domingo, 15 de mayo de 2011

Eamon Grennan




Aún con este clima duro hay amantes por todas partes
abrazándose uno al otro, las manos en los bolsillos del otro
buscando calor, la sensación de soy tuyo, el tierno reclamo
que eso sigue haciendo — una pareja se detiene en el frío
para quedarse ahí, las caras pegadas, los cuerpos abrazados,
enfundados en camperas, y entonces puedo ver manos desnudas
hurgando dentro, ver el rubor de los dedos fríos
al desviarse un poco, tratando de registrar pliegue
por pliegue, Lo que sientes es mi carne sintiéndote.

Debe haber algún instinto contrario en la sangre
que se rebela contra el clima como éste, que produce
amantes como brotes tempranos, igual que los amentos
gris plata que vi esta mañana, pulidos por el hielo
durante la noche. Los gansos también: más y más parejas
yendo hacia el norte, grandes bandadas llenas de vida
inhalando el aire helado y exhalándolo como canto,
como si esa gélida empresa fuera todo alegría, nada a que temer.

Eamon Grennan, Dublin, Irlanda, 1941
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Opposing Forces

Even in this sharp weather there are lovers everywhere
Holding onto each other, hands in one another’s pockets
For warmth, for the sense of I’m yours, the tender claim
It keeps making — one couple stopping in the chill
To stand there, faces pressed together, arms around
Jacketed shoulders so I can see bare hands grapple
With padding, see the rosy redness of cold fingers
As they shift a little, trying to register through fold
after fold, This is my flesh feeling you you’re feeling.

It must be some contrary instinct in the blood
That set itself against the weather like this, brings
Lovers out like early buds, like the silver-grey catkins
I saw this morning polished to brightness
By ice overnight. Geese, too: more and more couples
Voyaging North, great high-spirited congregations
Taking the freezing air in and letting it out as song, as if
This frigid enterprise were all joy, nothing to be afraid of.


viernes, 13 de mayo de 2011

Claudio Piermarini



Esos ojos azules de Victoria,
como dos tajos de agua
en la mañana,
quiero verlos de nuevo
crispar al mediodía
y así,
por esas puertas encendidas,
esos azules ríos del diablo,
entrar
sin ser visto por los santos
en la tan vigilada casa de la gracia.



Te besaría contra los setos
de la tarde que se derrumba
como un toro celeste.
Y con esa certeza absoluta
con que los cristianos iban a la muerte
igual que el toro del ocaso
sobre ti me volcaría.

Pletórico de fe en la carne.



Muy bien,
tiránica Afrodita,
ya entendí
quién manda aquí.
Más si aún
quieres verme
dando sombra
entre los vivos,
afloja un poco
con las flechas.



Un jueves
encontré a Dios en un cineclub.
Era morocha,
de Aries.

                                                                                                  
                                                                       a Albert Camus

Así como unos viven
para entrar en la historia
y otros se desviven
por salir de Babilonia,
¿no se puede acaso
y con la misma dignidad
vivir para detalles:
la particular concavidad de una garganta
bajo la presión de tu lengua,
la forma exquisita
que adoptó la carne humana
en el cuello de una prostituta joven,
su arete, como un relámpago de estrás,
brillando duplicado en el espejo?

¿No se puede vivir
sólo para detalles como estos?
¿Apostarlo todo a la sed
y jugar a cara o cruz
la partida sin red,
atado a tu condición
como Ulises al mástil?



En el amor no le demos todo el crédito a los cuerpos; lo que verdaderamente arde
son las palabras.

Claudio Piermarini, Buenos Aires, 1956
reside actualmente en Tucumán
imagen: Herbert James Draper, Ulysses and the Sirens (1909)


miércoles, 11 de mayo de 2011

Kavanagh / MacNeice



Patrick Kavanagh / Paz

Y a veces cuando la hierba
crece entre las piedras de las cañadas silenciosas
y el heno se dobla en la huella de las carretas
lamento no ser la voz de los campesinos
que están ahora en la cabecera de un surco
hablando de nabos y de papas, o del grano tierno,
o de bancos de turba vaciados para la victoria.*
Allí la Paz pregona todavía
sus peinetas y chalinas de colores y sus collares de asta.

Desde un promontorio, junto a una cerca de espinos,
una liebre mira una zanja cubierta de hojas;
hay un viejo arado dado vuelta en una loma ganada por la maleza,
y alguien vuelva a casa cargando al hombro una trilla.
¿Qué tontos abandonan ese país de la infancia
para luchar contra Amor, Vida y Tiempo, los tiranos?

* Se alude a las “huertas para la victoria” cultivadas por civiles durante la Segunda Guerra
para contribuir con alimentos y otros recursos al esfuerzo de guerra sostenido por el Estado.

Patrick Kavanagh, Irlanda, 1904-1967
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Peace

And sometimes I am sorry when the grass
Is growing over the stones in quiet hollows
And the cocksfoot leans across the rutted cart-pass
That I am not the voice of country fellows
Who now are standing by some headland talking
Of turnips and potatoes or young corn
Of turf banks stripped for victory.
Here Peace is still hawking
His coloured combs and scarves and beads of horn.

Upon a headland by a whinny hedge
A hare sits looking down a leaf-lapped furrow
There’s an old plough upside-down on a weedy ridge
And someone is shouldering home a saddle-harrow.
Out of that childhood country what fools climb
To fight with tyrants Love and Life and Time?


Louis MacNeice / Nieve

El cuarto se animó de repente y el amplio ventanal del mirador
mostró nieve en abundancia y rosas rojas
calladamente contiguas e incompatibles:
el mundo es más repentino de lo que imaginamos.

El mundo es mucho más caprichoso de lo que pensamos,
incorregiblemente plural. Yo pelo y corto
una mandarina y escupo las semillas y siento
la embriaguez de lo diverso entre las cosas.

Y el fuego arde con un sonido crepitante porque el mundo
es más malicioso y alegre de lo que uno supone —
por la lengua los ojos las orejas las palmas de la mano —
Hay más que vidrio entre la nieve y las espléndidas rosas.

Louis MacNeice, Belfast, Irlanda del Norte, 1907-1963
Versión © Gerardo Gambolini


Snow

The room was suddenly rich and the great bay-window was
Spawning snow and pink roses against it
Soundlessly collateral and incompatible:
World is suddener than we fancy it.

World is crazier and more of it than we think,
Incorrigibly plural. I peel and portion
A tangerine and spit the pips and feel
The drunkenness of things being various.

And the fire flames with a bubbling sound for world
Is more spiteful and gay than one supposes —
On the tongue on the eyes on the ears in the palms of one’s hands —

There is more than glass between the snow and the huge roses.

lunes, 9 de mayo de 2011

Horacio Castillo




El paisaje es más hermoso de lo que habíamos imaginado:
estas murallas que caen a pico sobre nosotros,
aquel sol negro descendiendo sobre la laguna,
allá, a estribor, un arco iris que refracta la niebla.
Pero esta moneda de hierro entre los dientes,
este óbolo que debemos morder hasta el término del viaje,
cierra la boca que desea cantar.
Cantar para estas almas tristes sentadas en el banco,
mientras el cómitre marca con el látigo el compás,
mientras ordena remar sin interrupción,
cada vez más fuerte, cada vez más rápido, más lejos de la luz.

Horacio Castillo, Ensenada, Buenos Aires, 1934 – La Plata, 2010
imagen: William Blake, Caronte y las almas condenadas



Todos llevamos, como Eneas, a nuestro padre sobre los hombros.
Débiles aún, su peso nos impide la marcha,
pero luego se vuelve cada vez más liviano,
hasta que un día deja de sentirse
y advertimos que ha muerto.
Entonces lo abandonamos para siempre
en un recodo del camino
y trepamos a los hombros de nuestro hijo.

Horacio Castillo, Ensenada, Buenos Aires, 1934 – La Plata, 2010

sábado, 7 de mayo de 2011

Charles Bukowski




y, le dije, puedes agarrar a tus tíos y tías ricos
y a tus abuelos y padres
y todo su inmundo petróleo
y sus siete lagos
y sus pavos salvajes
y sus búfalos
y todo el estado de Texas,
quiero decir, tus cacareos
y tus paseos por la rambla el sábado a la noche,
y tu biblioteca barata
y tus concejales corruptos
y tus artistas afeminados —
puedes agarrar todo eso
y tu periódico semanal
y tus famosos tornados,
y tus mugrientas inundaciones
y todos tus gatos chillones
y tu suscripción a Time,
y metértelos, nena,
metértelos
yo puedo volver a manejar un hacha y un pico (creo)
y puedo sacar
25 dólares por cuatro rounds (quizás)
seguro, tengo 38
pero un poco de tintura puede quitarme
el gris del pelo,
y todavía puedo escribir un poema (a veces),
no olvides ESO, y aunque
no reditúe
es mejor que esperar la muerte y el petróleo,
y matar pavos salvajes,
y esperar que el mundo
empiece.

muy bien, vago, dijo ella
vete.

¿qué? dije yo.

vete. ese fue
tu último berrinche.
estoy cansada de tus malditos berrinches:
siempre actúas como un
personaje de una obra de O’Neill.

pero yo soy diferente, nena,
no puedo
evitarlo.

¡claro! tú eres diferente
¡Dios, qué diferente!
no golpees la puerta
cuando te vayas.

pero, nena, ¡yo amo tu
dinero!

¡ni una sola vez dijiste
que me amabas a mí!

¿qué quieres
un mentiroso o un
amante?

¡tú no eres ni una cosa
ni la otra! ¡vete, vago,
fuera!

¡... pero, nena!

¡vuelve a O’Neill!

fui hacia la puerta,
la cerré suavemente y me marché,
pensando: todo lo que ellos quieren
es un indio de madera
que diga sí y no
y que vigile el fuego y
no arme mucho lío;
pero te estás poniendo
viejo, chico;
la próxima vez esconde
mejor
las cartas.

Charles Bukowski, Andernach, Alemania, 1920 – Los Ángeles, Estados Unidos, 1994
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


The day I kicked Away a Bankroll

and, I said, you can take your rich aunts and uncles
and grandfathers and fathers
and all their lousy oil
and their seven lakes
and their wild turkey
and buffalo
and the whole state of Texas,
meaning, your crow-blasts
and your Saturday night boardwalks,
and your 2-bit library
and your crooked councilmen
and your pansy artists -
you can take all these
and your weekly newspaper
and your famous tornadoes,
and your filthy floods
and all your yowling cats
and your subscription to Time,
and shove them baby
shove them
I can handle a pick and axe again (I think)
and I can pick up
25 buck for a 4-rounder (maybe);
sure, I'm 38
but a little dye can pinch the gray
out of my hair;
and I can still write a poem (sometimes),
dont forget THAT, and even if
they dont pay off,
it's better than waiting for death and oil,
and shooting wild turkey,
and waiting for the world
to begin.

all right, bum, she said
get out.

what? I said.

get out. you’ve thrown your
last tantrum.
I’m tired of your damned tantrums:
you’re always acting like a
character in an O’Neill play.

but I’m different, baby,
I can’t help
it.

you’re different, all right!
God, how different!
don’t slam
the door
when you leave.

but, baby, I love your
money!

you never once said
you loved me!

what do you want
a liar or a
lover?

you’re neither! out, bum,
out!

... but baby!

go back to O’Neill!

I went to the door,
softly closed it and walked away,
thinking: all they want
is a wooden Indian
to say yes and no
and stand over the fire and
not raise too much hell;
but you’re getting to be
an old man, kiddo;
next time play it closer
to the
vest.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Kenneth Rexroth


León

Al león lo llaman el rey
de los animales. Hoy hay casi
tantos leones en jaulas
como fuera de ellas.
Si te ofrecen una corona, recházala.



Ciervo

Los ciervos son gráciles y mansos
y tienen ojos hermosos.
No dañan a nadie salvo a sí mismos,
los machos, y sólo por amor.
Los hombres inventaron varios miles
de métodos para matarlos.



Lobo

Nunca creas todo lo que escuchas.
Los lobos no son tan malos como los corderos.
Yo he sido un lobo toda mi vida
y tengo dos hijas adorables
que mostrar, pero podría
contar historias repugnantes
de corderos que recibieron su justo castigo.


Buitre

Santo Tomás de Aquino pensaba
que los buitres eran lesbianas
fertilizadas por el viento.
Si miras los hechos de la vida,
los intelectuales papistas
pueden ser muy engañosos.



Foca

Cuando está en el agua
la foca es un cliente escurridizo
de atrapar. Pero cuando hace el amor
se va a tierra seca, y los hombres
la matan a garrotazos.
Para tener una vida amorosa feliz,
controla tu entorno.

Kenneth Rexroth, Estados Unidos, 1905-1982
Versión © Gerardo Gambolini
Imagen: s/d


Lion   

The lion is called the king
Of beasts. Nowadays there are
Almost as many lions
In cages as out of them.
If offered a crown, refuse.     

Deer   

Deer are gentle and graceful
And they have beautiful eyes.
They hurt no one but themselves,
The males, and only for love.
Men have invented several
Thousand ways of killing them.

Wolf

Never believe all you hear.
Wolves are not as bad as lambs.
I've been a wolf all my life,
And have two lovely daughters
To show for it, while I could
Tell you sickening tales of
Lambs who got their just deserts.


Vulture

St. Thomas Aquinas thought
That vultures were lesbians
And fertilized by the wind.
If you seek the facts of life,
Papist intellectuals
Can be very misleading.

Seal

The seal when in water,
Is a slippery client
To catch. But when he makes love
He goes on dry land, and men
Kill him with clubs.
To have a happy love life,
Control your environment.

domingo, 1 de mayo de 2011

Thomas Kinsella



Me hicieron entrar a verla.
Un fleco de cuentas de azabache
tintineó en mis oídos
al traspasar la cortina.

Me envolvió una penumbra morada.
Mi corazón se contrajo
ante el olor de órganos en desuso
y un riñón putrefacto.

El negro delantal donde solía
hundir mi cara
estaba doblado al pie de la cama
en la última y tenue luz de la ventana.

(Ve y dile adiós)
y fui empujado
hacia abismos insondables.
Me paré delante de ella.

Miraba el techo fijamente
y se empolvaba una mejilla, distraída,
reclinada contra el espaldar,
descansando hasta el próximo ataque.

Las mantas estiradas
casi hasta su boca,
que las líneas de mal genio
subrayaban todavía. Su cabello gris

suelto igual que el de una joven,
por toda la almohada,
mezclado con las sombras
que le cruzaban la frente

y en la boca y los ojos, como una red,
sujetando su cabeza contra la cama
y cayendo enmarañado hacia la sombra
que carcomía el piso a mis pies.

No me podía mover al principio, ni lo deseaba,
por miedo a que pudiera darse vuelta y me indicara
(la madre de mi padre)
con voz apremiante

—con algún feroz susurro lisonjero—
que me escondiese una última vez
contra ella, y me enterrara
en su fango reseco.

¿Debía besarla? Cuando besara
la humedad que avanzaba
por las paredes floreadas
de aquella fosa.

Pero debía besarla.
Me arrodillé junto al cuerpo en el lecho de muerte
y hundí mi cara en el frío y el olor
de su delantal negro.

Rapé y almizcle, los pliegues contra mis párpados
me transportaron a un sitio abandonado
que olía a ceniza: paredes y techos desconocidos
crujían pareciendo respirar.

Me vi revolviendo cenizas apagadas
buscando algún vestigio
de calor, cuando a lo lejos
en las bóvedas, oí caer

una gota. Y encontré
lo que estaba buscando
— ni fuego, ni calor,
ni alivio alguno,

sino su voz, suave, hablándole a alguien
sobre mi padre: “Dios lo ayude, derramó
grandes lágrimas allí junto a la máquina
por la pobrecita.” Gotas

brillantes sobre la tapa de madera
por mi hermanita. El lamento mío de
cachorro cesó pronto,
con toda temprana conjetura

de la triste monotonía y el tedioso pesar
y permanece amargo en riguroso cautiverio.
¡Cómo lo sentía ahora —
su corazón latiendo en mi boca!

Resolló entrecortadamente,
empujó las mantas
y se estremeció con un gesto de cansancio.
Me incorporé

y dejé la habitación
prometiéndome que
la besaría realmente
cuando estuviera realmente muerta.

Mi abuelo alzó apenas la vista del hogar
cuando asomé por la puerta, encogió los hombros
y volvió a clavar en el fuego
la mirada ausente.

Me quedé un momento a su lado,
incómodo, y me fui al taller.
Todavía había luz allí
y sentí que volvía a respirar.

La vejez puede digerir
cualquier cosa: la conmoción
ante las puertas del Cielo — la lucha que afrontamos
durante toda la vida.

Qué largo y duro se hace
hasta llegar al Cielo, a menos que uno,
como la pequeña Agnes,
se desvanezca con lágrimas tempranas.

Thomas Kinsella, 1928, Dublín, Irlanda
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Tear

I was sent in to see her.
A fringe of jet drops
chattered at my ear
as I went in through the hangings.

I was swallowed in chambery dusk.
My hear shrank
at the smell of disused
organs and sour kidney.

The black aprons I used to
bury my face in
were folded at the foot of the bed
in the last watery light from the window.

(Go in and say goodbye to her)
and I was carried off
to unfathomable depths.
I turned to look at her.

She stared at the ceiling
and puffed her cheek, distracted,
propped high in the bed
resting for the next attack.

The covers were gathered close
up to her mouth,
that the lines of ill-temper still
marked. Her grey hair

was loosened out like
a young woman's all over
the pillow, mixed with the shadows
criss-crossing her forehead

and at her mouth and eyes,
like a web of strands tying down her head
and tangling down toward the shadow
eating away the floor at my feet.

I couldn't stir at first, nor wished to,
for fear she might turn and tempt me
(my own father's mother)
with open mouth

— with some fierce wheedling whisper —
to hide myself one last time
against her, and bury my
self in her drying mud.

Was I to kiss her? As soon
kiss the damp that crept
in the flowered walls
of this pit.

Yet I had to kiss.
I knelt by the bulk of the death bed
and sank my face in the chill
and smell of her black aprons.

Snuff and musk, the folds against my eyelid,
carried me into a derelict place
smelling of ash: unseen walls and roofs
rustled like breathing.

I found myself disturbing
dead ashes for any trace
of warmth, when far off
in the vaults a single drop

splashed. And I found
what I was looking for
— not heat nor fire,
not any comfort,

but her voice, soft, talking to someone
about my father: “God help him, he cried
big tears over there by the machine
for the poor little thing”. Bright

drops on the wooden bed for
my infant sister. My own
wail of child-animal grief
was soon done, with any early guess

at sad dullness and tedious pain
and lives bitter with hard bondage.
How I tasted it now —
her heart beating in my mouth!

She drew an uncertain breath
and pushed at the clothes
and shuddered tiredly.
I broke free

and left the room
promising myself
when she was really dead
I would really kiss.

My grandfather half looked up
from the fireplace as I came out,
and shrugged and turned back
with a deaf stare to the heat.

I fidgetted beside him for a minute
and went out to the shop.
It was still bright there
and I felt better able to breathe.

Old age can digest
anything: the commotion
at Heaven's gate — the struggle
in store for your all your life.

How long and hard it is
before you get to Heaven,
unless like little Agnes
you vanish with early tears.


viernes, 29 de abril de 2011

Iggy McGovern





El bárman matemático
vive en un mundo propio;
calcula el promedio
de burbujas en cada pinta
o las distintas combinaciones de monedas
para cambiar un billete de cinco
o el tiempo que tarda una gota del Optic
en llegar al piso de listones.

Pero todos los clientes le tienen aprecio,
y no sólo porque no dice nunca:
has tomado uno de más.
A él le gusta expresarlo de esta forma:
hay tres tipos de bárman,
los que saben contar
y los que no.

Iggy McGovern, Coleraine, Irlanda del Norte, 1956?
reside desde 1979 en Dublín, donde es profesor de física en Trinity College.
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


The Mathematical Barman

The mathematical barman
lives in a world of his own;
He's calculating the average size
of the bubbles in each pint
or the different combinations of coins
in the right change from a fiver
or the time it takes a drop from the optic
to reach the slatted floor.

But the customers all love him,
and not just because he never
says: you've had one too many.
He likes to put it this way:
there's three types of barman,
them that can count and them
that can't.

¿Fue en Nochebuena que viniste,
"la peor época del año"
y nadie está hablando de la nieve?
Todos nos estábamos portando
del mejor modo posible, tratando de estar
a la altura de tu nombre,
Ámbar entre "alto" y "adelante".

Pero, oh, la cereza del postre,
cuando te quitaste el chal de los hombros
y coloridos tatuajes brillaron por todas partes:
pastores, sabios, espabilados de golpe,
se acercaron a ver aquel mapa estrellado;
el gato se arrodilló en el suelo.

Iggy McGovern, Coleraine, Irlanda del Norte, 1956?
Versión © Gerardo Gambolini


Amber's epiphany

Was it Christmas Eve you came,
"the worst time of the year"
and nobody's speaking of snow?
We were all on our best behaviour,
trying to live up to your name,
Amber between 'stop' and 'go'.

But O the icing on the cake
when you removed your shoulder wrap
and bright tattoos shone all around:
Shepherds, wise men, nudged awawe,
drew nigh to view that starry map;
the cat knelt on the ground.
                                              a mi madre

Abandonándote en la gran ocasión
entre el incómodo espacio
y el sordo golpeteo de la arcilla,
pondré en la pala ritual
cuentas de rosario, escapulario marrón,
pañuelo recién doblado en cuatro,
zapatos lustrados con esmero,
camisa blanca, el cuello almidonado,
pantalones cortos planchados con raya
y ropa interior limpia esperando siempre
ser atropellado por ese auto no visto.
Haciendo un Espectáculo Sagrado de todos nosotros,
lloriqueando delante de todo el mundo,
desnudo como el día.

Iggy McGovern, Coleraine, Irlanda del Norte, 1956?
Versión © Gerardo Gambolini


Lament

                                            for my mother

Letting you down on the big occasion
between the ungainly shunting
and the muffled thrumming of clay,
I will place on the ritual shovel
Rosary beads, brown scapular,
freshly-quartered handkerchief,
shoes blacked with elbow grease,
white shirt, the collar starch-stiff,
short trousers pressed to a crease
and clean underwear – still waiting
to be struck by that unseen car.
Making a Holy Show of us all,
mewling in front of everyone,
naked as the day.



lunes, 25 de abril de 2011

Seamus Deane




Estaba hachando leña en el cobertizo
al atardecer. Una ráfaga de viento
cerró de golpe la puerta, lanzándome
a una negrura tal que
erré el golpe y arranqué
una chispa del suelo.

Me vinieron recuerdos de mi padre
cortando leña en otoño,
y con ello el olor del humus,
el vuelo anunciado
de las últimas golondrina,
el dorado marchito de las avispas

en la trama radiada
de las telarañas. Los recuerdos
me detuvieron tanto tiempo que estaba oscuro
cuando empecé a juntar las astillas.
Un soplo de resina, y sentí
agitarse las semillas del dolor

mientras volcaba la leña blanca
en la caja que retumbaba
y oía al viento azotar
los árboles y torcer para volverse
una corriente de lamento
contra el muro recortado.

Caída blanca de la madera y una chispa que salta
azul-rojiza, golpe de viento
negro alquitrán, tintes oscuros
de aguas tranquilas y en movimiento,
las muertes a tiempo de los veranos,
las muertes a destiempo de los padres...

¿Tenía que estar hachando
casi en la oscuridad, invocar la chispa
de su profunda capacidad de enriquecimiento
y decadencia? Como sea, en este clima enmarañado
debo cortar leña para el hogar
y partir el viento implacable

para oír sus ruidos interiores.
Pronto el rojo panal del fuego
inflamará de brillo el atizador
hasta la mitad. Pronto
el humo de la leña en el aire
llevará mi sentimiento hacia la noche.

Seamus Deane, Derry, Irlanda del Norte, 1940
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Breaking wood

I was breaking wood in the shed
As dark fell. The wind gusted
And slammed the door, pitching
Me into a blackness that I
Missed my stroke and struck
A spark from the floor.

It brought back my father
Chopping wood in autumn,
And with it came the smell
Of leaf-mould, the hinted
Flights of late swallows,
The shrivelled gold

Of wasps in the notches
Of wide-spoked webs. Memories
Stilled me so long it was dark
Before I rose to gather the sticks.
A sigh of resin and I felt
The stirring of seeds of regret

As I tumbled the white wood
Into the rumbling box
And heard the wind whip
On the trees and bend into
A straight stream of lament
At the razored edge of the wall.

White fall of wood and blue-red
Leaping spark, pitch black
Blow of wind, dark inks
Of still and moving waters,
The seasonable deaths of summers,
The unseasonable deaths of fathers...

Should I have struck with the axe
Near darkness, called the spark
From his deep energies of enrichment
And decay? Still, in this tangled weather
I must break sticks for warmth
And split the flinty wind

For its interior noises.
Soon the red honeycomb of fire
Will sting the poker bright
Up half its length. Soon
The fume of wood upon the air
Will take my feeling to the night.

sábado, 23 de abril de 2011

Michael O'Loughlin



Una canción de amor en Irlanda, 1988

Te amaré hasta el final de los tiempos
dijo él, una cueva oscura
abriéndose al borde de sus palabras.

El nombre redondo, plateado
estaba en su boca,
el barro tibio,

el sueño de ellos es agua.
Nadan juntos.
La plegaria de él es cada noche la misma:

zambullámonos, que nos impulse
el robusto motor
de nuestro amor.

Seamos el salmón
que persigue un río
por mares envenenados.

Michael O’Loughlin, Dublín, Irlanda, 1958
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini


A Love Song in Ireland, 1988

I’ll love you till the end of time
He said, a dark cave opening
At the edge of his words.

The round silver names
Were in his mouth,
The warm mud,

Their sleep is water.
They float together.
Each night his prayer is the same:

Let us dive, let us be propelled
By the thick engine
Of our love,

Let us be the salmon
Who follows a river
Through poisoned seas.


Los fragmentos

Durante meses, al volver a casa tarde, a la noche,
nos deteníamos en un semáforo
en medio de la nada
y sentados ahí, el motor inquieto
por la autopista vacía
yo miraba el paso sobre nivel a medio construir
alzado bajo la luz de la luna
como un templo griego en ruinas
y me sentía rodeado de repente
por los monumentos destruidos y potentes
de una civilización que aún no hemos descubierto
los fantasmas de algo que nos acecha
el futuro imaginado pasado quizás
o los millones de muertos sino
que se elevan y caen
en el barro y la piedra grabada
el fantasma de la bestia
en cuya caparazón habitamos
sin saber si estamos
en el centro o el contorno
sintiendo que los fragmentos son nuestra única integridad
tallando con cuidado sus bordes partidos.

Michael O’Loughlin, Dublín, Irlanda, 1958
poemas de Another Nation, Arc Publications, 1996
Versión © Gerardo Gambolini

The Shards

For months, coming home late at night
We would stop at a traffic light
In the middle of nowhere
And sit there, the engine restless
For the empty motorway
While I looked out at the half-built flyover
That stood in the moonlight
Like a ruined Greek temple
And I suddenly felt surrounded
By the shattered and potent monuments
Of a civilization we have not yet discovered
The ghost of something stalking us
The future imagined past perhaps
Or else the millions of dead
Rising and falling
Into the mud and carved stone
The ghost of the beast
Whose carapace we inhabit
Not knowing if we stand
At centre or circumference
Sensing that shards are our only wholeness
Carefully carving their shattered edges.