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sábado, 11 de febrero de 2012

Gerard Smyth





Entraba allí
como si entrara al Templo de Salomón
o a un monasterio del Tibet de adoración silenciosa.

Me escondí allí, no una vez sino muchas
pasando una mañana
en el panteón de la retórica
o una tarde de primavera
volviendo las páginas que traían una historia
de guerra y paz, de crimen y castigo.
Era el Amherst de Emily,
la Itaca de Homero.

En la mesa de lectura,
como una fantástica herencia,
los libros que un fósforo podría quemar
y convertir en cenizas,
llenos de ficciones,
llenos de fábulas, llenos de los trabajos
de la vida solitaria

Gerard Smyth, Dublin, Irlanda, 1951
Versión © Gerardo Gambolini


The solitary Life

I entered there,
as if entering the Temple of Solomon
or a Tibetan monastery os silent prayer.

I hid there, not once but often
passing a morning
in the pantheon of rhetoric
or an evening in spring
turning the pages that carried a tale
of crime and punishment, war and peace.
It was Emily’s Amherst,
Homer’s Ithaca.

On the reading table,
like a great inheritance,
the books that a match could burn
and turn to embers
were crammed with fictions,
crammed with fables,
crammed with the labours of the solitary life.



Tu viejo vestido de chiffón
cuelga como el fantasma de Emily Dickinson,
triste y desdichado en el cuarto del fondo.

Un cuarto al que rara vez entramos.
Evoca recuerdos de una noche en los conciertos,
un día en Ravenna.

Ahí consignamos
a la pila de trapos y el revoltijo de cosas
tu ropa elegante, mi traje de tweed

grueso como una armadura.
En el armario con perchas de madera
está el sombrero de paja

traído de un viaje, el ala estropeada;
y la chaqueta suelta, sin botones:
alguna vez de moda,

ahora anticuada como el echarpe de Aran
y la camisa con volados, deshilachada lo mismo
que una bandera de rendición.

Gerard Smyth, Dublin, Irlanda, 1951
Versión © Gerardo Gambolini


Surrender

Your old dress of full-length chiffon
hangs like the ghost of Emily Dickinson
looking forlorn in our backroom.

The room is one we seldom enter.
It prompts memories of an evening
at the proms, a day in Ravenna.

It is here that we consign
to the rag-heap and the jumble pile
your glamour frocks, my tweeds

as thick as body-armour.
The straw hat that has travelled far
is there in the closet of wooden

hangers, hems unravelling;
and the baggy jacket, some buttons gone:
once it was fashionable,

now it is dated like the Aran-shawl
and the shirt with flounces,
frayed like a flag of surrender.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Gerard Smyth



Canción marinera

El padre de mi padre,
famoso por lo bien que conocía las estrellas,
añoraba con nostalgia
los nudos de cabo, las cadenas de ancla,
arribar al puerto desde las pasturas nocturnas
del océano. Lo que más amaba
eran las luces de la costa,
las ciudades ribereñas emanando humo
en el húmedo noviembre.

El padre de mi padre
conocía el mar por lo que era:
un auténtico bastardo sonriendo en la oscuridad,
llenando los bolsillos abultados
del capitán de puerto.
Al levantarse de su litera
un sexto sentido le decía que no confiara
en la calma absoluta de las albas que se veían
como el primer día del mundo.

Gerard Smyth, Dublin, Irlanda, 1951
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: William Turner, Steam Boat in a Snow Storm (1842)


Shanty

My father’s father,
known for his navigator’s knowledge of the stars,
was filled with nostalgia
for ropeknots, anchor-chains,
arriving in the harbour from the night-pastures
of the sea. What he loved most
were the lights of the coast,
the seatowns issuing smoke
in wet November.

My father’s father
knew the sea for what it was:
a proper bastard smirking in the darkness,
filling the fat pockets
of the harbour master.
Rising from his sailor’s bed
his sixth sense told him not to trust
the complete stillness of dawns that felt
like the first day of the world.



Enero

Cuando la guirnalda está seca
en la basura de Navidad
y el calendario viejo no tiene más días que darnos,

mi vecino sale de su casa
bajo el frío, antes que asome el sol
con su luz gris de enero.

Va hasta un escritorio que gobierna su vida.
Todos los días el mismo camino
a través de una ciudad animada por señales

y banderas que ostentan los colores de la tribu.
Está afuera de la mañana a la noche,
hasta que Sirio brilla y entonces vuelve

a su comida nocturna y la pantalla de TV
que mira hasta los créditos del final:
la larga lista de etcéteras pasados de prisa.

Gerard Smyth, Dublin, Irlanda, 1951
Versión © Gerardo Gambolini



January

When the holly wreath is dead
in the Christmas rubbish
and the old calendar has no more days to give us

my neighbour leaves his house
in the chill before the sun comes out
with its grey January light.

He makes his way to a desk that governs his life.
The same journey every day
through a city lit up by traffic signs

and flags that flaunt the colours of the tribe.
He is gone between morning and night,
until the dog-star shines and he returns

to his evening meal and the TV screen
that he watches until the end-credits:
the long list of etceteras scrolled in haste.