lunes, 21 de mayo de 2012

dos irlandeses






Y siguen viviendo en lugares sin perdón
en las laderas de colinas artríticas
donde cercas de piedra bajas ocultan el mar y el mar
oculta a los muertos, aunque los muertos siguen susurrando
en sus tumbas silenciosas, “Tengo frío, tengo frío”.

Aquí hay turba suficiente para avivar los fuegos del Infierno,
y piedras en tal cantidad que parecieran crecer
en el suelo. Aunque jamás crece nada.
Sabe Dios que había más madera en el Calvario.

Esta mañana, en una carretera más allá de Cleggan,
pasé por las ruinas de una casa abandonada
y por una casa en ruinas que parecía abandonada,
sólo que un hombre me miró. Le pregunté adónde iba el camino.
“Hasta el final”, me dijo, “hasta el final”. Y se alejó arrastrando los pies.

Tony Curtis, Dublin, Irlanda, 1955
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Penance

And still they live in unforgiven places,
on the sides of arthritic hills,
where low walls hide the sea and the sea
hides the dead, though the dead still whisper
in their silent graves, “I’m cold, I’m cold.”

Enough bog here to stoke the fires of Hell,
and stones so many you’d think they grew
in the soil. Though nothing ever grows.
God knows there was more wood on Calvary.

This morning, on a high road beyond Cleggan,
I passed the ruins of a deserted cottage,
and a ruined cottage that looked deserted,
only a man eyed me. I asked where the road went?
“To the end,” he said, “the end.” Then shuffled off.



Demasiados carniceros
en el pueblo
y solo en su tienda
fingiendo estar ocupado
oye de pronto
la larga maldición
que nunca supo que estaba dentro de él,
su propia garganta
con un grito
que retrocede hasta el día
en que se puso el delantal de su padre
y su boca
se convirtió en un monedero.

Ted McNulty, New York, (?) – Dublin, 1998
Versión © Gerardo Gambolini


McGwinn and Son

Too many butchers
in the village
and alone in his shop
pretending to be busy
he suddenly hears
the long curse
he never knew was in him,
the throat of his own
with a shout
that goes back to the day
he put on his father’s apron
and his mouth
turned into a purse.



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