martes, 2 de agosto de 2011

Peter Sirr


Curas

Para la ictericia un murciélago aturdido sujeto a la cintura
hasta que muera para la epilepsia luciérnagas en un paño
apenas anudado, puesto sobre el estómago
para la sordera una oreja de león para la melancolía un avestruz
para el deseo un gavilán, alcanfor, calandria

Para la borrachera una perrita semiahogada
su cabeza frotada contra las venas
para la vista borrosa un ungüento de hojas de manzano
para la hidropesía bonetero para la migraña
aloé, mirra, aceite de amapola y harina

Para la esterilidad avellanas, convólvulo, pimienta de agua
para la calvicie grasa de oso, cenizas de paja de trigo
para el corazón alfilerillo, nuez moscada, para el demonio cobre molido
para la irritación compresa de álamo para el catarro tanaseto
para los gusanos semillas de cerezo para la fiebre tormentila, miel

Serbal ciruelas zafiro esmeralda en vino
topacio de un anillo para indicar veneno tierra secada para las pulgas
para el odio una cierva para el silencio el mar para el orgullo
alabastro, roble, leopardo, el sol agotado
arrastrándose a su choza, la noche abrazando y acaparando

sus alfabetos secretos...

Peter Sirr, Waterford, Irlanda, 1960
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Cures

For jaundice a stunned bat worn around the waist
until it dies for epilepsy glow-worms in a cloth
loosely tied, laid on the stomach
for deafness a lion’s ear for melancholy an ostrich
for desire a sparrowhawk, camphor, calandria

For drunkness a little bitch half drowned
her head rubbed agaist the veins
for dimness of the eyes a salve of apple leaves
for dropsy the spindle tree for migraine
aloe, myrrh, poppy oil and flour

For barreness hazelnut, convolvulus, water pepper
for baldness bear’s grease, ashes of a wheaten straw
for the heart strorksbill, nutmeg, for the devil mulled copper
for vexation compress of aspen for catarrh tansy
for worms cherry seeds for fever tormentil, honey

Rowans plums sapphire emerald in wine
topaz in a ring to show poison for fleas dried earth
for hatred a doe for silence the sea for pride
alabaster, oak, leopard, the wrecked sun
creeping to its hut, the night hugging and hoarding

its secret alphabets...



Visitarlo era ser asaltado por fantasmas, ángeles, almas arrugadas,
            era sentir el vértigo alegre de su vida.
Sus camisas estaban por todas partes, todas blancas, compradas
            por docena en sus viajes a casa.
¿Dónde era eso?
Nadie sabe: el lugar de las camisas blancas y una vieja camioneta,
recordada con cariño.
En el piso, envoltorios de celofán, cuellos de plástico, alfileres.
Las camisas limpias colgadas a la luz, las sucias junto a la puerta,
            y éstas, sin planchar.
El cuarto aletea, a punto de volar, para ser elevado a los cielos
            por una ráfaga poderosa.
Son paracaídas, carpas, bengalas enviadas a lo alto para decir
Estoy aquí, y aquí, todo en orden: envíen camisas y dinero.
¿Dónde está ahora?
En esta ciudad, aquella ciudad, en el lugar de mil camisas.
Parado en clase, marcas de sudor bajo sus brazos, señalando el
            pizarrón.
Tiene puesta su única corbata, manchada de tiza y descolorida.
Siguió viajando, dejando caer camisas en el camino.
Se juntan en el aire, vuelan al norte y el sur.
A veces despertamos en ellas, salimos por la ventana
            del dormitorio.
Flotamos, volamos atravesando ciudades y océanos, descendemos
            con gran lentitud.
Nadie sabe dónde estamos.

Peter Sirr, Waterford, Irlanda, 1960
Versión © Gerardo Gambolini


Shirts

To visit him was to be assailed by ghosts, angels, rumple souls;
            was to feel the airy gidiness of his life.
His shirts were everywhere, all white, bought by the dozen on
his trips home.
Where was that?
No one knows: the place of the white shirts and an old pickup
truck, fondly remembered.
On the floor, cellophane wrappers, collar stiffeners, pins.
Clean shirts hung in light, dirty ones by the door, and these
            in need of ironing.
The room flaps, about to fly, to be lifted by a decisive gust
            into the heavens.
They are parachutes, tents, flares sent up to say
I’m here, and here, and not distressed: send shirts and money.
Where is he now?
This town, that town, in the place of a thousand shirts.
Standing in class, sweat marks under his arms, pointing at the
board.
He is wearing his one tie, chalky and fading.
He has moved on, dropping shirts on the way.
They flock to the air, they fly north and south.
Sometimes at night we wake in them, we spill out the
            bedroom window.
We float, we fly across cities and oceans,with descend with
            great slowness.
No one knows where we are.

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