Despedida
Su frescura no se animan a mostrar, su frescura no se animan
a mostrar...
Lascivas y alegres — las focas hunden y asoman la cabeza en
la marea
entre las islas; brillosas y negras e irrelevantes
no pueden por supuesto demostrar lo que desean:
derribadas por fusiles bajo bandera prestada,
emboscadas desde la zarza húmeda y apresadas de las aletas
y arrojadas a un pozo como una piel seca, apaleadas
por campesinos de labios gruesos y la tos del tomador de
whisky.
Detén el auto en Dublín, mira Sackville Street
sin los sacos de arena de las fotos viejas,1
contempla las estatuas
de los patriotas — la historia nunca muere en Irlanda, de
todos modos,
incendio y asesinato on legados,
como anillos viejos con el engarce vacío, sin sus mudos
talismanes de piedra.
Mira Belfast, devota y profana y dura, construida
sobre fango entarquinado, los martillos resonando en el
astillero,
el tiempo agujereado como una lámina de acero, el tiempo
endureciendo las caras, revistiendo con una escarcha
jaspeada y gris
las caras bajo los chales y las gorras:
esa fue mi ciudad natal, esos los pechos que mamé.
Una patria de lava callosa enfriada hasta volverse piedra,
de parvas de pasto mequino, de gemidos de sirenas de barco,
de tonadas que van declinando — quisiera que anotes,
quisiera decirte , mira —diría—, esto es lo que me has dado:
indiferencia y sentimentalismo,
una risita metálica, una mano torpe,
un corazón que late al compás de una banda de flautas:
pon eso contra tu aire de adularia y amatista
punzado por el agua,
las patas de los caballos como cencerros de pelo tirando
penosamente
del carromato naranja2, el manantial color
cerveza negra
fluyendo entre los brezos, la verde efusión
de la primavera irlandesa.
Maldito sea aquel que maldice a su madre. No puedo ser otro
que el que esta tierra me hizo:
retazos de blanco en el fondo de mi mente, las velas
de los botes pesqueros en la Bahía — las sogas sacuden la
cola
las campanas se sueltan cuando intento tañer mis recuerdos —
memoria en apostasía.
Quisiera sumar mis factores,
pero, ¿quién puede ponerse en el camino de los tractores del
alma?
Puedo decir que Irlanda es impostora, Irlanda es
una galería de tapices falsos,
pero no puedo negar el pasado al que me encuentro unido,
la figura tejida no puede deshacer su trama.
Una tapa de cartón que vi a los cuatro años
mostraba un perro y una torre redonda, y eso era el enanto
irlandés,
y las cruces célticas postizas del cementerio
reivindicaban nuestra individualidad,
y mi padre hablaba del oeste, donde solía
jugar al hurley3
en las arenas con maderas de algún naufragio.
Detén el auto en Killarney, compra un souvenir de mármol
verde
o de roble negro, sigue hasta Clare, trepa el acantilado de
la postal,4
visita la ciudad de Galway, idealiza nuestra sangre
española,5
deja el diez por ciento de compasión debajo del plato
para el emigrante, jáctate de nuestra santidad,
nuestro heroísmo y nuestra indigencia estéril.
Columba Kevin y Brendan el navegante los nombres aceptados6,
Wolfe Tone y Grattan y Michael Collins7 los
nombres aceptados,
admira la dulzura con que el arquitecto
está reconstruyendo la mansión incendiada, recuerda
los días gloriosos de la Feria Equina,8 alardea cuanto
quieras,
pero tómate el barco a Holyhead9 antes de que
debas
pagar la factura, antes de afrontar las consecuencias
del alma autóctona y la maleficiencia del clima
y de pagar con indolente fatalismo por la tramposa beleza de
un prisma.
Yo voy a exorcisar mi sangre
y a abandonar mis ropas de niño mi sudario
voy a adquirir una actitud no la tuya
y a convertirme en uno de tus turistas,
y por más seguido que acaso venga
adiós, patria mía, y para siempre;
cualquiera sea el deseo que me asalte cuando tus vientos me
rocen la cara
lo llevaré a casa, lo pondré en una caja de vidrio
y me quedaré mirándolo tan sólo,
ante cada nueva fantasía de armas y de insignias.
Acaso la escarcha no azote la cerca de fusias
y la tierra provea como hasta ahora,
pero ninguna dicha perdurable puede crecer de estas almas
emborachadas de sangre, restringdas por anteojeras.
Las anguilas remontan el Shanon a pesar de la gran represa;
no se cambia un comportamiento dándole un nombre nuevo.
Fuente de azul y verde encrespándose en el viento,
debo ir al este y quedarme, sin mirar atrás,
sin saber qué día la bruma es un manto espeso
ni cuándo el sol cobija el valle y rápidas sombras de nubes
blancas
cruzan las colinas como un fraseo de violín.
Si fuera un perro detrás de la luz iría
desde Phoenix Park hasta Achill Sound10
siguiendo el rastro de cien fugitivos
que han roto la malla de vidas ordinarias,
pero siendo ordinario yo también, debo entonces discutir
qué significamos nosotros para Irlanda o Irlanda para
nosotros;
debo celebrar el hito y la rareza
el oro enterrado de un viejo rey bravucón,
las antigüedades en falsete, debo gesticular,
tomar parte en cada impostura, o renunciar.
Renuncio, por lo tanto; adiós a las colinas parceladas y a
las agrestes,
al Atlántico pomposamente surcado,
a las hilanderías que tragan la fila de chales, al oscuro
pantano
donde media tonelada de turba se yergue como una lápida en
ruinas;
adiós a tus gallinas entrando y saliendo de casas blancas,
a tus cabras distraídas en los caminos, tus vacas negras,
tus galgos y tus sabuesos magníficamente criados, a tus tambores,
a tus Vírgenes engalanadas y tus muertos ignorantes.
1 La antigua Sackville Street (hoy O’Connell
Street) es una de las calles del sector de la ciudad liberado por los patriotas
irlandeses durante la insurrección de la Pascua de 1916.
2 Probable referencia a un carromato protestante
adornado con los colores de la casa de Orange.
3 Deporte nacional de Irlanda.
4 Referencia al acantilado de Moher.
5 Durante el frustrado ataque de la Armada
Invenible a Gran Bretaña, parte de la flota fue desviada hacia Escocia,
remontando luego hacia el sur la costa oeste de Irlanda. Algunas de las naves
naufragaron y muchos marineros españoles se establecieron en Galway,
permaneciendo y mezclándose con la población local.
6 Referencia a Columba, Kevin y Brendan, los más
ilustres santos irlandeses.
7 Wolfe Tone (1763-1798): Patriota irlandés,
fundador en 1791 de los United Irishmen,
grupo con el conspiró para lograr un levantamiento general que permitiese la
emancipación de los católicos irlandeses. En 1796 intentó una sublevación,
inspirada por la Revolución francesa, pero lamisma fracasó en 1798. Tone fue
condenado a la horca, pero se suicidó antes de que se cumpliera la sentencia. //
Henry Grattan (1746-1820): Político y orador irlandés que, pese a ser protestante, defendió
a los católicos irlandeses que buscaban emanciparse. // Michael Collins (1890-1922): Político irlandés que, tras participar en la
rebelión de 1916, fue encarcelado por los ingleses y liberado por los
separatistas. Fue ministro de hacienda y presidente del Gobierno Provisional
del Estado Libre de Irlanda. Murió asesinado en una emboscada.
8 Una suerte de exposición rural que se lleva a
cabo anualmente en Dublín.
9 Isla galesa, frente a la costa de Anglesey.
10 Puntos situados respectivamente en el este y el
oeste de Irlanda.
Louis MacNeice, Belfast, Irlanda del Norte, 1907-1963
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Faro
de South Stack, Holyhead (c. 1899)
[imagen de dominio
público]
Valediction
Their verdure dare not show . . . their verdure dare not
show . . .
Cant and randy — the seals heads bobbing in the tide-flow
Between the islands, sleek and black and irrelevant
They cannot depose logically what they want:
Died by gunshot under borrowed pennons,
Sniped from the wet gorse and taken by the limp fins
And slung like a dead seal in a boghole, beaten up
By peasants with long lips and the whisky-drinkers cough.
Park your car in the city of Dublin, see Sackville Street
Without the sandbags in the old photos, meet
The statues of the patriots, history never dies,
At any rate in Ireland, arson and murder are legacies
Like old rings hollow-eyed without their stones
Dumb talismans.
See Belfast, devout and profane and hard,
Built on reclaimed mud, hammers playing in the shipyard,
Time punched with holes like a steel sheet, time
Hardening the faces, veneering with a grey and speckled rime
The faces under the shawls and caps:
This was my mother-city, these my paps.
Country of callous lava cooled to stone,
Of minute sodden haycocks, of ship-sirens moan,
Of falling intonations — I would call you to book
I would say to you, Look;
I would say, This is what you have given me
Indifference and sentimentality
A metallic giggle, a fumbling hand,
A heart that leaps to a fife band:
Set these against your water-shafted air
Of amethyst and moonstone, the horses feet like bells of hair
Shambling beneath the orange cart, the beer-brown spring
Guzzling between the heather, the green gush of Irish
spring.
Cursed be he that curses his mother. I cannot be
Anyone else than what this land engendered me :
In the back of my mind are snips of white, the sails
Of the Lough’s fishing-boats, the bellropes lash their tails
When I would peal my thoughts, the bells pull free —
Memory in apostasy.
I would tot up my factors
But who can stand in the way of his souls steam-tractors?
I can say Ireland is hooey, Ireland is
A gallery of fake tapestries,
But I cannot deny my past to which my self is wed,
The woven figure cannot undo its thread.
On a cardboard lid I saw when I was four
Was the trade-mark of a hound and a round tower,
And that was Irish glamour, and in the cemetery
Sham Celtic crosses claimed our individuality,
And my father talked about the West where years back
He played hurley on the sands with a stick of wrack.
Park your car in Killarney, buy a souvenir
Of green marble or black bog-oak, run up to Clare,
Climb the cliff in the postcard, visit Galway city,
Romanticise on our Spanish blood, leave ten per cent of pity
Under your plate for the emigrant,
Take credit for our sanctity, our heroism and our sterile
want
Columba Kevin and briny Brandan the accepted names,
Wolfe Tone and Grattan and Michael Collins the accepted
names,
Admire the suavity with which the architect
Is rebuilding the burnt mansion, recollect
The palmy days of the Horse Show, swank your fill,
But take the Holyhead boat before you pay the bill;
Before you face the consequence
Of inbred soul and climatic maleficence
And pay for the trick beauty of a prism
In drug-dull fatalism.
I will exorcise my blood
And not to have my baby-clothes my shroud
I will acquire an attitude not yours
And become as one of your holiday visitors,
And however often I may come
Farewell, my country, and in perpetuum;
Whatever desire I catch when your wind scours my face
I will take home and put in a glass case
And merely look on
At each new fantasy of badge and gun.
Frost will not touch the hedge of fuchsias,
The land will remain as it was,
But no abiding content can grow out of these minds
Fuddled with blood, always caught by blinds;
The eels go up the Shannon over the great dam;
You cannot change a response by giving it a new name.
Fountain of green and blue curling in the wind
I must go east and stay, not looking behind,
Not knowing on which day the mist is blanket-thick
Nor when sun quilts the valley and quick
Winging shadows of white clouds pass
Over the long hills like a fiddles phrase.
If I were a dog of sunlight I would bound
From Phoenix Park to Achill Sound,
Picking up the scent of a hundred fugitives
That have broken the mesh of ordinary lives,
But being ordinary too I must in course discuss
What we mean to Ireland or Ireland to us;
I have to observe milestone and curio
The beaten buried gold of an old kings bravado,
Falsetto antiquities, I have to gesture,
Take part in, or renounce, each imposture;
Therefore I resign, good-bye the chequered and the quiet
hills
The gaudily-striped Atlantic, the linen-mills
That swallow the shawled file, the black moor where half
A turf-stack stands like a ruined cenotaph;
Good-bye your hens running in and out of the white house
Your absent-minded goats along the road, your black cows
Your greyhounds and your hunters beautifully bred
Your drums and your dolled-up virgins and your
ignorant dead.