la tierra de la lluvia infinita.


Harry Clifton, Dublín, Irlanda, 1952
Versión © Gerardo Gambolini


The Rain Shadow

All who got there
By dreaming or default,
Found themselves in a desert
Of crusted salt.

They called it Atacama,
Went to work. Across the divide
Of the Andes, Colonel Fawcett’s rain
And stolen thunder. Dry-eyed,

Tearless, trying to speak,
Endlessly they cleared their throats
On this side of the puritan trek,
Emotionless, remote.

Father began to crack
In three weeks flat.
Pisco sours, and Indian women,
Friendly, bowler-hatted,

Chewing coca, drinking mate,
Breathing the clearest air
Astronomy dreamed, religion craved,
The purity of despair.

Mother, a girl so nice
In so nasty place,
Kept vigil on the coastal plain,
Heard the tinkle of ingot trains

Nightly, into Antofagasta,
Dreamt up-country, to the weather
Of Chuqui Camata. Soon, at last,
They would come together,

Purple chasing yellow
Across the earth...
They called it the rain shadow,
Brought it north

On honeymoon, around Cape Horn,
Through tango cities, African ports,
A past alive in a haunted future
Long before I was born —

A door banging in the wind,
A breakdown at the sound of trains,
A shuddering sob at the kitchen sink,
In the land of infinite rain.



Vengo de gitanos, por parte de madre.
Había mañanas, en mi infancia,
en que una extraña salía de la noche
para sentarse a la mesa. Mi padre
fumaba sin hablar. Mi madre, en una lengua
que no era de este mundo, lloraba y sermoneaba.
La visita simplemente se quedaba en su lugar,
escuchando. Una joven, glamorosa
al estilo de hace medio siglo, su perfume
una caja de resonancia para los sentidos,
ahora, al momento de escribir...
                                                Apenas despierto a la hora
de las palabras agrias, las ilusiones estropeadas,
yo tomaba la leche de los orígenes como un dios-niño —
Los hoteles perdidos, la larga cadena prenatal
de vagabundeos... Y esa, nuestra mentira familiar
eclipsada por la luz eléctrica y pasmosas claridades,
estalló. Gritos, recriminaciones,
“Ve adentro, te llamaremos...” A través de una pared
que nadie cruzó en veinte años
escuché llegar el taxi. Ella vino adentro
y me abrazó. “Aquí nadie me entiende —
sólo tú, amorcito...
                              Pasarían los años,
yo me escaparía. La lengua materna estaba ahí afuera
en alguna parte. Para entonces, ella estaba levantando campamento 
o echando raíces nuevas, en otro lugar,
con un absoluto extraño, que me instruiría en el juego,
los caballos, las sagas familiares
continuamente ampliadas, en ninguna parte escritas.


Harry Clifton, Dublín, Irlanda, 1952
Versión © Gerardo Gambolini


Mother Tongue

I came from gypsies, on my mother’s side.
There would be dawns, in childhood,
When somebody strange came out of the night
To sit at table. Father smoked,
Said nothing. Mother, in a language
Not of this this world, wept and harangued.
And the visitor just sat there
Listening. A little woman, glamorous
In the manner of half century back,
Her perfume like a sounding-board for the senses
Now, at the time of writing...
                                               Barely awake
At the hour of stripped illusions, bitter words,
I drank the milk of origins like a godchild —
Lost hotels, the long pre-natal chain
Of wanderings... And this, our household lie
Eclipsed by electric light and shattering clarities,
Broken into. Shouts, recriminations,
Go inside, we’ll call you... Through a wall
No-one breached for twenty years
I heard the taxi called. She came inside
And held me to her. No-one here understands me —
You alone, amorcito...
                                   Years would pass,
I would run away. It was out there somewhere,
The mother-tongue. By now, she was striking camp
Or putting down new roots, in another town,
With an absolute stranger, who would educate me
In gambling, horses, family sagas
Endlessly added to, nowhere written down.


domingo, 8 de julio de 2012

Thomas Kinsella




Haciendo el té

Cruzaba la ventana de la cocina y me detuve,
la tetera medio llena de agua hirviendo.
Había algo con los chicos, tranquilos afuera:
el nieto, apuesto y cada vez más alto,
y sus tres primas.
                                               Hablando.
No jugando, en el jardín del fondo.

Él estaba parado junto a la mesa, desenvuelto,
entreteniéndolas, dominando;
ellas, sentadas en el banco enfrente de él,
aceptando ser cautivadas y entretenidas.

En su rincón privado. Con la enredadera del vecino
asomando apenas por la pared.

                                   Todavía era un juego.
Vacié el agua caliente en la pileta.


Thomas Kinsella, Dublín, Irlanda, 1928
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Kinsella leyendo en el Gate Theatre de Dublín


Making the Tea

I was passing the kitchen window, and stopped,
with the teapot half full of scalding water.
It was something about the childrn, quiet outside:
the grandson, goodlooking and growing tall,
and his three young girl cousins.
                                               Talking together.
Not playing, in the back yard.

He was standing casual by the garden table,
entertaining them, and holding sway;
they sitting on the bench in front of him,
agreeing to be charmed and entertained.

In their sheltered corner. With the neighbour’s creeper
barely showing over the wall.

                                               It was a game still.
I emptied my hot water into the sink.



El cuerpo llevado a la iglesia

En el teléfono, la voz de ella era distante,
pero largamente familiar.

*

Doblé otra esquina, siguiendo un hábito viejo,
y encontré St. Agnes.
                        La entrada llena de parientes:
primos, con la emoción de ancianos,
presentando esposas y maridos.

Busqué con la mirada a la hermana mayor.
Pero nadie le había avisado. Siempre fuimos
él y yo, nacidos al mismo tiempo.

Ocupamos nuestros sitios en la iglesia,
arrodillándonos y sentándonos
y descubriéndonos unos a otros, aquí y allá.

Sonó una campanilla y apareció un sacerdote joven
por el costado del altar. Comenzó
elogiando al difunto como buen esposo
y buen padre, y amigo de los vecinos.
Depués consoló a los deudos,
rematando las frases piadosas con un modesto floreo.

Se hizo a un lado, y ocupó su lugar
un joven feligrés, corpulento y de bigotes,
que habló con amor y sinceridad.
Un hijo y amigo del muerto.

Siguieron otros, hijas y otro hijo,
recordándolo y juntándose alrededor del ataúd.

Se formaron filas de dolientes en los pasillos laterales,
se acercaron al sacerdote, recibieron la hostia uno por uno
y volvieron a sus sitios.

El servicio terminó con el gesto de la paz
entre los fieles. La joven que estaba a mi lado
me tomó la mano entre las suyas con una sonrisa.

Los hijos e hijas condujeron a los presentes
hacia la puerta de entrada por el pasillo central,
y nos agregábamos detrás de la procesión a medida que pasaba.

Afuera, cuando la familia se fue en coche,
nos volvimos a mezclar en el mismo tumulto amistoso.
Intercambiando números. Arreglando para mantenernos en contacto.


Thomas Kinsella, Dublín, Irlanda, 1928
Versión © Gerardo Gambolini


The Body brought to the Church

Her voice was on the phone was remote,
but familiar from long ago.

                                   *

Round one more corner, by an old habit,
I found St. Agnes’s.
                                 The entrance full of relatives:
cousins, in elderly excitement,
introducing wives and husbands.

I looked around for the older sister.
But no one had called about her. It was always
himself and myself, born at the same time.


We took our places inside, around the church,
kneeling and sitting back
and noticing each other here and there.

A bell rang, and a young priest appeared
from around the side of the altar. He began
by praising the deceased as a good husband
and good father and friend in the neighbourhood.
Then consoled the bereaved,
ending the pious phrases with a modest flourish.

He stepped to one side, and his place was taken
by a young parishioner, moustached and heavy,
who spoke with directness and love.
A son and friend of the dead.

Others followed, daughters and another son,
remembering him and assembling around the coffin.

Lines of mourners formed in the side aisles,
approached the priest, acepted the Host in turn,
and turned away, back toward their places.

The service ended with the gesture of peace
around the congregation. The girl beside me
tookmy hand in both of hers with a smile.

The sons and daugters led the congregation
down the centre aisle toward the front door,
and we joined the end of the procession as it passed.


Outside, when the family were driven away,
we mixed again in the same friendly confusion.
Exchanging numbers. Arranging to keep in touch.



Errando ...

Errando
solo, de un cuarto vacío a otro
por los pasillos de un hotel ruinoso,
buscando el orinal extraviado...

Me desperté
            respirando un olor mental
y sentí en la boca los datos de la noche.


Mujeres nocturnas,
que destrozan la obra de mis días,

¿encontrarán lo que necesitan
en el baldío por venir?


Thomas Kinsella, Dublín, Irlanda, 1928
Versión © Gerardo Gambolini


Wandering alone...

Wandering alone
from abandoned room to room
down the corridors of a derelict hotel,
searching for the lost urinal...

I woke,
             breathing a mental smell,
and tasted the night facts.


Nighwomen,
picking the works of my days apart,

will you find what you need
in the waste still to come?