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viernes, 4 de octubre de 2013

Temprano y tarde





Temprano y tarde

                                                                       a L. T.


¿A qué despertar con la idea de borrasca,
las olas trepando la escollera,
las olas arrastrando tu cuerpo minado
y el viento que bate la lona recogida de las carpas?
¿A qué despertar con la idea de mitades,
de construcciones sin terminar,
de vidas detenidas colgadas en las perchas?
¿Para qué revisar las ramas de la casa?

Aferrémonos mejor a la chance de mentir,
al silencio amable de la imaginación.
E igual que en la impecable ceguera
de la juventud, pensemos de nuevo
que aún la muerte debe ser abandonada
negando que tu cuerpo sea un fugitivo.


Gerardo Gambolini, Bs. As., Argentina, 1955
imagen: Mar del Plata, Torreón



viernes, 1 de febrero de 2013

Conversos




Conversos


En ti se idolatran
vitoreando
tu plena vulgaridad
su vulgar arribismo

Lo que une las homilías
une las comedias: posados como el cuervo
en el busto de Palas, parpadean en tu boca
su ojo monoteísta, su estúpido nunca más,
su manso destino


Gerardo Gambolini, Argentina, 1955
imagen: Édouard Manet, ilustración para la edición francesa de “The Raven” 
de Wikipedia - under Creative Commons Attribution


sábado, 8 de diciembre de 2012

Omertá




Maya 

Ayer no fue el fin del mundo
pero al menos aquí
abundamos fantasmas



Racconto 

cuando michael mata en el bar a mc cluskey
la inteligencia dice: son dos basuras
aun así el corazón

prefiere a pacino —
la farsa del hampa
siempre es más clara que la oficial


Gerardo Gambolini, Argentina, 1955 
imagen: códice Dresde

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Serviremos






¿No será la obediencia algo así como el hipnotismo?
—Friedrich Nietzsche

¿Y si llueve?
—Jerome K. Jerome


Un largo siroco en el paisaje, y la calima que talla
frentes iguales, cuencos vacíos —

(era cierto, cien veces preferible
la galia en guerra
a la paz esmeralda)

aquí
renacen estampitas al calor de un
credo bursátil, un gol venerado

pequeños oradores adornan la biblioteca
a la vera del baldío
hoy no vendrá —repiten en lenguas—
pero mañana seguro que sí

restos de latas, pan dulce
lo único que hay
es énfasis


Gerardo Gambolini, Argentina, 1955
imagen: ejército de terracota de Xian


martes, 7 de agosto de 2012

Pan y chocolate





Pan y chocolate

“... gold has been our bane”
—Robert Burns 

“... la nostra generazione ha fatto veramente schifo...”
— de  C’eravamo tanto amati 


Airada Popea,
rendidos estamos ante ti —
admirable es el poder que ponemos
a tus pies

Urbana Popea,
no jodas más — tus caballeros de Troyes
no mueren ni peregrinan, tus arquitectos no dan abasto —
ya no nos rebajes,
no disimules
el talismán del botín.

Qué guardarán las estrellas
para tu carne, Incitata,
qué guardarán para la carne
entregada por nosotros
con la sonrisa consciente, inconsciente,
radiante, argentina


Gerardo Gambolini, Buenos Aires, Argentina, 1955


viernes, 20 de julio de 2012

Eterno retorno






                                               Merdre!
                                               —Ubu Rey

La querida, y una esporádica
enagua de obsequio, bombones
de rendición — o la mujer
golpeada por el rufián
al que una y otra vez
pide perdón entre besos

Un teatro de viento,
una nube de tela
sobre una tierra
contada por máscaras.


Gerardo Gambolini, Buenos Aires, 1955
imagen: Joan Miró, Ubu Roi



Yo creo, López, que hay muchas oraciones.
¿Qué hacemos con tantos adjetivos, con tantos pronombres
boqueando como bagres?
Parecen las burbujas de la soda, no duran nada.
¿Se imagina, un soneto sin verbos?
¿O una novela sin sustantivos?
Si al final no hay tanto que decir. Para mí la solución
sería prohibir el crescendo.

Ah, pero un día ya no habrá más piedra sobre piedra,
idea condensada: sólo un reino de química y de física
flotando en el éter.
Lo que me asusta, López, es pensar en la música del cosmos
y no escucharla.


Gerardo Gambolini, Buenos Aires, 1955

sábado, 26 de noviembre de 2011

Dos de cine



Imagen

Cuando muere Modigliani, finalmente
Lino Ventura camina hacia los cuadros
y París consigue otro pintor
para animar galerías —

Ah, qué tonto, Modigliani,
los museos hablan tarde
debiste hacer que pintabas
debiste ser Gérard Philipe

Gerardo Gambolini, Argentina, 1955
imagen: L. Ventura, Les amants de Montparnasse




Rick estuvo bien,
ella y Lazlo debían irse juntos
y Louis en el fondo era sensible.
El mundo libre contra el Eje.
¿Pero qué hacía el mundo
en Casablanca?

Gerardo Gambolini, Argentina, 1955

viernes, 4 de noviembre de 2011

Las horas del alba




Las horas del alba

Construye una imagen de sí
que atrae los mejores adjetivos: noble,
ecuánime, altruista,
los mejores sustantivos: talento, constancia,
franqueza, pasión

construye una imagen de sí
como las cumbres de la pena ganada en buena ley,
la sima de los fuegos arrancados,
como los últimos días de la urgencia,
las pruebas del azar —

pero siempre está la llegada de la noche,
el cuerpo en la cama
sin testigos.

Gerardo Gambolini, Buenos Aires, Argentina, 1955
imagen: pintura de David Wagner
[Public Domain Image]



jueves, 15 de septiembre de 2011

Coliseo




Entre la carne y el agua
un pelotón abigarrado
camino del hedor

y una tropa de cacería
igualmente despreciable. Sombras de sal
disputándose los cuerpos.

La primera pena de una tierra es el himno,
los votos de redención,
la sonrisa común innecesaria.

Yo amanezco hacia adentro diariamente,
avanzo diariamente hacia una cita privada y sin encanto,
hacia un eco desprovisto de un origen.


Gerardo Gambolini, Buenos Aires, Argentina, 1955
imagen: Cabildo y Plaza de la Victoria, 1877 
fuente: Archivo General de la Nación


martes, 7 de junio de 2011

Gerardo Gambolini




La pared se cayó.
El arquitecto niega ser responsable.
La calidad del suelo, sostiene, no es la mejor,
y algunos vientos superan lo predecible.
Fulano de Tal, vecino y profesor de historia,
agrega que en el pasado
ya se cayeron otras paredes.
Mengano de Tal, sociólogo del barrio,
afirma que los vecinos
no armaron tanto lío en esas ocasiones,
porque eran paredes que no le importaban
a nadie.
Zutano de Tal, ensayista de fomento,
propone que en realidad
las paredes no existen: son una alegoría
de nuestras propias limitaciones.
Un trío de periodistas festeja el derrumbe
y lanza suspicacias contra los transeúntes...

Relativistas del mundo, ite.
Vaffanculo.
La pared se cayó.
Si uno anda por ahí, pisa cascotes.

Gerardo Gambolini, Buenos Aires, 1955
imagen: s/d


                                                              
                                                  Ni los dioses, ni los hombres ni los estantes de las bibliotecas 
                                                  soportan a un poeta mediocre.
                                                  —Horacio

                                               ¿No comprendes que tus designios están descubiertos?
                                                —Cicerón, Primera Catilinaria

                                  
Una suerte de imperfección era lo que tenía,
y la poesía que inventaba era fácil de olvidar;
conocía la ambición como la palma de su mano
y moría de interés por espacios y ascensores;
cuando leía, respetables escritores disimulaban la risa,
cuando odiaba, los chicos le cantaban sus burlas en las calles.



lunes, 21 de marzo de 2011

Gerardo Gambolini

Agua a los sedientos
Todas las gentes lo vieron desnudo y, como sabían que el que
no viera la tela era por no ser hijo de su padre, creyendo
cada uno que, aunque él no la veía, los demás sí, por miedo
a perder la honra, permanecieron callados y ninguno se atrevió
a descubrir aquel secreto.
—Don Juan Manuel, El conde Lucanor

Chance el Jardinero: Primero vienen la primavera y el verano,
pero después tenemos el otoño y el invierno. Y después tenemos
la primavera y el verano otra vez. [...]
Presidente: Admiro su sólido sentido común.

Mi nombre es legión, porque somos muchos.
—Marcos, 5:9

La vida le parecía prodigiosamente larga.
—Virginia Woolf, Orlando

“Nos dijo sí, no dijo nada más,
nos quiso decir sé lo que hago, confíen,
no me pregunten por el modo, los detalles,
el mar se partirá y en todas partes
habrá señales, las calles serán avenidas,
la escarcha abundará el desierto,
los vientos esparcerán venganzas y la langosta
revelará verdades y por fin
seremos —
fue un discurso brillante.
Parecía más alto, más esbelto,
estaba hermosa y nos habló durante horas
sin leer, fue increíble, sin leer —
quien puede hablar sin leer puede hacer todo,
despeñar a los demonios, darnos la lluvia,
enseñar la tierra prometida. Una nación
de pares, de nombres destronados.
Nosotros sólo somos doctores, escribas, terrenos.
Necesitamos pensar. Ella habla sin leer.
Es increíble.”

Gerardo Gambolini, Buenos Aires, Argentina, 1955
imagen: detalle de La Creación, de Miguel Ángel


viernes, 14 de enero de 2011

Gerardo Gambolini


Instantánea

Al cabo aprender
que la piel más suave y la peor de las fauces
el éxtasis que muestra
la vanidad final de cualquier palabra
y la miseria de las partidas
la redención esbozada
y el regreso al alma propia
pueden estar a un minuto, una costumbre
una charla de distancia

Gerardo Gambolini, Argentina, 1955
imagen: Precipice 3, litografía, por Lingden Landon



La escama del cordero

La carne se aísla
en su propia naturaleza —
lo otro se alimenta
del vacío.

Delante es un pozo
por donde caen las vacas, el aire,
los hijos — una alianza lejana
entre el fósforo y la pólvora.

Señor, o no,
somos intento, somos
tu largo silencio
en cada rostro del mundo.

Gerardo Gambolini, Argentina, 1955

domingo, 2 de enero de 2011

Gerardo Gambolini


Laicos en el templo

Una marea incontable
desfilando ante los cuerpos
con salmos y elegías

Una marea incontable
canonizando al césar, produciendo
ceremonia

Quédate lejos, dios,
sigue ocurriendo en la conjetura
no vengas a la fe del paganismo

No cesará la noche encubierta —
algo indominable nos condena a combatir
el clero de la mente con mesías

Gerardo Gambolini, Argentina, 1955
imagen: Tres peregrinos ciegos (1566), Pieter Brueghel el Viejo
probablemente copia de un original perdido


viernes, 3 de diciembre de 2010

Gerardo Gambolini

we’d cut ’em in half with a machine gun and give ’em a Band-Aid
Apocalypse Now
Oh celebrad
lapidamos el tabaco finalmente
alejamos el cáncer la tos
el enfisema
Introibimus ad altare salutis

Una nación
de cuerpos sanos —

Y siempre nos queda el hidromiel
un caballo de Atenea
que arrastrar
siempre podemos
seguir perdiendo Troya

Oh patria
sólo aventamos
los humos más débiles

lunes, 14 de junio de 2010

Gerardo Gambolini


Un dios exiguo

La soberbia no es grandeza sino hinchazón
—San Agustín


Y el Señor vagó horas de ocio
y persiguió piedras arrojadas con hastío
por su enunciado poder.
Yo existo! Yo existo! —gritaba—

Pero no había creyentes en los templos
ni blasfemos en los patios.
Así, una mañana, animó el universo inagotable
hasta la última oscuridad.

Y naciones libres y aldeas miserables
reconocieron la gloria y la ira
en la dispensa de la lluvia
y la condena de la peste.

Y la fe tocó la daga
y el pecho de los muertos. En verdad, en verdad,
tuyo es el reino y la lluvia
y la peste.

Amarás a dios por sobre todas las cosas,
dice, y dios soy yo. Y la venganza es mía.
Pero no creó el mundo
ni levantó una iglesia

ni se miró en las aguas
o en los ojos de sus obras
para ver el rostro de un demiurgo
menor, colérico, rollizo,

casto de arte, lejano de
presente, pasada, futura divinidad.

Gerardo Gambolini, Buenos Aires, Argentina, 1955
imagen: Rubens, La caída de Ícaro, 1636