Un emigrante letonio se despide de su amada en Riga
I
Tus pechos brillan como estrellas oscuras
en este agujero negro
en el cual desaparecemos.
Cuando estamos juntos, dijiste
es como si estuviéramos en un capullo.
Pongo mi mano sobre tu estómago
siento un extraño aleteo.
Eres una cosecha tardía
y voy a cosecharte.
II
Nunca duermes. Estás
a mi lado toda la noche
y cuando salgo a la superficie
tus ojos en la oscuridad
son como las luces de un barco
anclado frente a la costa.
“¿Qué pasa?”, digo, “¿Piensas
que ahí vienen los rusos?”
Nunca respondes. Una vez me desperté
y me estabas acunando,
abrazándome como tu hijo,
tus ojos enormes y cerca de los míos.
Sonreí, dije algo, y volví a hundirme
en los bosques de luz
ya entonces, pensando: recordaré
esto en el momento de mi muerte.
Ahora creo que ese fue el momento de mi muerte.
III
Recién llegados, volamos en la oscuridad
el aeropuerto ya está lleno en el día europeo.
Poco después del amanecer,
me dijiste que toda la semana habías imaginado
que los dos estábamos muertos.
Lo viste todo, las salas de hospital
las tumbas, una especie de liebestod.
Te dije lo que eso significaba
y luego dormimos, o casi dormimos
nuestros dedos entrelazados como un cierre
nuestras palmas como topes de locomotora presionando
y luego soñamos, o casi soñamos
que estábamos en las alturas, sobre la ciudad, caminando en la luz
fuera del tiempo, hasta que nos despertó el impulso
de contarnos uno al otro la misma cosa que habíamos soñado.
“... sé que somos uno”, dijiste
entre dormida y soñando.
Pero estás equivocada, yo estaré surcando
la noche europea sin ti, solo
entre la multitud bebedora de cerveza.
Cerraré los ojos
pero el tiempo no se detendrá
porque el tiempo, como el amor, siempre nos jode.
IV
Sigue bailando, Princesa
en la Plaza de la Ciudad Vieja.
Es de noche, la nieve ha dejado de caer
estás bailando sola
con música que solamente tú puedes oír.
Yo estoy yendo al Oeste
a enterrar mi corazón en un pantano irlandés.
Mikelis Norgelis, Riga, Letonia, 1960. Reside en Dublín, Irlanda.
Traducción del letón al inglés por Michael O’ Loughlin
versión en español © Gerardo Gambolini
imagen: Riga
A Latvian emigrant bids farewell to his beloved in Riga
I - Your breasts shine like dark stars
in this black hole
into which we disappear.
When we are together, you said
it’s like we’re in a cocoon.
I place my palm on your stomach
I feel a strange wingbeat.
You are a white harvest
and I will reap you.
II - You never sleep. All
night you lie beside me
and when I surface,
your eyes in the dark
are like the lights of a ship
anchored offshore.
“What is it”, I say, “Do you
think the Russians are coming?”
You never answer. Once I woke
to find you cradling me, holding
me tight like your child,
your eyes huge and close to mine.
I smiled, said something, and sank
back down into the forests of light
even then, thinking: I will remember
this at the moment I die.
Now, I think it was the moment I die.
III - Late arrivals, we fly in the dark
the airport is already full in the European day.
Just after dawn,
you told me you had imagined all week
that we were both dead.
You saw it all, the hospital wards
the graveyards, some kind of liebestod.
I told you what it meant,
and then we slept, or almost slept
our fingers laced together like a zip
our palms like locomotive buffers pressing
and then we dreamt, or almost dreamt
that we were high above the city, walking in light
outside of time, until we were woken by the urge
to tell each other the same thing we had dreamt.
“Know I know we are one,” you said,
between sleep and dream.
But you are wrong, I will be flying
through the European night without you, alone
in the beer-drinking crowd.
I will close my eyes
but time will not stop
because time, like love, will always fuck us.
IV - Keep dancing, Princess
on the Square in the Old City.
It is night, the snow has stopped falling
you are dancing alone
to music only you can hear.
I am travelling West
to bury my heart in an Irish bog.
Killiney Hill *
Esta ciudad se tiñó el pelo de rubio
y se hizo remodelar los pechos
para verse como la puta
en el hall de un hotel
en cualquier parte del mundo.
Yo quiero saber cómo era antes
así que subí la Colina de la Reina Victoria
para ir a ver el obelisco de la hambruna
porque sé que el hambre
es el verdadero Dios de los irlandeses.
Bajó de la montaña
y les dio dos mandamientos:
devorarás y odiarás
y reirás y bailarás y cantarás para engañar
al ángel de la muerte haciéndole creer que estás vivo.
Miro el camino barroso, colina abajo,
y creo verla alzando la vista, medio gateando
porridge de maíz pegado a los labios
sus senos cuelgan flojos y sensuales
como frutas secándose en su pecho,
que tiembla igual que la garganta de un jilguero.
Su piel es blanca como los hongos
en el frío suelo del bosque letonio
pero sus ojos y su pelo son negros
negros como el viento entre los espinos
negro como las papas pudriéndose eternamente
bajo la tierra negra.
* El parque de Killiney Hill, situado sobre la costa en el sur del condado de Dublín, fue inaugurado en 1887 como Victoria Hill, en honor a los cincuenta años en el trono de la reina Victoria de Inglaterra. En el punto más alto de la colina (170 mts. sobre el nivel del mar) se levanta el obelisco que recuerda la hambruna de 1741. Killiney Hill es actualmente una zona residencial exclusiva y sede de varias embajadas extranjeras.
Mikelis Norgelis, Riga, Letonia, 1960. Reside en Dublín, Irlanda.
Traducción del letón al inglés por Michael O’ Loughlin
versión en español © Gerardo Gambolini
Killiney Hill
This city has dyed her hair blonde
And had her breast remodelled
To look like the whore
In the hotel foyer
Anywhere in the world.
I want to know what she looked like before
So I climbed Queen Victoria’s Hill
To look at the famine obelisk
Because I know that hunger
Is the true God of the Irish.
It came down from the mountain
And gave them two commandments:
Thous shalt devour and thous shalt hate
And laugh and dance and sing to fool
The angel of death into thinking you’re alive.
Looking down the hill at the muddy path
I think I see her looking up, half-crawling
Yellow maize porridge cakes her lips
Her breasts hang slack and luscious
As dying fruit on her ribcage
Which trembles like a songbird’s throat.
Her skin is white as the mushrooms
In the cold ground of the Latvian forest
But her eyes and hair are black
Black as the wind in the thorn bush
Black as potatoes rotting forever
Deep in the black earth.
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