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domingo, 2 de diciembre de 2012

Rodolfo Edwards






el otoño
el invierno y la primavera
se dilatan
en la misma melodía
con ligeras variaciones
en cambio
el verano tiene su propia música
y para colmo la transmiten
por altavoces
en estratégicos lugares del mundo
chingui chingui todo el tiempo
levantando arenas
despeinando los espíritus
aún en la más fresca habitación
el perfume del bronceador
penetra hasta los huesos
el suelo es una larga playa
sin solución de continuidad
chingui chingui todo el tiempo
la música
la maldita música de los veranos
poniéndonos
entre la espada y el mar



hablo de vos
con varias personas
a la vez
como en partidas
simultáneas de ajedrez



este cacho de pizza
que como con la mano
se parece tanto a mi alma
un triángulo irregular
chorreando por todos lados


Rodolfo Edwards, Buenos Aires, Argentina, 1962
imagen: vectoropenstock.com




domingo, 7 de marzo de 2010

Rodolfo Edwards



a Carolina


vos deberías haber sido
novia de alguno de los Beatles
—creo que de Ringo Star—

vos deberías haber sido tapa
de Siete Días
en alguna semana de mil novecientos setenta y tres

vos deberías haber sido
Soledad Silveira
en “Rolando Rivas taxista”
Alberto Migré te hubiera
ornado de gloria los martes

por tus piernas infinitas
deberían haber andado
las largas marchas
las resistencias
las vigilias de ojeras
bañadas en té
es que un río me atraviesa la cabeza
navegado por canoas incesantes
que hacen puerto en tu sonrisa

flaquita imposible
deja que tu nombre se ingrediente
en la sopa eléctrica
de las zapadas interminables

vos deberías haber filmado
una publicidad de “L M”
a orillas del Sena
o a orillas del Támesis
T.S. Eliot debería
haberte contemplado pasar
apresurada

vos deberías haberte caído
en una bañadera llena de espuma
y después hubieses sonreído a cámara
inmortal y solferina
con rayos multicolores
—un cotillón Argentina Sono Film—

vos deberías haber sido
estatua viviente en el Di Tella
para que los nenes bien te toquen
en máxima picardía

frutilla del postre
aceituna de mi martini
leño de mi hoguera
acumulo todos los lugares comunes
y los arrojo contra el universo
como Hendrix sesenta y nueve

como Pelé en el setenta
gané mi último mundial con vos
y ahora sólo firmo autógrafos
en una mecedora dominguera

sólo el Viagra
sólo el Viagra nos salvará
vociferan en la calle
los piqueteros del sexo
los inmortales hinchapelotas

cuando llueve te imagino en boutiques
por San Telmo por plaza Francia
entreverada con artesanos fumones
y chamanes de ocasión

vos deberías haber sido
la novia que no tuve a los dieciocho años
cuando hervía la muerte
en las pavas de la Patria.

Rodolfo Edwards, Buenos Aires, Argentina, 1962
imagen: no hace falta aclarar