Desde el infarto
Elí, Elí, lama dafaktani,
que significa: por qué me comí este garrón.
Por qué me has puesto en este infarto, Dios mío.
Por qué vienes como un vulgar matón
con aspavientos de muerte, amenazando:
—Ey, Gerry, vamos a dar un paseo.
Elí, Elí. Qué ganas de andar jodiendo.
¿Por qué me aporreas y me empujas,
cacheteándome como a un niño indefenso?
No soy un contrincante a tu medida,
pero no me acorrales.
Quizá tenga algún as en la manga
una metáfora que no hayas previsto,
alguna zancadilla para luchar contigo
y derribarte. Me encargaré personalmente
de que te arrepientas del momento
en que tu divina providencia
me hirió de soslayo.
Voy a hincharte las pelotas
hasta que se me acaben las pilas,
como un juguete enloquecido.
Basta ya de enviarme emisarios y secuaces.
Médicos, demonios, enfermeros y homúnculos
seres recién salidos del horno
con una sonrisa amable en las fauces.
Vienen con sus tenazas y sus pócimas,
se ciernen sobre mí con jeringas y mazas
pellizcándome, tensando mis venas como cuerdas,
oliendo mis orines, mordisqueándome,
metiéndome un dedo en el culo.
Uno a uno cambiaré sus designios;
velos mutados en aliados míos.
Formaremos un ejército y te buscaremos.
Irrumpiremos en tu sacro recinto
y no tendrás escapatoria, Padre amado.
Deberás sentarte a negociar por todo.
Temario abierto. Vamos a hablar
de los males del mundo
y no tan sólo de esta espina en mi pecho.
Mira a lo que hemos llegado, Dios:
ahora estoy encabezando una revuelta cósmica,
un vasto movimiento teológico
para torcerte el brazo, ¿y todo por qué?
Por un capricho, una nadería.
¿Qué necesidad tenías de mí,
de una mota de polvo
que ni siquiera tenía alto el colesterol?
Yo sólo robaba de vez en cuando
milagros
para mi estricto uso personal.
Ahora déjame en paz.
Me cansé de arrojar piedras al vacío.
Voy a dormir eones.
Cuando despierte, Dios, seremos como hermanos.
Mi corazón abarcará la Vía Láctea
y mis coronarias difundirán mi sangre
por el vasto universo.
Cambiaré sutilmente las leyes de la física,
impregnándolo todo con un dejo a Gerardo.
suavizando tu obra, oh, Creador...
Mi cuerpo se diluye
en el aire y la nada.
Déjame terminar esta humilde diatriba,
esta oración de gracias.
¿Por qué no duermes un poquito?
Pretendamos que es sábado: descansa.
Vete a dormir la siesta,
give us a break, oh Lord...
El monitor muestra mi pulso estable.
102/56 la presión. La nitroglicerina gotea.
Parece que me operan el lunes.
Les mando un beso a todos,
los quiero mucho.
Gerardo Lewin, Buenos Aires, Argentina, 1955.
imagen: s/d
Nota: el Editor pide disculpas a los lectores por las imperdonables erratas en la transcripción inicial de este poema, ahora corregidas.
martes, 14 de diciembre de 2010
Gerardo Lewin
lunes, 13 de diciembre de 2010
Eugenio Montale
Fin de año, 1968
He contemplado desde la luna, o casi,
el modesto planeta que contiene
filosofía, teología, política,
pornografía, literatura, ciencias
exactas u ocultas. Adentro está también el hombre
y yo entre ellos. Y todo es muy extraño.
Dentro de pocas horas será noche y el año
terminará entre explosiones de espumantes
y petardos. Quizás de bombas o algo peor,
mas no aquí, donde estoy. Si uno muere
a nadie le interesa con tal que sea
desconocido y lejano.
Eugenio Montale, Génova, 1896 - Milán, 1981
traducción de Horacio Armani
imagen: Eugenio Montale (1977), por David Levine
Fine del '68
Ho contemplato dalla luna, o quasi,
il modesto pianeta che contiene
filosofia, teologia, politica,
pornografia, letteratura, scienze
palesi o arcane. Dentro c’è anche l’uomo,
ed io tra questi. E tutto è molto strano.
Tra poche ore sarà notte e l’anno
finirà tra esplosioni di spumanti
e di petardi. Forse di bombe o peggio,
ma non qui dove sto. Se uno muore
non importa a nessuno purché sia
sconosciuto e lontano.
En el silencio
Hoy hay huelga general.
No pasa nadiempor la calle.
Sólo una radio portátil al otro lado de la pared.
Alguien debe vivir allí desde hace algunos días.
Me pregunto qué pasará con la producción.
La misma primavera tarda bastante en producirse.
Anticipadamente, han apagado la calefacción.
Se han dado cuenta de que es inútil el servicio postal.
No es un gran mal el retraso de las funciones normales.
Es fatal que algún engranaje no engrane.
Hasta los muertos están agitados.
También ellos forman parte del silencio total.
Tú estás bajo una lápida. De nada vale despertarte
pues siempre estás despierta. Incluso hoy, que hay sueño
universal.
Eugenio Montale, Génova, 1896 - Milán, 1981
traducción de Horacio Armani
Nel silenzio
Oggi è sciopero generale.
Nella strada non passa nessuno.
Solo una radiolina dall’altra parte del muro.
Da qualche giorno deve abitarci qualcuno.
Mi chiedo che ne sarà della produzione.
La primavera tarda alquando a prodursi.
Hanno spento in anticipo il termosifone.
Si sono accorti ch’è inutile il servizio postale.
Non è un gran male il ritardo delle funzioni normali.
E’ d’obbligo che qualche ingranaggio non ingrani.
Anche i morti si son messi in agitazione.
Anch’essi fanno parte del silenzio totale.
Tu stai sotto una lapide. Risvegliarti non vale
perché sei sempre desta. Anche oggi ch’è sonno
universale.
martes, 7 de diciembre de 2010
Richard Wilbur
La escritora
En su cuarto, en la proa de la casa,
donde rompe la luz y las ventanas se sacuden con el tilo,
mi hija escribe un cuento.
Me detengo en la escalera, escuchando
un barullo de teclas por su puerta cerrada,
como una cadena jalada por una borda.
Joven como es, la materia
de su vida es una carga importante, y parte de ella es pesada:
yo le deseo un viaje venturoso.
Pero ahora es ella quien se detiene,
como si rechazara mi idea y su figura liviana.
Crece un silencio, en el que la casa entera
parece estar pensando,
y entonces ella sigue, con un apiñado
alboroto de golpes, y hace silencio de nuevo.
Recuerdo el estornino ofuscado
que quedó atrapado en ese mismo cuarto, hace dos años;
recuerdo que entramos furtivamente, abrimos una ventana
y nos fuimos, para no asustarlo, y que
durante una hora impotente, por la rendija de la puerta,
vimos a la elegante, salvaje, oscura
e iridiscente criatura
golpear contra el resplandor, caer como un guante
al piso duro, o la tapa del escritorio,
y esperar entonces, encorvada y ensangrentada,
la inteligencia para volver a intentarlo, y recuerdo cómo
se levantó nuestro ánimo cuando, súbitamente segura,
despegó del respaldo de una silla
trazando un rumbo tranquilo hasta la ventana correcta
y franqueando el alféizar del mundo.
Es siempre, cariño, una cuestión
de vida o muerte, como lo había olvidado. Te deseo
lo que antes te deseé, pero más fuerte.
Richard Wilbur, New York, Estados Unidos, 1921
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d
The Writer
In her room at the prow of the house
Where light breaks, and the windows are tossed with linden,
My daughter is writing a story.
I pause in the stairwell, hearing
From her shut door a commotion of typewriter-keys
Like a chain hauled over a gunwale.
Young as she is, the stuff
Of her life is a great cargo, and some of it heavy:
I wish her a lucky passage.
But now it is she who pauses,
As if to reject my thought and its easy figure.
A stillness greatens, in which
The whole house seems to be thinking,
And then she is at it again with a bunched clamor
Of strokes, and again is silent.
I remember the dazed starling
Which was trapped in that very room, two years ago;
How we stole in, lifted a sash
And retreated, not to affright it;
And how for a helpless hour, through the crack of the door,
We watched the sleek, wild, dark
And iridescent creature
Batter against the brilliance, drop like a glove
To the hard floor, or the desk-top,
And wait then, humped and bloody,
For the wits to try it again; and how our spirits
Rose when, suddenly sure,
It lifted off from a chair-back,
Beating a smooth course for the right window
And clearing the sill of the world.
It is always a matter, my darling,
Of life or death, as I had forgotten. I wish
What I wished you before, but harder.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Antonin Artaud
Es necesario que se comprenda que toda la inteligencia no es más que una amplia eventualidad, y que se la puede perder no ya como el demente que está muerto, mas como el ser viviente que está en la vida y que siente sobre sí la atracción y el soplo (de la inteligencia, no de la vida).
Las titilaciones de la inteligencia y ese brusco trastocamiento de las partes.
Las palabras a mitad de camino de la inteligencia.
Esa posibilidad de pensar hacia atrás y de zaherir de pronto su pensamiento.
Ese diálogo en el pensamiento.
La absorción, la ruptura de todo.
Y de pronto ese hilo de agua sobre un volcán, la caída tenue y dilatada del espíritu.
Si uno pudiese gustar al menos de su nada, si uno pudiese descansar bien en su nada y esa nada no fuese una cierta clase de ser pero tampoco la muerte completa.
Es tan duro no existir más, no ser más en alguna cosa. El verdadero dolor es sentir su pensamiento trasladarse en uno mismo. Pero el pensamiento como un punto ciertamente no es un sufrimiento.
Estoy en el punto en que la vida ya no me concierne, pero con todos los apetitos y la titilación insistente del ser en mí. Sólo tengo una ocupación: rehacerme. [...]
He elegido el dominio del dolor y la sombra como otros el de la irradiación y acumulación de materia.
No trabajo en la dimensión de un dominio cualquiera.
Trabajo en la duración única.
Antonin Artaud, Francia, 1896-1948
de Le pèse-nerfs, suivi des fragments d’un journal d’enfer
traducción de Gerardo Guthmann
imagen: Autorretrato (junio 1947)
viernes, 3 de diciembre de 2010
Gerardo Gambolini
—Apocalypse Now
lapidamos el tabaco finalmente
alejamos el cáncer la tos
el enfisema
Introibimus ad altare salutis
Una nación
de cuerpos sanos —
Y siempre nos queda el hidromiel
un caballo de Atenea
que arrastrar
siempre podemos
seguir perdiendo Troya
Oh patria
sólo aventamos
los humos más débiles
miércoles, 1 de diciembre de 2010
D. H. Lawrence
Oración del Señor
Porque tuyo es el reino,
el poder y la gloria —
Santificado por tu nombre, entonces
Tú que no tienes nombre —
Dame, oh, dame,
además del pan de cada día,
mi reino, mi poder y mi gloria.
Todas las cosas que vuelven a ti
tienen su reino, su poder y su gloria.
Como el reino del ruiseñor al alba,
cuyo poder y gloria he visto y sentido muchas veces.
Como el reino del zorro en la oscuridad,
aullando con su poder y su gloria
que es la muerte de la oca.
Como el poder y la gloria de la oca en la niebla
graznando en el lago.
Y yo, un hombre desnudo, gritando
pidiéndote en voz alta mi maná,
mi reino, mi poder y mi gloria.
David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: The Worship of Mammon (1909), por Evelyn de Morgan
Lord’s Prayer
For thine is the kingdom
the power, and the glory —
Hallowed be thy name, then
Thou who art nameless —
Give me oh give me
besides my daily bread
my kingdom, my power, and my glory..
All things that turn to thee
have their kingdom, their power, and their glory.
Like the kingdom of the nightingle bt twilight
whose power and glory I have often heard and felt.
Like the kingdom of the fox in the dark
yapping in his power and his glory
which is death to the goose.
Like the power and the glory of the goose in the mist
hooking over the lake.
And I, a naked man, calling
calling to thee for my manna,
my kingdom, my power, and my glory.
Plegaria moderna
¡Omnipotente Mammón, hazme rico!
¡Hazme rico pronto, sin jamás un escollo
en mi estupenda prosperidad! ¡Arroja a la zanja a quienes
me ponen trabas, Mammón, grandioso hijo de puta!
David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini
Modern Prayer
Almighty Mammon, make me rich!
Make me rich quickly, with never a hitch
in my fine prosperity! Kick those in the ditch
who hinder me, Mammon, great son of bitch!
Paga
La paga del trabajo es el dinero.
La paga del dinero es desear más dinero.
La paga de querer más dinero es la competencia salvaje.
La paga de la competencia salvaje es — el mundo en que vivimos.
El círculo trabajo-paga-deseo es el círculo más vicioso
que jamás convirtió a los hombres en demonios.
Ganar un jornal es un quehacer carcelario
y un jornalero es una especie de preso.
Ganar un sueldo es un trabajo de carcelero,
un guardia en vez de un preso.
Vivir de nuestras rentas es pasearse a lo grande fuera de la prisión
con terror de tener que entrar. Y como la prisión del trabajo
cubre casi toda la faz de la tierra, uno se pasea de aquí para allá
en una ronda limitada, más o menos como un preso haciendo ejercicio.
A esto se llama libertad universal.
David Herbert Lawrence, Gran Bretaña, 1885-1930
Versión © Gerardo Gambolini
Wages
The wages of work is cash .
The wages of cash is want more cash.
The wages of want more cash is vicious competition.
The wages of vicious completion is — the world we live in.
The work-cash-want circle is the viciousest circle
that ever turned men into fiends.
Earning a wage is a prison occupation
and a wage-earner is a sort of gaol-bird
Earning a salary is a prison overseer’s job,
a gaoler instead of a gaol-bird .
Living on your income is strolling grandly outside the prison
in terror lest you have to go in .And since the work-prison covers
almost every scrap of living earth, you stroll up and down
on a narrow beat, about the same as a prisoner taking his exercise .
This is called universal freedom.
lunes, 29 de noviembre de 2010
Juan Manuel Inchauspe
5
Suave es caer en la habitación
cuando hemos dejado detrás
esa acumulación crujiente de horas
quemadas para vivir.
Suave es la presencia de los muebles
la línea de tu nuca acompañando
la inclinación de tu cabeza sobre el libro.
Suave es el fondo de mar de tus ojos.
Y más suave la hora — en que ya cansado
pero terriblemente libre — enciendo
la lámpara que apagaré muy tarde.
Juan Manuel Inchauspe, Santa Fe, 1940-1985
imagen & fuente: Juan Manuel Inchauspe, Poesía Completa, Universidad Nacional
del Litoral, Santa Fe, 1994
4
Una vez más estás en el comienzo de la mañana,
herido, insoportable, más débil todavía,
mirando cómo fluye la luz de las cosas,
la clara quietud renaciendo de las sombras.
Una vez más la luz fuera de la ventana
y por dentro sombras apaciguadas y lentas..
La ceniza sobre la mesa, el lomo de los libros
y ese desorden de papeles como de algo
que fue nerviosamente buscado durante la noche.
Juan Manuel Inchauspe, Santa Fe, 1940-1985
fuente: Juan Manuel Inchauspe, Poesía Completa, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1994
1
Me voy temprano y regreso muy tarde
cuando la noche ha hecho ya
gran parte de su trabajo
y no queda tiempo para detenerse a mirar.
Así paso los días. Como si lo mejor de mí
estuviera paralizado y muerto
o mejor como si no hubiera existido nunca.
Nada más que este rostro hipnotizado.
Como un pájaro nocturno
alguna palabra escala mi sangre.
Entiendo que debo quemar mis manos una vez más.
Abro el cuaderno y escribo rápidamente.
Todo arde.
Juan Manuel Inchauspe, Santa Fe, 1940-1985
fuente: Juan Manuel Inchauspe, Poesía Completa, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1994
Había estado...
Había estado
buscando una casa, un lugar
donde poder vivir,
paredes alquiladas
cualquier cosa.
Al volver
desde el centro de una plaza vacía
alcancé a ver ese frío y lejano sol
que siempre se apaga detrás de las grandes ciudades.
Juan Manuel Inchauspe, Santa Fe, 1940-1985
fuente: Juan Manuel Inchauspe, Poesía Completa, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1994
viernes, 26 de noviembre de 2010
Giuseppe Ungaretti
Vigilia
Toda una noche
tirado junto
a un compañero
masacrado
con su boca
desencajada
vuelta al plenilunio
con la congestión
de sus manos
metida
en mi silencio
escribí cartas
llenas de amor
Jamás estuve
tan
apegado a la vida
Giuseppe Ungaretti, Alejandría, Egipto, 1888 – Milán, Italia, 1970
de L’Allegria
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Giuseppe Ungaretti
Veglia
Un’intera nottata
buttato vicino
a un compagno
massacrato
con la sua bocca
digrignata
volta al plenilunio
con la congestione
delle sue mani
penetrata
nel mio silenzio
ho scritto
lettere piene d’amore
Non sono mai stato
tanto
attaccato alla vita
San Martino del Carso
De estas casas
no ha quedado
más que algún
pedazo de muro
De tantos
que me querían
no quedó
siquiera eso
Pero en el corazón
no falta ninguna cruz
Mi corazón
es el lugar más devastado
Giuseppe Ungaretti, Alejandría, Egipto, 1888 – Milán, Italia, 1970
de L’Allegria
Versión © Gerardo Gambolini
San Martino del Carso
Di queste case
non è rimasto
che qualche
brandello di muro
Di tanti
che mi corrispondevano
non è rimasto
neppure tanto
Ma nel cuore
nessuna croce manca
È il mio cuore
il paese piú straziato
No griten más
Dejen de matar a los muertos
no griten más, no griten
si todavía los quieren oír,
si esperan no morir.
Tienen el susurro imperceptible,
no hacen más ruido
que el crecer de la hierba,
feliz donde no pasa el hombre.
Giuseppe Ungaretti, Alejandría, Egipto, 1888 – Milán, Italia, 1970
de Il Dolore
Versión © Gerardo Gambolini
Non gridate più
Cessate di uccidere i morti
non gridate più, non gridate
se li volete ancora udire,
se sperate di non perire.
Hanno l’impercettibile sussurro,
non fanno più rumore
del crescere dell’erba,
lieta dove non passa l’uomo.
Poesía
Los días y las noches
suenan
en estos mis nervios de arpa
Vivo
de esta alegría enferma
de universo
y sufro
por no saber encenderla
en mis palabras
Giuseppe Ungaretti, Alejandría, Egipto, 1888 – Milán, Italia, 1970
de Poesie disperse
Versión © Gerardo Gambolini
Poesia
I Giorni e le Notti
suonano
in questi miei nervi d’arpa
Vivo
di questa gioia malata
d'universo
e soffro
per non saperla accendere
nelle mie parole
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Rafael Felipe Oteriño
De las invariables pérdidas
De las invariables pérdidas
el alma extrae una verdad
puntual: todo hemos sido
y en la red pegajosa
de las arañas: arcilla,
pan, campo, águila,
dejaremos de ser.
Claro
que el cuerpo escondido sabe
que su simiente no termina
allí:
en medio del humo
y los cascos rendidos
de los caballos
una bandera tarda en caer,
la que en el viento
es sonido.
Su cuerno
teje la armonía
entre lo mortal que mana
y la fábula imborrable
que la vida nos devuelve.
Rafael Felipe Oteriño, La Plata, Argentina, 1945
imagen: Edvard Munch, Melancolía
Escribo contra la muerte
Mi carga de imágenes es pobre:
árboles y viento para entender el curso de la vida
o un pájaro infinito para medir su intensidad.
Y arañas y luz turnándose una y otra vez.
Mi carga de recuerdos también es corta,
dos o tres cuadros obsesivos:
un caballo y un niño galopando sobre la nada,
el cuerpo ciego de este mundo condenado antes de nacer.
Mi carga de deseos se achica con los años:
los barcos de plata están todos hundidos, para bien,
y del tren nocturno sólo guardo el grito
de unas ventanas como flechas bajo el cielo maravilloso.
En otro tiempo la eternidad traía sus voces:
eran los rostros humedecidos de una pasión sin forma
que buscaba la flor entera donde encarnar,
rostros y flores entre los que yo me buscaba, desde lejos.
Ahora la mañana se recuesta en mi brazo
y esta página es mi comienzo y mi fin.
Escribo contra la muerte: ya no hay lugar en mí
para todas las puertas que expulsan el paraíso.
Rafael Felipe Oteriño, La Plata, Argentina, 1945
lunes, 22 de noviembre de 2010
Juan Felipe Herrera
Habitante extranjero
He vivido aquí, en exilio, durante siete años.
Hubo un juicio.
No es que haya terminado en la nada.
Los papeles dicen que traté de atar un cable
al cuello de un dignatario. Me escapé.
Pero, ¿por qué les cuento esto?
Todos somos asesinos
que codician la calidez del castillo del joyero.
Vine a America.
Vivo en un cuarto de pensión,
subterráneo, con un robusto Ya Sabes Quién con su blanca piel,
y bajo la mirada severa y suspicaz de una abuela olvidada
al final del pasillo.
Paso la noche despierto oyendo el crepitar de la tostadora,
el chisporroteo del tomate con ajíes, el discurso del presidente
y en la FM, una vieja canción de Astrud Gilberto.
Escribo poemas y soplo anillos de humo.
Me estiro y palpo la cicatriz del lado izquierdo, bajo la camisa;
es mi esposa: suave, fina, muda, flotando en algún lugar
alrededor de mí, muy lejos.
Nadie obedece el calendario ni el reloj,
esos boquiabiertos y ruidosos verdugos
de nuestras maquinaciones más pequeñas y secretas.
Ya no. Andamos como el vapor de las velas,
enlazados solamente a nuestros propios susurros.
Escuchamos rumores sobre los escuadrones del suicidio,
una bomba en el supermercado Safeway, o en el puente Golden Gate.
Es raro, ahora que estoy aquí,
la calidez desaparece velozmente.
Ahora puedo decir esto.
¿Por qué hui a este lugar?
La guerra inevitablemente abre todas las puertas.
Mi gente, allá en el pueblo, debe saber esto.
Sólo unos pocos al frente de las barracas
todavía creen que la oscura tarde azul
nos va a escudar con una estrella.
Juan Felipe Herrera, California, Estados Unidos, 1948
traducción de Lisa R. Bradford y Fabián O. Iriarte
imagen: s/d
Foreign Inhabitant
I have lived here, in exile, for seven years.
There was a trial.
It didn’t come to nothing.
The papers said I tried to wrap a wire
arournd a dignatary’s neck. I escaped.
But why do I tell you this?
We are all assassins
coveting the warmth inside the jeweler’s castle.
I came to America.
I live in the middle of a commoner’s quarters,
underground, with a light-skinned and robust Joe Youknowho,
and the unforgiving squint from an abandoned grandmother
at the end of the hallway.
I stay uo at night hearing the crackle of the toaster,
the sizzle of tomato with peppers, the President’s speech
and on the FM, an old song by Astrud Gilberto.
I write poems and blow smoke rings.
I pull in and feel the scar beneath the left side of my shirt;
it is my wife: smooth, thin, silent, floating, somewhere
around me, far away.
No one obeys the calendar or the clock;
those very loud open-mouthed executioners
of our smallest and secret imaginings.
Not anymore. We go about like the vapor of candles,
attached only to our own whispers.
We hear about suicide squads;
a bomb in the Safeway supermarket or the Golden Gate.
It’s funny, now that I am here,
wamth disappears quickly.
Now, I can say this.
Why did I run here?
War inevitably opens all the doors.
My people back home must know this.
There are only a few at the front of the barracks,
that still believe in the dark blue evening
that will shield us with a star.