lunes, 28 de marzo de 2011

Mary O'Malley




En Friar’s Hill

Cuando partas a Itaca
ruega que tu viaje sea largo
—Cavafy

A esta hora de la noche los objetos de la casa
ya no son inertes o agradables.
Despiden emanaciones cargadas de ceniza.
El frío televisor, el panel de la ventana
y el teléfono tiemblan ligeramente
en sus sueños de baratija.

Hace casi dieciocho años
regresamos del sol
con dos hijos pequeños
a esta, nuestra ciudad universitaria.
Aquí, no lo sabíamos,
planeaban abrir una calle.

En la colina de enfrente
solían pastar dos caballos, Verano e Invierno,
que nuestra hijita adoraba.

Arriba, en las constelaciones,
convergían trayectorias
de estrellas candentes. Pese a las
señales de desastre,
cada colisión fue evitada.

Cuando volví al hogar esta noche
los gatos vinieron hacia mí,
una sombra gris, una nube naranja.

¿Hogar? No hay peligro de elegía.
Ya nunca tendremos treinta años de casados.
Este anillo de bodas
que fue nuestra O de regocijo
y “para siempre” y que está en un
oscuro cajón, todavía me va bien.

Cuando partimos a Itaca
con rostros radiantes, te di juventud
y fuego, tanto como dolor.
Aunque esa isla desnuda no era
el destino esperado,
compramos ámbar y ébano
y nuestro viaje fue largo.

Los caballos ya no están,
reemplazados por casas.
En cada calle, en cada barrio nuevo,
comienza una vez más.

Esta noche de noviembre
hay una luna
atrapada en un tenue malla
de bruma. Me consuela saber
que podría ir hasta la colina de enfrente
donde pastaban la yegua blanca y el caballo marrón
y la bahía se ensachaba al oeste,
hacia el agua y la fuga.

Mary O’Malley, Connemara, Irlanda, 1954
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


On Friar’s Hill

When you set out for Ithaca,
pray that your journey be long
—Cavafy

This late at night the household objects
are no longer inert or friendly.
they send out ashy emanations.
The cold TV, the stained glass panel
and the telephone tremble slightly
in their thingy dreams.

Almost eighteen years ago
we came back from the sun
with two young children
to this, our university town.
Here, unknown to us,
a street was being laid down.

On the opposite hill
two horses grazed, Summer and Winter
much loved by our small daughter.

High in the constellations
trajectories of burning stars
were converging. Despite
projections of disaster
each collision was avoided.

When I came home tonight
the cats flowed towards me,
a street-lit cloud, a grey shadow.

Home? There is no danger of elegy.
We will never be thirty years married now.
The wedding ring
That was our gold O of delight
and ‘forever’ and sits
in a dark drawer, still fits.

When we set out for Ithaca
with glowing faces I gave you youth
and fire as well as grief.
Although this barren island was not
the expected destination,
we acquired amber and ebony
and our journey was long.

The horses have gone,
replaced by houses.
On every street, in every new estate,
it is starting again.

This November night
there is a moon
caught in a fine mesh
of mist. It comforts me to know
I could walk up that opposite hill
where the white mare and brown horse were
and the bay would spread out
west, to water and escape.


Calipso

La luna asoma su alta grupa sobre el pueblo.
La marea sube con intención de aclarar y anegar.

En un sueño, un bote se mueve detrás de la hierba.
Lo conozco, veintiocho pies y un mástil.

El motor Lister parece una becasina. Viene
hacia mí. Dos rápidas pinceladas

azul Matisse parten el agua en una V.
Ya craquelado el fuego, todo lo que quiero

es este estado, la raíz cuadrada del amor reducido
a nostalgia, una vocal suave sostenida por dos

consonantes fuertes - el reino de los sueños insiste
en que es peligroso consumirse más que eso.

El desecho de mis años se entrelaza con la marea agitada.
Voy hacia el promontorio, con su escudo de nubes de tormenta.

Trataré de hallar, en este viaje,
a alguien que tenga la receta de los panales.

Dejo mi hogar - no llevo acompañantes -
y subo al bote de mi padre con esta instrucción:

Olvida las estrellas. El ángulo plisado donde el cielo se junta
y forma un techo es lo único en lo que puedes fiarte ahora.

Dos golpes de los remos y responde, liviano como un hueso del deseo,
el caprichoso regalo de los dioses por este arte de estar sola.

Mary O'Malley, Connemara, Irlanda, 1954
Versión © Gerardo Gambolini



Kalypso

The moon juts her high rump over the town,
The tide rises with intent to clarify and drown.

In a dream, a boat moves over the grass.
I know her, twenty eight foot and a mast.

The Lister engine drums like a snipe. She cuts
towards me. Two swift strokes

Matisse blue, part the water in a V.
All I want, after the fire’s hard cracalure

Is this shape, the square root of love reduced
to longing, a soft vowel held by two hard

consonants – the dreamworld insists
it is dangerous to burn away more than this.

The debris of my years is plaited into her rough tide.
I steer for the point, with its shield of stormcloud.

I will try to find, on this journey, someone
who has the recipe for honeycombs.

I leave my home – there are no companions –
and step aboard my father’s boat with this instruction:

Forget the stars. The cleated angle where the sky
Meets to form a roof is all you can rely on now.

Two flicks of the oars and she responds, light as a wishbone,
The Gods’ capricious gift for this art of being alone.

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