viernes, 22 de abril de 2011

Javier Adúriz



Hay una huella en tu corazón...

Hay una huella en tu corazón
que no he recorrido.

Conozco con ardor los pliegues
de tu risa transformando la estancia.
Conozco con ardor el perfume
de tu cuerpo perforado de espíritu,
esa mirada oscura tuya,
convocándome.

Siempre, no obstante, resta
un secreto: el camino encantado
de tu pensamiento.


Ser un batir de alas agotadas...

Ser un batir de alas agotadas
en el latido de la noche,
ser la dureza de una despedida
diaria, augurio de horas inhumanas.

Ser el que no se es, para volver
y ser, amargo, el hombre apenas hombre
en el caliente beso que restaura
el ambiguo triunfo de estar vivo.

Ser la doliente opacidad, la sombra
exasperada y heridora, pero
al menos serlo en tu conocimiento.

Asombro que renueva en mi conciencia:
haber vivido para haberte visto,
qué gloria extraña como tan amada.

Javier Adúriz, Buenos Aires, 1948-2011

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