Una canción de amor en Irlanda, 1988
Te amaré hasta el final de los tiempos
dijo él, una cueva oscura
abriéndose al borde de sus palabras.
El nombre redondo, plateado
estaba en su boca,
el barro tibio,
el sueño de ellos es agua.
Nadan juntos.
La plegaria de él es cada noche la misma:
zambullámonos, que nos impulse
el robusto motor
de nuestro amor.
Seamos el salmón
que persigue un río
por mares envenenados.
Michael O’Loughlin, Dublín, Irlanda, 1958
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini
A Love Song in Ireland, 1988
I’ll love you till the end of time
He said, a dark cave opening
At the edge of his words.
The round silver names
Were in his mouth,
The warm mud,
Their sleep is water.
They float together.
Each night his prayer is the same:
Let us dive, let us be propelled
By the thick engine
Of our love,
Let us be the salmon
Who follows a river
Through poisoned seas.
Los fragmentos
Durante meses, al volver a casa tarde, a la noche,
nos deteníamos en un semáforo
en medio de la nada
y sentados ahí, el motor inquieto
por la autopista vacía
yo miraba el paso sobre nivel a medio construir
alzado bajo la luz de la luna
como un templo griego en ruinas
y me sentía rodeado de repente
por los monumentos destruidos y potentes
de una civilización que aún no hemos descubierto
los fantasmas de algo que nos acecha
el futuro imaginado pasado quizás
o los millones de muertos sino
que se elevan y caen
en el barro y la piedra grabada
el fantasma de la bestia
en cuya caparazón habitamos
sin saber si estamos
en el centro o el contorno
sintiendo que los fragmentos son nuestra única integridad
tallando con cuidado sus bordes partidos.
Michael O’Loughlin, Dublín, Irlanda, 1958
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini
The Shards
For months, coming home late at night
We would stop at a traffic light
In the middle of nowhere
And sit there, the engine restless
For the empty motorway
While I looked out at the half-built flyover
That stood in the moonlight
Like a ruined Greek temple
And I suddenly felt surrounded
By the shattered and potent monuments
Of a civilization we have not yet discovered
The ghost of something stalking us
The future imagined past perhaps
Or else the millions of dead
Rising and falling
Into the mud and carved stone
The ghost of the beast
Whose carapace we inhabit
Not knowing if we stand
At centre or circumference
Sensing that shards are our only wholeness
Carefully carving their shattered edges.
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