lunes, 25 de enero de 2010
Dylan Thomas / 2 poemas
Una negativa a lamentar la muerte por fuego de una niña en Londres
Nunca hasta que la oscuridad artífice del hombre
hacedora del ave el animal y la flor
y humillante de todo
anuncie con silencio el despuntar de la última luz
y llegue la hora calma
del mar que se agita con la brida
y yo deba entrar de nuevo
en la redonda Sión de la gota de agua
y la sinagoga de la espiga de maíz
rezaré jamás la sombra de un sonido
ni sembraré mi grano de sal
en el mínimo valle de cilicio para lamentar
la majestad y el fuego de la muerte de la niña.
No mataré
la humanidad de su partida con una verdad solemne
ni voy a blasfemar por las estaciones del aliento
con ninguna otra elegía
de inocencia y juventud.
En lo profundo, con los primeros muertos, yace la hija de Londres,
vestida con los amigos largos,
las fibras sin edad, las venas oscuras de su madre,
secreta junto al agua sin lamento
del Támesis que corre.
Tras la primera muerte, ya no hay otra.
Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Claude Monet, The Thames at Westminster, 1871
A Refusal to Mourn the Death, by Fire, of a Child in London
Never until the mankind making
Bird beast and flower
Fathering and all humbling darkness
Tells with silence the last light breaking
And the still hour
Is come of the sea tumbling in harness
And I must enter again the round
Zion of the water bead
And the synagogue of the ear of corn
Shall I let pray the shadow of a sound
Or sow my salt seed
In the least valley of sackcloth to mourn
The majesty and burning of the child's death.
I shall not murder
The mankind of her going with a grave truth
Nor blaspheme down the stations of the breath
With any further
Elegy of innocence and youth.
Deep with the first dead lies London's daughter,
Robed in the long friends,
The grains beyond age, the dark veins of her mother,
Secret by the unmourning water
Of the riding Thames.
After the first death, there is no other.
La mano que firmó el papel
La mano que firmó el papel derribó una ciudad;
cinco dedos soberanos tasaron el aliento,
duplicaron el mundo de los muertos y partieron un país por la mitad;
esos cinco reyes hicieron un rey de la muerte.
La mano poderosa lleva a un hombro vencido,
las falanges contraídas por la gota;
una pluma de ganso puso fin a la matanza
que puso fin al discurso.
La mano que firmó el pacto engendró fiebre,
y creció el hambre, y vino la langosta;
grande es la mano que tiene dominio sobre el hombre
sólo por un nombre borrajeado.
Los cinco reyes cuentan los muertos
pero no alivian la herida encostrada ni acarician la frente;
una mano decide la piedad como otra decide el cielo;
las manos no tienen lágrimas que derramar.
Dylan Thomas, Swansea, Gales, 1914-1953
Versión © Gerardo Gambolini
The Hand that Signed the Paper
The hand that signed the paper felled a city;
Five sovereign fingers taxed the breath,
Doubled the globe of dead and halved a country;
These five kings did a king to death.
The mighty hand leads to a sloping shoulder,
The finger joints are cramped with chalk;
A goose's quill has put an end to murder
That put an end to talk.
The hand that signed the treaty bred a fever,
And famine grew, and locusts came;
Great is the hand the holds dominion over
Man by a scribbled name.
The five kings count the dead but do not soften
The crusted wound nor pat the brow;
A hand rules pity as a hand rules heaven;
Hands have no tears to flow.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario