Peter Street
Casi llegué a querer esta calle;
cada vez que pasaba mirando hacia arriba
para colgarle el rostro de mi padre a una ventana, me sentía
contenido en su mirada. Hoy hay una obra en construcción
donde estaba el hospital, y me detengo y miro
estúpidamente el aire vacío, buscándolo.
Casi rogaría que aún hubiera algún dolor
como una imperfección de la estructura, algo inaliviable
esperando en el encofrado, entre los pisos, en algún
cuarto secreto, obstinado. Una grúa se mueve
delicadamente en el cielo, con su propio lenguaje.
Olvida todo eso, me digo al pasar, que sea
una casa maravillosa, que la música deambule por los pasillos,
que haya alegría fácilmente, que el terco corazón
de San Valentín llegue flotando desde Whitefriar Street
para imponerse, para curar las heridas, para levantar a mi padre de su cama,
para dejarlo descolgarse por el ladrillo apagado, sin esfuerzo,
y salir corriendo con su vida en las manos.
Peter Sirr, Waterford, Irlanda, 1960
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d
Peter Street
I´d grown almost to love this street,
each time I passed looking up
to pin my father´s face to a window, feel myself
held in his gaze. Today there´s a building site
where the hospital stood and I stop and stare
stupidly at the empty air, looking for him.
I´d almost pray some ache remain
like a flaw in the structure, something unappeasable
waiting in the fabric, between floors, in some
obstinate, secret room. A crane moves
delicately in the sky, in its own language.
Forget all that, I think as I pass, make it
a marvellous house; music should roam the corridors,
joy readily occur, St Valentine´s
stubborn heart come floeating from Whitefriar Street
to prevail, to undo injury, to lift my father from his bed,
let him climb down the dull red brick, effortlessly,
and run off with his life in his hand.
En el cementerio
Vivieron y murieron en el mismo lugar.
Los mismos nombres, los mismos cielos vastos,
así de cerca, aún deben andar
por su casa y su parcela, o miran a esta hora
las montañas que enrojecen con el último sol
y escuchan el mar que carga en la pendiente de la playa
su peso calmo, insistente. El aire está lleno de ellos
mientras andan y miran y escuchan, nadie
les dijo otra cosa.
Y si vuelven aquí distraídamente,
a este campo silencioso, verán ante sí
la puerta cerrada y sus nombres
ilegibles en las lápidas. Regresarán a la aldea
y se meterán en su cama, lo que era suyo sigue siendo suyo.
Peter Sirr, Waterford, Irlanda, 1960
Versión © Gerardo Gambolini
In the graveyard
They lived and died in the same place.
The same names occuring, same big skies above.
This close, they must move still in their cottages
and walk their fields, or stand now watching
the mountains purpling in the last sun
and hear the sea turning onto the slope of the beach
its calm, insistent weight. The air´s crowded with them
as they move and watch and listen, no one
having told the otherwise. And if
absentmindedly they drift back here
to this silent field, they´ll find
the gate locked before them and their names
unreadable on the stones. They´ll walk back towards the village
and climb into their beds, whatever was theirs still theirs.
Deseo
Reconstrúyeme a partir de una librería que cierra,
a partir del pánico de los estantes
donde los autos antiguos engañan el espíritu, los manuales
de arréglelo usted mismo; dioses, geografía, dinero
y poco tiempo. Huele el aire en poesía,
tiende una manta y espera
donde una furiosa concentración se encorva
sobre Aprenda Amárico, Arameo:
apenas hay tiempo de decir hola, apenas
el grosor de un pelo del idioma que llevarse;
suficiente para estar en silencio, suficiente para ver
la mota de polvo insistente
aumentar su montaña, aparecen
los dromedarios. Alguien discute
en noruego antiguo, el sol sale en persa
y yo salgo afuera
con granos de luz, migajas de pirámide.
En otra parte, en el desierto, en la aldea de la colina,
en un tren interminable, tortuoso
el alma deja sus libros a un lado, fluida otra vez.
Peter Sirr, Waterford, Irlanda, 1960
Versión © Gerardo Gambolini
Desire
Reconstruct me from a closing bookshop,
from the panic of shelves
where old cars trick the spirit, manual
of self-repair; gods, geography, money
and little time. Sniff the air in poetry,
lay a blanket down and wait
where a furious concentration hunches over
Teach Yourself Amharic, Aramaic:
there´s hardly time to say hello, hardly
a hair´s breadth of the language to take away;
enough to be silent in, enoughg to watch
the insistent dust-mote
grow its mountain, the dromedaries
appear. Someone ir arguing
in Old Norse, the sun wakes up in Persian
and I am walking out
with grains of ligght, pyramid crumbs.
Elsewhere, in the desert, in the hilltop village,
on and endless, meandering train
the sould puts down its books, fluent again.
martes, 22 de marzo de 2011
Peter Sirr
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