Oh sol es el tiempo de la razón ardiente
—Guillaume Apollinaire
Las cabecitas
de las uvascaen como salmos
sobre la mesa matinal.
En el sosiego fugaz
varios soles
comparten un rayo.
Voces de niños
hacen pensar que la guerra
está lejos
y el poeta reclina sus viajes
junto a una gran mamita
pelirroja
ocupada en preparar
el funeral.
Destinos
¿Ya sabía que eso no era la felicidad?
me conformaba con momentos
con ver las campanillas azules
bajo el sol del verano
la carne se derretía como una masa
podrían habeme estirado y hacer varias niñas
Iguales
Iguales
Iguales
pero
una sombrilla floreada
me distinguía a lo lejos
si miraba hacia arriba
veía las rositas
quemándose en mi cabeza.
Era su destino.
María Barrientos, Buenos Aires, Argentina, 1959
imagen: s/d