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lunes, 25 de febrero de 2013

Dylan Thomas







El cielo está rasgado
en este harapiento aniversario de dos
que marcharon tres años en unión
por los largos caminos de sus votos.

Ahora su amor oculta una pérdida
y el Amor y sus pacientes rugen encadenados;
desde cada nube que encierra
una música o un cráter, la muerte golpea su casa.

Demasiado tarde bajo la lluvia perversa
se unen aquellos a quienes su amor separó:
las ventanas inundan su corazón
y las puertas arden en su cabeza.


Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


On a Wedding Anniversary
                                                                                                                                                                                           
The sky is torn across
This ragged anniversary of two
Who moved for three years in tune
Down the long walks of their vows.

Now their love lies a loss
And Love and his patients roar on a chain;
From every tune or crater
Carrying cloud, Death strikes their house.

Too late in the wrong rain
They come together whom their love parted:
The windows pour into their heart
And the doors burn in their brain.



lunes, 19 de septiembre de 2011

Dylan Thomas



En mi oficio o arte huraño

En mi oficio o arte huraño
ejercido en la calma de la noche
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todos sus pesares en los brazos,
a la luz cantarina yo trabajo
no por pan o ambición
o el alarde y el tráfico de encantos
en los teatros de marfil
sino por la simple paga
de sus más secretos sentimientos.

No al hombre altivo
aislado de la luna enfurecida
le escribo en estas páginas de espuma
ni a los muertos encumbrados
con sus salmos y ruiseñores
sino a los amantes -sus brazos
ciñendo los pesares de los tiempos-
que no ofrecen paga ni alabanzas
ni prestan atención a mi labor. 

Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d



In my craft or sullen art

In my craft or sullen art
Exercised in the still night
When only the moon rages
And the lovers lie abed 
With all their griefs in their arms,
I labour by singing light
Not for ambition or bread
Or the strut and trade of charms
On the ivory stages
But for the common wages
Of their most secret heart.

Not for the proud man apart
From the raging moon I write
On these spindrift pages
Nor for the towering dead
With their nightingales and psalms
But for the lovers, their arms
Round the griefs of the ages,
Who pay no praise or wages
Nor heed my craft or art.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Dylan Thomas


Y la muerte no tendrá dominio

Y la muerte no tendrá dominio.
Los muertos desnudos serán uno
con el hombre bajo el viento y la luna del oeste;
cuandos sus huesos queden limpios y los huesos limpios
ya no estén, a los lados y los pies tendrán estrellas;
aunque se vuelvan locos serán cuerdos,
aunque se hundan en el mar resurgirán;
se perderán los amantes, no el amor;
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Yaciendo bajo los vientos del mar
no morirán barridos;
retorciéndose en el potro cuando ceden los tendones,
amarrados a una rueda, no serán despedazados;
la fe se rasgará por la mitad entre sus manos
y los males unicornes habrán de atravesarlos;
separados los extremos, ellos no se partirán;
y la muerte no tendrá dominio.

Y la muerte no tendrá dominio.
Las gaviotas ya no pueden gritar en sus oídos
ni romper ruidosamente las olas en la playa;
donde una flor se mecía, ya no alza una flor
su cabeza a los golpes de la lluvia;
aunque esos sujetos estén locos y muertos para siempre,
sacarán la cabeza por las margaritas;
irrumpirán al sol hasta que el sol se apague,
y la muerte no tendrá dominio.

Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d



And Death Shall Have No Dominion

And death shall have no dominion.
Dead men naked they shall be one
With the man in the wind and the west moon;
When their bones are picked clean and the clean bones gone,
They shall have stars at elbow and foot;
Though they go mad they shall be sane,
Though they sink through the sea they shall rise again;
Though lovers be lost love shall not;
And death shall have no dominion.

And death shall have no dominion.
Under the windings of the sea
They lying long shall not die windily;
Twisting on racks when sinews give way,
Strapped to a wheel, yet they shall not break;
Faith in their hands shall snap in two,
And the unicorn evils run them through;
Split all ends up they shan’t crack;
And death shall have no dominion.

And death shall have no dominion.
No more may gulls cry at their ears
Or waves break loud on the seashores;
Where blew a flower may a flower no more
Lift its head to the blows of the rain;
Though they be mad and dead as nails,
Heads of the characters hammer through daisies;
Break in the sun till the sun breaks down,
And death shall have no dominion.

lunes, 25 de enero de 2010

Dylan Thomas / 2 poemas


Una negativa a lamentar la muerte por fuego de una niña en Londres

Nunca hasta que la oscuridad artífice del hombre
hacedora del ave el animal y la flor
y humillante de todo
anuncie con silencio el despuntar de la última luz
y llegue la hora calma
del mar que se agita con la brida

y yo deba entrar de nuevo
en la redonda Sión de la gota de agua
y la sinagoga de la espiga de maíz
rezaré jamás la sombra de un sonido
ni sembraré mi grano de sal
en el mínimo valle de cilicio para lamentar

la majestad y el fuego de la muerte de la niña.
No mataré
la humanidad de su partida con una verdad solemne
ni voy a blasfemar por las estaciones del aliento
con ninguna otra elegía
de inocencia y juventud.

En lo profundo, con los primeros muertos, yace la hija de Londres,
vestida con los amigos largos,
las fibras sin edad, las venas oscuras de su madre,
secreta junto al agua sin lamento
del Támesis que corre.
Tras la primera muerte, ya no hay otra.

Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Claude Monet, The Thames at Westminster, 1871


A Refusal to Mourn the Death, by Fire, of a Child in London

Never until the mankind making
Bird beast and flower
Fathering and all humbling darkness
Tells with silence the last light breaking
And the still hour
Is come of the sea tumbling in harness

And I must enter again the round
Zion of the water bead
And the synagogue of the ear of corn
Shall I let pray the shadow of a sound
Or sow my salt seed
In the least valley of sackcloth to mourn

The majesty and burning of the child's death.
I shall not murder
The mankind of her going with a grave truth
Nor blaspheme down the stations of the breath
With any further
Elegy of innocence and youth.

Deep with the first dead lies London's daughter,
Robed in the long friends,
The grains beyond age, the dark veins of her mother,
Secret by the unmourning water
Of the riding Thames.
After the first death, there is no other.



La mano que firmó el papel

La mano que firmó el papel derribó una ciudad;
cinco dedos soberanos tasaron el aliento,
duplicaron el mundo de los muertos y partieron un país por la mitad;
esos cinco reyes hicieron un rey de la muerte.

La mano poderosa lleva a un hombro vencido,
las falanges contraídas por la gota;
una pluma de ganso puso fin a la matanza
que puso fin al discurso.

La mano que firmó el pacto engendró fiebre,
y creció el hambre, y vino la langosta;
grande es la mano que tiene dominio sobre el hombre
sólo por un nombre borrajeado.

Los cinco reyes cuentan los muertos
pero no alivian la herida encostrada ni acarician la frente;
una mano decide la piedad como otra decide el cielo;
las manos no tienen lágrimas que derramar.

Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini

The Hand that Signed the Paper

The hand that signed the paper felled a city;
Five sovereign fingers taxed the breath,
Doubled the globe of dead and halved a country;
These five kings did a king to death.

The mighty hand leads to a sloping shoulder,
The finger joints are cramped with chalk;
A goose's quill has put an end to murder
That put an end to talk.

The hand that signed the treaty bred a fever,
And famine grew, and locusts came;
Great is the hand the holds dominion over
Man by a scribbled name.

The five kings count the dead but do not soften
The crusted wound nor pat the brow;
A hand rules pity as a hand rules heaven;
Hands have no tears to flow.