domingo, 3 de abril de 2011
Paula Meehan
Leyendo el cielo
Estábamos a la sombra serena de los pinos,
entre la hierba mora y la artemisa,
y leíamos las cifras que los gansos dibujaban
en el cielo violeta.
Vayan al sur, vayan al sur, insistían,
el invierno está muy cerca.
La luna fue por un momento
una perfecta hoz de oro
sobre el lago dorado.
Calculamos los ángulos de las estrellas
reveladas por la luz al declinar,
y les dimos nuevos nombres
aprendidos de los gansos en vuelo,
sabiendo que uno seguiría
y otro sería dejado atrás.
Buscamos un lenguaje común
para describir nuestros distintos destinos:
tú serás fugitivo eternamente,
yo esperaré al filo del invierno
demorando la oscuridad
para que puedas escapar.
Paula Meehan, Dublín, Irlanda, 1954
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Jack B. Yeats, Queen Maeve Walked Upon This Strand
Reading the sky
We stood in the still pine shadows
with nightshade and yarrow
and read the cyphers the wild geese drew
across the violet sky.
Go south, go south, they insisted,
winter is close behind.
The moon was for a moment
a perfect golden sickle
above the golden lake.
We measured the angles of the stars
revealed by the dwindling light
and gave to them new names
learned from the geese in flight
knowing that one would follow,
one would be left behind.
We glean a common language
to describe our differing fates:
you'll be fugitive forever,
I'll wait at the brink of winter
holding off the dark
that you may escape.
De vuelta y sin culpa
Padre mío,
tu cálida sonrisa
es un diente de león
cuando cruzo otra vez la puerta.
Nuestro torpe abrazo
ahuyenta el viento de mi hombro
y tus ojos encierran una pregunta
que no harás
cuando corte el pan en tu mesa
luego de largas temporadas de ausencia.
Padre, mi cabeza estalla
con las cosas que he visto
en este ancho y extraño mundo
pero no tengo las palabras para contártelo
ni el valor para alterar tus rutinas apacibles,
así que guardo silencio mientras se fríe el tocino,
asintiendo y sonriendo ante cada recuerdo.
“Oh, el barco era magnífico,
me dijeron en Larne.”
“Y lástima que no te dejaron ahí.
Debió ser un gitano el que te engañó
y yo en un profundo sueño una noche.”
¿No te robé la mirada, padre,
y a ella la sonrisa? No la oscura sangre
sino la simple necesidad de abandonar un amor difícil
me llevó por caminos desconocidos
donde hablan otras lenguas,
me llevó por el planeta
hasta que obtuve de él
y él obtuvo de mí
lo que uno necesitaba del otro.
Sí, padre, tomaré más té
y me sentaré aquí en silencio en este cuarto de mi infancia
y veré mientras el fuego destella
la historia de nuestra distancia en la pared.
Paula Meehan, Dublín, Irlanda, 1954
Versión © Gerardo Gambolini
Return and no blame
Father of mine
your sunny smile
is a dandelion
as I come once again through the door.
Our fumbled embrace
drives the wind off my shoulder
and your eyes hold a question
you will not put
as I break bread at your table
after the long seasons away from it.
Father, my head is bursting
with the things. I've seen in this strange, big world
but I don't have the words to tell you
nor the boldness to disrupt your gentle daily ways,
so I am quiet while the rashers cook,
nod and grin at any old thing.
'Oh, the boat was grand,
they took me in at Larne.'
'And a pity they didn't keep you.
Must have been a gypsy slipped you in
and I in a dead sleep one night.'
Didn't I rob you of your eyes, father,
and her of her simile? No dark blood
but the simple need to lose an uneasy love
drove me down unknown roads
where they spoke in different tongues,
drove me about the planet
till I had of it
and it of me
what we needed of each other.
Yes, father, I will have more tea
and sit here quiet in this room of my childhood
and watch while the flames flicker
the story of our distance on the wall.
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