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viernes, 6 de septiembre de 2013

Emily Dickinson





¡Yo soy Nadie! ¿Quién eres tú?
¿Tú eres — Nadie — también?
¡Entonces somos dos!
¡No lo digas! ¡Ya sabes — lo contarían!

¡Qué triste — ser — Alguien!
¡Qué público — como una Rana —
Decir el nombre de uno — durante todo junio —
A un Pantano admirador!




Hoy se acercó a mi mente una Idea —
Que había tenido antes —
Pero que no terminé — un tiempo atrás —
No podría precisar el año —

Ni adónde se fue — ni por qué vino
La segunda vez a mí —
Ni tengo el Arte para decir
Claramente qué era —

Pero en algún lugar — de mi Alma — lo sé —
La he visto antes
Me lo recordó, simplemente — eso fue todo —
Y no vino más a mí —




La diferencia entre la Desesperación
Y el Miedo — es como Aquella
Entre el instante del Naufragio —
Y cuando el Naufragio ha ocurrido —

La Mente está en calma — sin Movimiento —
Tranquila como el Ojo
En la frente de un Busto —
Que sabe — que no puede ver —   


Emily Dickinson, Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 1830-1886
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


I’m Nobody! Who are you?  / Are you — Nobody — too? / Then there’s a pair of us!  / Don’t tell!  they’d advertise — you know. // How dreary — to be — Somebody! / How public — like a Frog — / To tell one’s name — the livelong June — / To an admiring bog!

A Thought went up my mind today — / That I have had before — / But did not finish — some way back — / I could not fix the Year — // Nor where it went — nor why it came / The second time to me — / Nor definitely what it was — / Have I the Art to say — // But somewhere — in my Soul — I know — / I’ve met the Thing before — / It just reminded me — ’twas all — / And came my way no more —


The difference between Despair / And Fear — is like the One / Between the instant of a Wreck /
And when the Wreck has been — // The Mind is smooth — no Motion — / Contented as the Eye /
Upon the Forehead of a Bust — / That knows — it cannot see —



lunes, 22 de abril de 2013

Robert Frost






Cuando el viento nos ataca en la oscuridad
y bombardea con nieve
la ventana que da al este en el cuarto de abajo,
y susurra, el monstruo, con un sordo ladrido,
“¡Sal! ¡Sal!”,
no es ninguna lucha interna no salir,
¡oh, no lo es!
Cuento nuestras fuerzas,
dos y un niño,
aquellos de nosotros no dormidos, limitados a ver
cómo entra el frío cuando el fuego se apaga finalmente,
cómo se va acumulando la nieve,
el jardín y el camino indistinguibles,
hasta que incluso el granero consolador
se agranda a la distancia
y mi corazón tiene una duda:
si está en nosotros levantarnos con el día
y salvarnos sin ayuda.




Hay un mancha de nieve vieja en una esquina
que, debí adivinarlo,
era un diario arrastrado por el viento
que la lluvia había puesto a descansar.

Está salpicada de barro como si
letra de imprenta la cubriera,
las noticias de un día que he olvidado —
si alguna vez las leí.


Robert Frost, Estados Unidos, 1874- 1963
Versión © Gerardo Gambolini
[Public domain image]


Storm Fear

When the wind works against us in the dark, / And pelts with snow / The lowest chamber window on the east, / And whispers with a sort of stifled bark, / The beast, / ‘Come out! Come out!’ / It costs no inward struggle not to go, / Ah, no! / I count our strength, / Two and a child, / Those of us not asleep subdued to mark / How the cold creeps as the fire dies at length, / How drifts are piled, / Dooryard and road ungraded, / Till even the comforting barn grows far away / And my heart owns a doubt / Whether ‘tis in us to arise with day / And save ourselves unaided. 


A Patch of Old Snow

There’s a patch of old snow in a corner / That I should have guessed / Was a blow-away paper the rain / Had brought to rest. // It is speckled with grime as if / Small print overspread it, / The news of a day I’ve forgotten — / If I ever read it. 



miércoles, 27 de febrero de 2013

Jack Gilbert






Un día estaba en el café, sentado afuera,
mirando el crepúsculo en Umbría, cuando una niña
salió de la panadería con el pan que su madre le pidió.
No sabía qué hacer. Ya confundida
por tener trece años y justo aquel verano hacerse mujer,
ahora tenía que pasar por delante del americano.
Pero lo hizo muy bien. Pasó por delante y dobló la esquina
con gracia, sin prestarme atención. Casi perfecto.
En el último instante no pudo resistir
mirarse fugazmente sus pechos nuevos. Suelo recordar
aquella inclinación de su cabeza cuando la gente habla
de tal o cual de las grandes beldades.




Por supuesto fue un desastre.
El más preciado, insoportable secreto
ha sido siempre un desastre.
El peligro cuando tratamos de irnos.
Revisando más tarde, una y otra vez,
lo que debimos hacer
en lugar de lo que hicimos.
Pero en esos breves momentos
parecíamos vivos. Engañados,
maltratados, mentidos y traicionados,
seguramente. Sin embargo, por ese
corto tiempo, visitamos
nuestra vida posible.




En los pequeños poblados a lo largo del río
no ocurre nada, día tras día.
Semanas de verano atascadas para siempre
y largos matrimonios siempre iguales.
Vidas con sólo emergencias, nacimientos
y pesca como emociones. Entonces un barco
surge de la neblina. O aparece por la curva
lentamente una mañana
bajo la lluvia, frente a los pinos y los arbustos.
Llega majestuoso, todo iluminado,
en una calurosa noche perfumada. Dos días después
se ha ido, dejando furia en su estela.


Jack Gilbert, Pittsburgh, Pennsylvania, Estados Unidos, 1925-2012
Versión © Gerardo Gambolini
Imagen: Barcaza en el Mississippi, foto de Dennis Adams
[Public domain]


In Umbria

Once upon a time I was sitting outside the café / watching twilight in Umbria when a girl came / out of the bakery with the bread her mother wanted./ She did not know what to do. Already bewildered /
by being thirteen and just that summer a woman, / she now had to walk past the American. / But she did fine. Went by and around the corner / with style, not noticing me. Almost perfect. / At the last instant could not resist darting a look / down at her new breasts. Often I go back / to that dip of her head when people talk / about this one or that one of the great beauties.


Going There

Of course it was a disaster. / The unbearable, dearest secret / has always been a disaster. / The danger when we try to leave. / Going over and over afterward / what we should have done / instead of what we did. / But for those short times / we seemed to be alive. Misled, / misused, lied to and cheated, / certainly. Still, for that / little while, we visited / our possible life. 


South

In the small towns along the river / nothing happens day after long day. / Summer weeks stalled forever, / and long marriages always the same. / Lives with only emergencies, births, / and fishing for excitement. Then a ship / comes out of the mist. Or comes around / the bend carefully one morning / in the rain, past the pines and shrubs. / Arrives on a hot fragrant night, / grandly, all lit up. Gone two days / later, leaving fury in its wake.


miércoles, 23 de enero de 2013

Alan Dugan






La primera y última vez que vi
a mi ex amante Anne Sexton fue en
una lectura de poesía en protesta contra
alguna guerra inconstitucional en Asia
cuando un académico hijo de puta,
para poner a prueba su fama de borracha
le dio un vaso de cerveza lleno de vino
después de que leímos. Ella se lo bebió
entero, mirándome directo
a los ojos y luego dijo
“No me importa lo que creas,
¿sabes?” como si yo fuera
su ex ¿qué? ¿marido, amante,
qué? Y justo cuando yo
iba a decirle que la amaba, fui, oh,
fui interrumpido por mi bello enemigo
Galway Kinnell, quien le dijo
“Tal como me dijeron, tus ojos,
tienes uno azul y uno verde”
Y ahí estaban, los dos
bellos poetas, mirándose
uno al otro a sus bellos ojos
mientras yo bebía la borra de su vino.


Alan Dugan, Estados Unidos, 1923-2003
versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Drunken Memories Of Anne Sexton

The first and last time I met
my ex-lover Anne Sexton was at
a protest poetry reading against
some anti-constitutional war in Asia
when some academic son of a bitch,
to test her reputation as a drunk,
gave her a beer glass full of wine
after our reading.
She drank
it all down while staring me
full in the face and then said
“I don't care what you think,
you know,” as if I was
her ex-what, husband, lover,
what? And just as I
was just about to say I
loved her, I was, what,
was, interrupted by my beautiful enemy
Galway Kinnell, who said to her
“Just as I was told, your eyes,
you have one blue, one green”
and there they were, the two
beautiful poets, staring at
each others’ beautiful eyes
as I drank the lees of her wine.
 



Oh me levanté y fui a trabajar
y trabajé y volví a casa
y comí y hablé y me fui a dormir.
Después me levanté y fui a trabajar
y trabajé y volví a casa
del trabajo y comí y dormí.
Después me levanté y fui a trabajar
y trabajé y volví a casa
y comí y miré un programa y dormí
Después me levanté y fui a trabajar
y trabajé y volví a casa
y comí bife y me fui a dormir.
Después me levanté y fui a trabajar
y trabajé y volví a casa
y comí y cogí y me fui a dormir.
¡Después fue sábado, sábado, sábado!
¡El amor debe ser la razón de la semana!
¡Fuimos de compras! ¡Ví nubes!
¡Los niños explicaban todo!
¡Pude hablar de lo que importa!
¿Qué bebí el sábado a la noche
que me perdí la primera, la mejor mitad del domingo?
La segunda mitad no fue digna de estas “noticias”.
Después me levanté y fui a trabajar
y trabajé y volví a casa
del trabajo y comí y me fui a dormir,
renovado pero cansado por el fin de semana.


Alan Dugan, Estados Unidos, 1923-2003
versión © Gerardo Gambolini


On A Seven-Day Diary

Oh I got up and went to work
and worked and came back home
and ate and talked and went to sleep.
Then I got up and went to work
and worked and came back home
from work and ate and slept.
Then I got up and went to work
and worked and came back home
and ate and watched a show and slept.
Then I got up and went to work
and worked and came back home
and ate steak and went to sleep.
Then I got up and went to work
and worked and came back home
and ate and fucked and went to sleep.
Then it was Saturday, Saturday, Saturday!
Love must be the reason for the week!
We went shopping! I saw clouds!
The children explained everything!
I could talk about the main thing!
What did I drink on Saturday night
that lost the first, best half of Sunday?
The last half wasn't worth this ‘word.’
Then I got up and went to work
and worked and came back home
from work and ate and went to sleep,
refreshed but tired by the weekend. 



Una vez, una alumna mía leyó un libro que teníamos.
Estaba haciendo una tarea de historia sobre
la decadencia y caída del Imperio Romano
y lloraba. Cuando le pregunté por qué
dijo Porqué. Toda esa gente muerta.
Le dije que si uno empieza a llorar por los muertos
no tendrá mucho tiempo para más nada.
Además, cuando toda la gente de la ciudad fue asesinada
o desapareció, pues su cultura llegó demasiado alto,
los bárbaros dejaron con vida a algunos campesinos
por su valor alimenticio. Algunos bárbaros violaron
a alguna campesina que engendró
una criatura que en última instancia te engendró a ti  
y a mí, de modo que hay una continuidad familiar,
así que no llores, es obvia, ¡mira alrededor!
Es por esa razón que los americanos
somos una nación de campesinos y bárbaros.


Alan Dugan, Estados Unidos, 1923-2003
versión © Gerardo Gambolini


Untitled Poem – I

Once, one of my students read a book we had.
She was doing a history assignment on
the decline and fall of the Roman Empire
and crying. When I asked her why
she said Because. All those people died.
I said that if you start to cry for the dead
you won’t have much time for anything else.
Besides, after all the city people were killed
or died off, because their cultures got too high,
the barbarians kept some peasants alive
for their food value. Some barbarians raped
some peasant woman who produced
a child who ultimately produced you
and me, so there is this family continuity,
so don’t cry, it’s obvious, look around!
This is the reason why we Americans 
are a nation of peasants and barbarians.




sábado, 3 de noviembre de 2012

Langston Hughes






La calma,
apacible cara del río
me pidió un beso.


Suicide’s Note

The calm,
Cool face of the river
Asked me for a kiss. 




He conocido ríos:
he conocido ríos viejos como el mundo y más viejos
que el flujo de la sangre en las venas humanas.

Mi alma se ha vuelto profunda como los ríos.

Me bañé en el Éufrates cuando las albas eran jóvenes.
Construí mi choza cerca del Congo, que me arrullaba para dormir.
Consideré el Nilo y levanté las pirámides junto a él.
Oí el canto del Mississippi cuando Abe Lincoln
            bajó a New Orleans, y vi su lecho barroso
            volverse dorado al atardecer.

He conocido ríos:
ríos antiguos, polvorientos.

Mi alma se ha vuelto profunda como los ríos.


The Negro Speaks of Rivers

I’ve known rivers:
I’ve known rivers ancient as the world and older than the
     flow of human blood in human veins.

My soul has grown deep like the rivers.

I bathed in the Euphrates when dawns were young.
I built my hut near the Congo and it lulled me to sleep.
I looked upon the Nile and raised the pyramids above it.
I heard the singing of the Mississippi when Abe Lincoln
     went down to New Orleans, and I’ve seen its muddy
     bosom turn all golden in the sunset.

I’ve known rivers:
Ancient, dusky rivers.

My soul has grown deep like the rivers.




Te pregunto esto:
¿qué camino seguir?
Te pregunto esto:
¿qué pecado cargar?
¿qué corona poner
en mi cabello?
Yo no lo sé,
Señor,
yo no lo sé.


Prayer

I ask you this:
Which way to go?
I ask you this:
Which sin to bear?
Which crown to put
Upon my hair?
I do not know,
Lord God,
I do not know.




Volví al callejón
y abrí mis puertas
no había nada de su ropa
ella ya no estaba en casa

corrí las mantas
y me acosté en la cama
todo un montón de espacio
era lo único que tenía


Homecoming

I went back in the alley
And I opened up my doors
All her clothes was gone
She wasn’t home no more

I pulled back the covers
I made down the bed
A Whole lot of room
Was the only thing I had


Langston Hughes, Estados Unidos, 1902-1967
versiones © Gerardo Gambolini
imagen: Wikipedia


sábado, 22 de septiembre de 2012

Charles Bukowski




Oh sí

hay cosas peores que
estar solo
pero a menudo lleva décadas
darse cuenta de eso
y más a menudo
cuando lo haces
es demasiado tarde
y no hay nada peor
que
demasiado tarde


Oh Yes

there are worse things than
being alone
but it often takes decades
to realize this
and most often
when you do
it’s too late
and there’s nothing worse
than
too late.
 



desnudo al costado de la casa,
las 8 a.m., poniéndome aceite de sésamo
en el cuerpo, Dios, he llegado
a esto?
alguna vez en callejones oscuros
luché por una risa.
ahora no estoy riendo.
me esparzo aceite y me pregunto
cuántos años quieres?
cuántos días?
mi sangre está manchada y hay un ángel
oscuro posado en mi cerebro.
las cosas están hechas de algo y
terminan en nada.
entiendo la decadencia de las ciudades, de
las naciones.
pasa un pequeño avión.
alzo la vista como si tuviera sentido
mirar hacia ariba.
es cierto, el cielo se ha podrido:
no falta mucho para ninguno de
nosotros.


Decline

naked along the side of the house,
8 a.m., spreading sesame seed oil
over my body, Jesus, have I come
to this?
I once battled in dark alleys for a
laugh.
now I'm not laughing.
I splash myself with oil and wonder,
how many years do you want?
how many days?
my blood is soiled and a dark
angel sits in my brain.
things are made of something and
go to nothing.
I understand the fall of cities, of
nations.
a small plane passes overhead.
I look upward as if it made sense to
look upward.
it’s true, the sky has rotted:
it won’t be long for any of
us.
 



era un hombre realmente asombroso
se daba aires de
rico
aunque vivíamos a avena y frijoles y salchichas
cuando nos sentábamos a comer decía
“no todo el mundo puede comer así.”

y porque quería ser rico o porque realmente
creía que era rico
siempre votó a los republicanos
y votó a Hoover contra Roosevelt
y perdió
y después votó a Landon contra Roosevelt
y volvió a perder,
diciendo, “¡No sé adónde irá a parar este mundo,
ahora que tenemos a ese maldito rojo ahí de nuevo
y después tendremos a los rusos en nuestro patio trasero!”

creo que fue mi padre quien me llevó a decidir
ser un vago.
decidí que si un hombre así quiere ser rico,
yo quiero ser pobre.

y me hice un vago.
viví con centavos y en cuartos baratos y
en bancos de plaza.
pensé que los vagos quizás sabían algo.

pero descubrí que la mayoría de los vagos también
querían ser ricos.
sólo que habían fracasado en eso.

así, atrapado entre mi padre y los vagos
no tenía un lugar adonde ir
y fui allí, rápido y despacio.
nunca voté republicanos
nunca voté.

lo enterré
como un bicho raro de la tierra
como cien mil bichos raros
como millones de otros bichos raros,
consumidos.


my father

was a truly amazing man
he pretended to be
rich
even though we lived on beans and mush and weenies
when we sat down to eat, he said,
“not everybody can eat like this.”

and because he wanted to be rich or because he actually
thought he was rich
he always voted Republican
and he voted for Hoover against Roosevelt
and he lost
and then he voted for Alf Landon against Roosevelt
and he lost again
saying,  “I don't know what this world is coming to,
now we’ve got that god damned Red in there again
and the Russians will be in our backyard next!”

I think it was my father who made me decide to
become a bum.
I decided that if a man like that wants to be rich
then I want to be poor.

and I became a bum.
I lived on nickles and dimes and in cheap rooms and
on park benches.
I thought maybe the bums knew something.

but I found out that most of the bums wanted to be
rich too.
they had just failed at that.

so caught between my father and the bums
I had no place to go
and I went there fast and slow.
never voted Republican
never voted.

buried him
like an oddity of the earth
like a hundred thousand oddities
like millions of other oddities,
wasted.
 



Somos como rosas que jamás se molestaron en
florecer cuando deberíamos haber florecido y
es como si
el sol se hubiera hartado con
la espera


Finish

We are like roses that have never bothered to
bloom when we should have bloomed and
it is as if
the sun has become disgusted with
waiting
 


Charles Bukowski, Andemach, 1920 – Los Ángeles, 1994
versiones © Gerardo Gambolini

martes, 11 de septiembre de 2012

Odgen Nash




Todo el mundo me cuenta todo

Me cuesta mucho entusiasmarme
con las noticias actuales.
Cuando uno piensa que por lo menos las perspectivas ya son tan negras que
no pueden ser más negras, empeoran.
Y por eso no me gustan las noticias, porque jamás ha habido una época en la que tantas cosas
estuvieran yendo tan bien para tantas de las personas equivocadas.


Everybody Tells Me Everything

I find it very difficult to enthuse
Over the current news.

Just when you think that at least the outlook is so black that it can grow no blacker, it worsens,
And that is why I do not like the news, because there has never been an era when so many things were going so right for so many of the wrong persons.



Un trago con algo

Hay algo con el Martini,
un escalofrío extraordinariamente agradable;
un Martini amarillo, suave;
quisiera tomar uno en este momento.
Hay algo con el Martini,
antes de que empiecen la cena y el baile,
y a decir verdad,
no es el vermouth —
creería que es el gin.


A Drink With Something In It

There is something about a Martini,
A tingle remarkably pleasant;
A yellow, a mellow Martini;
I wish I had one at present.
There is something about a Martini,
Ere the dining and dancing begin,
And to tell you the truth,
It is not the vermouth--
I think that perhaps it´s the gin.



Un consejo para maridos

Para que tu matrimonio continúe
rebosando amor de la copa,
admítelo, si estás equivocado;
cuando tienes razón, cierra la boca.


A Word to Husbands

To keep your marriage brimming
With love in the loving cup,
Whenever you’re wrong, admit it;
Whenever you’re right, shut up.



Cruzando la frontera

Empieza la vejez
y la edad mediana se ha cumplido
el día en que tus descendientes
ya son más que tus amigos.


Crossing The Border

Senescence begins
And middle age ends
The day your descendents
Outnumber your friends.



Odgen Nash, Estados Unidos, 1902-1971
Versiones © Gerardo Gambolini
imagen: s/d



jueves, 2 de agosto de 2012

Louis Untermeyer





Las once en punto, y cae el telón.
El viento frío desgarra las hebras de la ilusión;
la música delicada se pierde
con el barullo de la gente que vuelva a casa
y un diario de medianoche.

La noche se ha vuelto marcial;
nos enfrenta con golpes y desgracia.
Las mismas estrellas se han vuelto metralla,
fijas en mudas explosiones.
Y aquí en nuestra puerta
la luz de la luna se extiende
como una espada desenvainada.


Louis Untermeyer, Estados Unidos, 1885-1977
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


End of the Comedy

Eleven o’clock, and the curtain falls.
The cold wind tears the strands of illusion;
The delicate music is lost
In the blare of home-going crowds
And a midnight paper.

The night has grown martial;
It meets us with blows and disaster.
Even the stars have turned shrapnel,
Fixed in silent explosions.
And here at our door
The moonlight is laid 
Like a drawn sword.

miércoles, 25 de abril de 2012

T. S. Eliot






            El señó Kurtz — muerto

            Un penique para el viejo Guy


I

Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Inclinados juntos
Rellena de paja la cabeza. ¡Ay!
Nuestras voces desecadas, cuando
Susurramos juntos
Son silenciosas y sin sentido
Como el viento en el pasto seco
O las patas de ratas sobre el vidrio roto
De nuestro sótano seco

Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;

Aquellos que han cruzado
Con mirada frontal hasta el otro Reino de la muerte
Nos recuerdan —si lo hacen— no como violentas
Almas perdidas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.


II

Ojos que no me animo a enfrentar en sueños
En el reino de sueño de la muerte
Esos no aparecen:
Allí los ojos son
La luz del sol en una columna rota
Allí hay un árbol que se mece
Y las voces
En el canto del viento
Son más lejanas y solemnes
Que una estrella desvaneciente.

Que yo no me acerque más
En el reino de sueño de la muerte
Que use yo también
Esos disfraces deliberados
Piel de rata, piel de cuervo, palos cruzados
En un campo
Portándome como se porta el viento
No me acerque más —

No ese encuentro final
En el reino en penumbras


III

Esta es la tierra muerta
Esta es la tierra del cactus
Aquí se levantan las imágenes
de piedra, aquí reciben
La súplica de la mano de un muerto
Bajo el parpadeo de una estrella desvaneciente.

Es así
En el otro reino de la muerte
Despertando solos
A la hora en que estamos
Temblando de ternura
Labios que besarían
Forjan rezos para la piedra rota.


V

Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas murientes
En este valle hueco
Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos

En este último de los lugares de encuentro
Vamos a tientas juntos
Y evitamos hablar
Reunidos en esta playa del río crecido

Ciegos, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
La rosa multifoliada
Del reino en penumbras de la muerte
La esperanza solamente
De hombres vacíos.


V

Aquí damos vueltas al nopal
Al nopal, al nopal
Aquí damos vueltas al nopal
A las cinco de la mañana.

Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
Cae la Sombra

                        Porque Tuyo es el Reino

Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la Sombra

                        La vida es muy larga

Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
Cae la Sombra

                        Porque Tuyo es el Reino

Porque Tuyo es
La vida es
Porque Tuyo es el

Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
No con una explosión sino un gimoteo.


Thomas Stearn Eliot, St. Louis, Missouri, 1888 - Londres, 1965
versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


The Hollow Men

Mistah Kurtz—he dead

            A penny for the Old Guy

I

We are the hollow men
We are the stuffed men
Leaning together
Headpiece filled with straw. Alas!
Our dried voices, when
We whisper together
Are quiet and meaningless
As wind in dry grass
Or rats’ feet over broken glass
In our dry cellar

Shape without form, shade without colour,
Paralysed force, gesture without motion;

Those who have crossed
With direct eyes, to death’s other Kingdom
Remember us —if at all— not as lost
Violent souls, but only
As the hollow men
The stuffed men.

II

Eyes I dare not meet in dreams
In death’s dream kingdom
These do not appear:
There, the eyes are
Sunlight on a broken column
There, is a tree swinging
And voices are
In the wind’s singing
More distant and more solemn
Than a fading star.

Let me be no nearer
In death’s dream kingdom
Let me also wear
Such deliberate disguises
Rat’s coat, crowskin, crossed staves
In a field
Behaving as the wind behaves
No nearer —

Not that final meeting
In the twilight kingdom

III

This is the dead land
This is cactus land
Here the stone images
Are raised, here they receive
The supplication of a dead man’s hand
Under the twinkle of a fading star.

Is it like this
In death’s other kingdom
Waking alone
At the hour when we are
Trembling with tenderness
Lips that would kiss
Form prayers to broken stone.

IV

The eyes are not here
There are no eyes here
In this valley of dying stars
In this hollow valley
This broken jaw of our lost kingdoms

In this last of meeting places
We grope together
And avoid speech
Gathered on this beach of the tumid river

Sightless, unless
The eyes reappear
As the perpetual star
Multifoliate rose
Of death’s twilight kingdom
The hope only
Of empty men.

V

Here we go round the prickly pear
Prickly pear prickly pear
Here we go round the prickly pear
At five o’clock in the morning.

Between the idea
And the reality
Between the motion
And the act
Falls the Shadow
                                For Thine is the Kingdom

Between the conception
And the creation
Between the emotion
And the response
Falls the Shadow
                                Life is very long

Between the desire
And the spasm
Between the potency
And the existence
Between the essence
And the descent
Falls the Shadow
                                For Thine is the Kingdom

For Thine is
Life is
For Thine is the

This is the way the world ends
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper.


domingo, 15 de abril de 2012

Edgar Lee Masters




Silencio

He conocido el silencio de las estrellas y el mar
y el silencio de la ciudad cuando descansa
y el silencio de un hombre y una joven
y el silencio para el que sólo la música encuentra la palabra
y el silencio del bosque antes de que empiecen los vientos de primavera
y el silencio de los enfermos
cuando su mirada vaga por el cuarto.
Y me pregunto, ¿de qué sirve el lenguaje
para las profundidades?
Los animales del campo gimen varias veces
cuando la muerte se lleva sus crías.
Y nosotros enmudecemos delante de realidades —
no podemos hablar.

Un niño curioso pregunta a un soldado viejo
sentado en la puerta de la despensa,
“¿Cómo perdió la pierna?”
Y el viejo soldado se queda en silencio,
o su mente echa a volar
porque no puede concentrarse en Gettysburg.
Regresa jocosamente
y dice, “Me la arrancó un oso”.
Y el niño se asombra, mientras el viejo soldado,
en silencio, revive débilmente
los fogonazos de las armas, el estruendo de los cañones,
los gritos de los caídos —
y él mismo tendido en el suelo,
los cirujanos del hospital, los cuchillos
y los largos días en cama.
Pero si pudiera describirlo todo
sería un artista.
Pero si fuera un artista habría heridas más profundas
que no podría describir.

Existe el silencio de un gran odio
y el silencio de un gran amor,
y el silencio de una amistad agriada.
Existe el silencio de una crisis espiritual
por la que el alma, exquisitamente torturada,
descubre visiones que no cuadran
con un reino de vida superior.
Y el silencio de los dioses que se entienden sin hablar,
existe el silencio de la derrota.
Existe el silencio de los castigados injustamente
y el silencio del moribundo cuya mano
aprieta de golpe la nuestra.
Existe el silencio entre padre e hijo,
cuando el padre no puede explicar su vida
aun si es malentendido por eso.

Existe el silencio que surge entre los esposos.
Existe el silencio de aquellos que fracasaron,
y el vasto silencio que cubre
a naciones arruinadas y líderes vencidos.
Existe el silencio de Lincoln
pensando en la pobreza de su juventud.
Y el silencio de Napoleón
después de Waterloo.
Y el silencio de Juana de Arco
diciendo entre las llamas, “Bendito Jesús” —
revelando en dos palabras todos los dolores, todas las esperanzas.
Y está el silencio de la edad,
demasiado lleno de sabiduría para que la lengua lo exprese
en palabras entendibles para quienes no han hecho
el largo recorrido de la vida.

Y está el silencio de los muertos.
Si nosotros que estamos en la vida no podemos hablar
de las experiencias profundas,
¿por qué nos asombra que los muertos
no nos cuenten de la muerte?
Su silencio será interpretado
al acercarnos a ellos.


Edgar Lee Masters, EE.UU., 1868-1950
de Songs and Satires (1916)
Versión © Gerardo Gambolini


Silence

I have known the silence of the stars and of the sea,
And the silence of the city when it pauses,
And the silence of a man and a maid,
And the silence for which music alone finds the word,
And the silence of the woods before the winds of spring begin,
And the silence of the sick
When their eyes roam about the room.
And I ask: For the depths
Of what use is language?
A beast of the field moans a few times
When death takes its young.
And we are voiceless in the presence of realities —
We cannot speak.

A curious boy asks an old soldier
Sitting in front of the grocery store,
“How did you lose your leg?”
And the old soldier is struck with silence,
Or his mind flies away
Because he cannot concentrate it on Gettysburg,
It comes back jocosely
And he says, “A bear bit it off.”
And the boy wonders, while the old soldier
Dumbly, feebly lives over
The flashes of guns, the thunder of cannon,
The shrieks of the slain,
And himself lying on the ground,
And the hospital surgeons, the knives,
And the long days in bed.
But if he could describe it all
He would be an artist.
But if he were an artist there would be deeper wounds
Which he could not describe.

There is the silence of a great hatred,
And the silence of a great love,
And the silence of an embittered friendship.
There is the silence of a spiritual crisis,
Through which your soul, exquisitely tortured,
Comes with visions not to be uttered
Into a realm of higher life.
There is the silence of defeat.
There is the silence of those unjustly punished
And the silence of the dying whose hand
Suddenly grips yours.
There is the silence between father and son,
When the father cannot explain his life,
Even though he be misunderstood for it.

There is the silence that comes between husband and wife.
There is the silence of those who have failed;
And the vast silence that covers
Broken nations and vanquished leaders.
There is the silence of Lincoln,
Thinking of the poverty of his youth.
And the silence of Napoleon
After Waterloo.
And the silence of Jeanne d’Arc
Saying amid the flames, “Blessed Jesus” —
Revealing in two words all sorrows, all hope.
And there is the silence of age,
Too full of wisdom for the tongue to utter it
In words intelligible to those who have not lived
The great range of life.

And there is the silence of the dead.
If we who are in life cannot speak
Of profound experiences,
Why do you marvel that the dead
Do not tell you of death?
Their silence shall be interpreted
As we approach them.


jueves, 22 de marzo de 2012

Jeffrey McDaniel




La biología de los números

Una vez salí con una mujer que me gustaba sólo un 43%
Así que sólo escuché el 43% de lo que dijo
Sólo dije la verdad un 43% del tiempo
Y sólo la besé con un 43% de mis labios

Algunos dicen que no puedes cuantificar el deseo,
ponerle un número a la pasión no está bien,
que el corazón humano no funciona así.
Pero para mí sí - Camino por la calle

y los números aparecen en las frentes
de la gente que miro. En los bares, es peor.
Con cada trago, los números suben
hasta que cada mujer en el antro tiene un borroso

ochenta y algo sobre sus cejas
y al día siguiente solo puedo recordar un 17 %
de lo que realmente pasó. Ése es el problema
con la bebida - te jode las matemáticas.


Jeffrey McDaniel, Estados Unidos, 1967.
Versión de Romina E. Freschi y Karina A. Macció
imagen: The California Journal of Poetics



The biology of numbers

Once I dated a woman I only liked 43%.
So I only listened to 43% of what she said.
Only told the truth 43% of the time.
And only kissed with 43% of my lips.

Some say you can't quantify desire,
attaching a number to passion isn't right,
that the human heart doesn't work like that.
But for me it does-I walk down the street

and numbers appear on the foreheads
of the people I look at. In bars, it's worse.
With each drink, the numbers go up
until every woman in the joint has a blurry

eighty something above her eyebrows,
and the next day I can only remember 17%
of what actually happened. That's the problem
with booze-it screws with your math.



El mundo silencioso

En un esfuerzo por hacer que la gente mire
más a los ojos de los otros,
y también para apaciguar a los mudos,
el gobierno ha decidido
adjudicar a cada persona exactamente ciento
sesenta y siete palabras por día.
Cuando suena el teléfono, lo pongo en mi oído
sin decir hola. En el restaurante
Señalo la sopa de fideos con pollo.
Me estoy ajustando bien a la nueva manera.
Tengo carteles para toda ocasión.
Cada mañana invento una nueva frase
Y la imprimo en una remera,
Como Los Humanos Están Llegando
O Karaoke Para Mudos.
Tarde a la noche, llamo a mi amante de larga distancia,
orgullosamente digo, Usé solo cincuenta y nueve hoy.
Guardé el resto para ti.
Cuando ella no responde
Sé que ha usado todas sus palabras
entonces murmuro despacio te amo
treinta y dos veces y un tercio
Después de eso, nos quedamos en línea
Y nos escuchamos respirar.


Jeffrey McDaniel, Estados Unidos, 1967.
Versión de Romina E. Freschi y Karina A. Macció



The quiet world

In an effort to get people to look
into each other's eyes more,
and also to appease the mutes,
the government has decided
to allot each person exactly one hundred
and sixty-seven words, per day.
When the phone rings, I put it in to my ear
Without saying hello. In the restaurant
I point at chicken noodle soup.
I am adjusting well to the new way.
I have placecards for every occasion.
Each morning, I invent a new phrase
which I print on a t-shirt,
like The Humans Are Coming
or Karaoke for Mutes

Late at night, I call my long distance lover,
proudly say I only used fifty-nine today.
I saved the rest for you.
When she doesn't respond,
I know she's used up all her words,
so I slowly whisper I love you
thirty-two and a third times.
After that, we just sit on the line
and listen to each other breathe.


lunes, 6 de febrero de 2012

Jane Hirshfield





Las ballenas siguen
las rutas de las ballenas.
Los gansos,
rutas de aire magnetizado.

Para ir lejos
las precisiones importan.

Pero cuántas veces
el corazón
que parte hacia Perú
llega a China,

timoneando firme.
Consultando las cartas
toda la travesía.

Jane Hirshfield, New York, Estados Unidos, 1953
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Public Domain image


China

Whales follow
the whale-roads.
Geese,
roads of magnetized air.

To go great distance,
exactitudes matter.

Yet how often
the heart
that set out for Peru
arrives in China,

Steering hard.
Consulting the charts
the whole journey.



Los poemas que no hemos leído
deben ser los más intensos:
imperfectos, extremos.
Como pasa con el amor, sus días, sus noches.
Está en la cima de la montaña
y busca más montaña, puntos más empinados.
El descenso una idea imposible de imaginar.

Jane Hirshfield, New York, Estados Unidos, 1953
Versión © Gerardo Gambolini


The Lost Love Poems of Sappho

The poems we haven’t read
must be her fiercest:
imperfect, extreme.
As it is with love, its nights, its days.
It stands on the top of the mountain
and looks for more mountain, steeper pitches.
Descent a thought impossible to imagine.



A veces en la vida —cualquier vida—
llega un momento, llega una decisión,
y entonces lo esencial ocurre o no.

Quizás la sopa tiemble de repente en su cuchara,
atrapada entre el plato y la boca,
y entonces la mano se afirma.

La sopa no sabe de la decisión. Se enfría.

La cuchara no sabe.

La mano lo siente, lo siente, pero la mano no sabe.

La mano se pone otra vez firme o no.
Y en ese instante, de toda la vida, se toma la decisión.

Así Virgilio, un mediodía, concibió la Eneida
y nada se alteró a su alrededor,
ni el trino de las aves —
alondras, mirlos — ni el curso del Tíber.

Augusto murmura “¿Actium?” y nada cambia.
Un soldado que morirá allí por uno de los bandos arregla su huerto.
Un soldado que morirá por el otro juega a la escondida con sus hijos.

¿Dónde se registra en los anales un momento de esos, entonces?

No en las estrellas indiferentes.
No en el gato que echa un vistazo,
cansado de la quietud de la habitación, ahora más pronunciada,
y de su única mano, lenta.

Es así en toda la tierra.
Gatos aburridos, aves cuyo aparente abandono
es su destino, no simple para ellos, aconteciendo.

El mosquito pica
al poderoso o al condenado y se alimenta igual.

Pero lo que ahora ocurrirá o no
fue entretanto decidido, menos sus cinco microlitros de sangre.
Cosa que no le importa a nadie todavía,
porque aún no ha ocurrido nada, nada se sabe.

Pero en este momento el mosquito está feliz,
porque el hambre que lo hizo además su vehículo ha sido satisfecha.

Jane Hirshfield, New York, Estados Unidos, 1953
versión © Gerardo Gambolini


A Moment Travels the Visible Fraction at Dusk and Is Gone

A few times in a life—any life—
a moment comes, a decision comes,
and then the essential thing happens or it does not.

It may be the soup suddenly trembles in its spoon,
caught between soup bowl and mouth,
and then the hand steadies.

The soup does not know the decision. It cools.

The spoon does not know.

The hand feels it, it feels it, but the hand does not know.

The hand grows steady again or it does not.
And in this instant, in all a life, the decision is made.

Thus Virgil, one midday, conceived the Aeneid,
and nothing altered around him,
not the chatter of songbirds—
nuthatches, thrushes—not the course of the Tiber.

Augustus murmurs “Actium?” and nothing changes.
A soldier who will die there on one side tends to his garden.
A soldier who will die for the other plays hide-and-seek with his sons.

Where then is such a moment registered in the annals?

Not in the dispassionate stars.
Not in the house cat who glances over,
bored with the room’s now-steepening stillness
and its one, slow-moving hand.

So it is all over the earth.
Bored cats, birds whose seeming abandon
is their own fate, unsimple to them, going on.

A mosquito drinks
from the powerful or the lost and is equally fed.

Yet the thing that now will happen or not
has been meanwhile decided, less its five microliters of blood.
Which does not as yet matter to anyone,
for as yet nothing has happened, nothing is known.

But the mosquito this moment is happy,
for hunger which made her also its vehicle has been fulfilled.