Apaciguar la sed con palabras.
Lo único que logro es suavizar
milímetros hirientes.
Ato y desato hilos frágiles.
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Si nos miramos
no fuimos nuestro espejo ni nos vimos
cada una en la otra habla sola
de extracciones
y nuestro cuerpo, si ha sido separado
dónde termina
cuándo nos une.
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Piedras de mi corazón
medicamentos del más variado gusto y sin sabor
tropiezan con el sueño
palabras de vigilia.
Para quien vive aún no acaba el miedo
y su corona de flores se deshace en la frente
porque es noche y nadie mira.
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Hablar del miedo es algo tan tramposo
no puedo contar con mi lenguaje
ella me habla y quiere que la escuche
y qué es lo que temo si sólo son palabras?
Es lo que sus palabras hacen con mis días.
Hilda Rais, Buenos Aires, Argentina, 1951
de Belvedere, Libros de Tierra Firme, 1990
imagen: Escher, Belvedere
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