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martes, 23 de marzo de 2010

Jorge Rivelli


el carnicero su res y las papas de balcarce

adorar el fuego de leñas
hasta que arda en silencio
cubrirlo con una parrilla y
esperar que la temperatura
se confunda con las llamas
colocar las brazas en el perímetro
frotar las hileras de hierro
con un cepillo de cerda
humedecido en vinagre
acomodar en el centro
tiras de asado de 30 centímetros
el lado del hueso abajo

hay azahares en el ciruelo
pequeñas hojas en el almácigo
calandrias en los fresnos
lluvia en el noroeste
perros merodeando la parrilla
mientras
ella pela las papas en la cocina

crece el calor con furia y
nosotros aquí sin pileta
adorando la carne
¿ hay pan?

el carnicero sabe
dice que la lluvia no vendrá
sigue sentado al lado
de su obra asada y
comienza el rito con la primera
botella de vino tinto
mediodía
el silencio lo modifican
chicharras y horneros
cinco kilos de carne
tres kilos de papas
...perdón...¿hay pan?
larga mesa
con mantel cuadriculado
platos de madera
vasos de grueso vidrio
ensalada de lechuga y tomates
salsa criolla y chimichurri
cheee...¿no hay pan?
cuando el brillo encandila
no podemos distinguir
la belleza de lo obvio

hipnotizados por el aroma
nos hundimos en la ternera
nada tenemos que ver
con los gauchos
¿la tradición?
vaca papa fuego
tano vasco ruso y
un mundo de cabecitas
que miran desde el alambrado
¿quién está adentro y quién afuera?

dar vuelta la carne
para una pareja cocción
pimienta y sal en la mesa
¿hay pan...viejo?
a las quince comemos
debajo de la parra y
el vino vuelve a ser la vedette

extraño la ciudad y
el centro del paraíso
es posible que jamás
salgamos de este asado

Jorge Rivelli, Buenos Aires, 1954
imagen: s/d