jueves, 17 de enero de 2013

Ronald Stuart Thomas






¿Evans? Sí, muchas veces bajé
los toscos escalones
de la cocina sombría
con su fuego de leña, donde cantaban grillos
acompañando el silbido de la pava negra,
y entraba así a la fría oscuridad
para ahogarme en la densa marea
de la noche que envolvía las paredes
de su granja austera en lo alto de la loma.

No era la oscuridad que me llenaba los ojos y la boca
lo que me estremecía; tampoco el goteo
de la lluvia como sangre desde el único árbol
torturado por el clima. Era la oscuridad
que anegaba las venas de aquel hombre enfermo
al que dejé varado en la vasta
y solitaria costa de su cama helada.


Ronald Stuart Thomas, Cardiff, Gales, 1913-2000
versión © Gerardo Gambolini
imagen: St Hywyn’s Church, Aberdaron, Gales © Martin Baird


Evans

Evans? Yes, many a time
I came down his bare flight
Of stairs into the gaunt kitchen
With its wood fire, where crickets sang
Accompaniment to the black kettle’s
Whine, and so into the cold
Dark to smother in the thick tide
Of night that drifted about the walls
Of his stark farm on the hill ridge.

It was not the dark filling my eyes
And mouth apalled me; not even the drip
Of rain like blood from the one tree
Weather-tortured. It was the dark
Silting the veins of that sick man
I left stranded upon the vast
And lonely shore of his bleak bed.



Y Dios sostuvo en su mano
un globo pequeño. Mira, dijo.
El hijo miró. Lejos,
como a través de agua, vio
una tierra abrasada de intenso
color. La luz ardía
allí; edificios encostrados
arrojaban su sombra: una serpiente
brillante, un río
se desenroscaba, radiante
de lodo.
                        En una loma desnuda
un árbol desnudo entristecía
el cielo. Muchos
estiraban hacia él sus brazos flacos
como esperando que un abril ya ido
volviera a sus ramas
cruzadas. El hijo los
observó. Déjame ir allí, dijo.


Ronald Stuart Thomas, Cardiff, Gales, 1913-2000
versión © Gerardo Gambolini


The Coming

And God held in his hand
A small globe.  Look, he said.
The son looked.  Far off,
As through water, he saw
A scorched land of fierce
Colour.  The light burned
There; crusted buildings
Cast their shadows: a bright
Serpent, a river
Uncoiled itself, radiant
With slime.
                         On a bare
Hill a bare tree saddened
The sky.  Many people
Held out their thin arms
To it, as though waiting
For a vanished April
To return to its crossed
Boughs. The son watched
Them.  Let me go there, he said.



Algo apartada de la ruta
inmóvil en un gris del siglo pasado
está la capilla, fea, sin atractivo
para que un turista detenga el auto
y la visite. El tráfico pasa
y el río pasa, y lo mismo rápidas
sombras de nubes, y la capilla se hunde
un poco más en la hierba.

Pero aquí una vez, una noche como ésta,
en la oscuridad que envolvía
a sus oyentes, un predicador se prendió fuego
y ardió sin cesar delante de ellos
con una extraña luz para que vieran
el esplendor de las montañas desnudas
a su alrededor y cantaran sus amenes
fervientemente, por poco pero salvados
de un modo en que los hombres no lo están ahora.


Ronald Stuart Thomas, Cardiff, Gales, 1913-2000
versión © Gerardo Gambolini


The Chapel

A little aside from the main road
becalmed in a last-century greyness
there is the chapel, ugly, without the appeal
to the tourist to stop his car
and visit it. The traffic goes by
and the river goes by, and quick shadows
of clouds too, and the chapel settles
a little deeper into the grass

But here once on an evening like this,
in the darkness that was about
his hearers, a preacher caught fire,
and burned steadily before them
with a strange light so that they saw
the splendour of the barren mountains
about them and sang their amens
fiercely, narrow but saved
in a way that men are not now.


lunes, 14 de enero de 2013

Lawrence Durrell






Por fin los verdaderos días de verano,
cuando, desde el baile de la fragua roja,
el sol herrero forja
nuevos arietes para la carne,
desde la negra armería
acero para nuevo pedernal.

No escucharé nada que entristezca. La estación
yace abierta como una mujer, acumulando,
secreta, madurez a madurez. El deseo, un higo negro,
es arrancado otra vez del vientre de la razón.
Nuestro verano está grueso, grávido por fin.

Todos vosotros, que conocéis el deseo en estos mares,
reclinad ahora como los frutos
el alma o los avíos para la soledad. Las Hespérides
se abren. Esto es el limbo, el mar en calma.
Sellad el ojo de vuestros cíclopes,
silenciad el tambor del Tiempo.


Lawrence Durrell, Jalandhar, India, 1912 – Sommières, Francia, 1990
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Citadela de Corfú, por Edward Lear


Summer in Corfu

At last the serious days of summer,
When from the red forge dancing,
The blacksmith sunshine hammers
New beaks for the flesh,
From the black mint
Steel for new flint.

State me no theme for misery. The season
Like a woman lies open, is folding,
Secret, growth upon growth. The black fig
Desire is torn again from the belly of reason
Our summer is gravid at last, is big.

All you, who know desire in these seas,
Have souls or equipment for loneliness, loneliness,
Lean now like fruitage. The Hesperides
Open. This is the limbo, the doldrum.
Seal down the eye of your cyclops,
Silence Time's drum.


sábado, 5 de enero de 2013

Wilfred Owen





La parábola del joven y el viejo

Y Abraham se levantó, y cortó la leña y partió,
y llevó consigo el fuego y un cuchillo.
Y cuando juntos los dos se detuvieron,
Isaac, el primogénito, le dijo: “Padre mío,
veo los aprestos, el fuego y el hierro,
pero, ¿dónde está el cordero para este sacrificio?”
Y Abraham ató al joven con cintos y correas,
y levantó parapetos en las trincheras,
y tomó el cuchillo para matar a su hijo
cuando un ángel, llamándolo del cielo,
le dijo: “No pongas tu mano sobre el muchacho
ni le hagas nada. He allí un carnero
atrapado en una zarza por las astas;
ofrenda en su lugar el Carnero del Orgullo.”
Pero el viejo no haría eso, y mató a su hijo,
y a media simiente de Europa, uno por uno.


Wilfred Owen, Inglaterra, 1893-1918
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: de Wikipedia 



The Parable of the Young Man and the Old

So Abram rose, and clave the wood, and went,
And took the fire with him, and a knife.
And as they sojourned, both of them together,
Isaac the first-born spake, and said, My Father,
Behold the preparations, fire and iron,
But where the lamb for this burnt-offering?
Then Abram bound the youth with belts and straps,
And builded parapets the trenches there,
And stretched forth the knife to slay his son.
When lo! an angel called him out of heaven,
Saying, Lay not thy hand upon the lad,
Neither do anything to him. Behold,
A ram, caught in a thicket by its horns;
Offer the Ram of Pride instead of him.
But the old man would not so, but slew his son,
And half the seed of Europe, one by one.


domingo, 30 de diciembre de 2012

Uilliam English






Dejad que todo el mundo alabe su oficio,
el hombre de iglesia, el astuto vendedor.
Que miles alardeen de rango o de riqueza.
Yo alabo mendigar: no hay plan mejor.

Cuando veo rebaños que están flacos,
malas cosechas y niños que lloran,
granizo que cae, vientos que arrecian,
mis campos están secos, y a mí no importa.

Yo descanso alegremente bajo el sol
pensando solamente en historias que contar,
paz en la mente en paz, ni rentas ni tributos:
no hay oficio mejor que mendigar.

De vez en cuando me abrasa la sed.
Luego de un día pido para tomar.
Un día con vino, un día sin nada.
Dios bendiga al que inventó limosnear.


Uilliam English, Irlanda, 1709-1778
Poeta y fraile agustino, también conocido como Liam Inglis.
Versión del inglés © Gerardo Gambolini
Sobre la traducción del gaélico de Pádraig J. Daly
imagen: s/d


The Beggar

Let everubody praise his trade,
The clergyman, the wily merchant.
Let thousands boast of wealth or state.
I praise begging as the best plan.

When I see an ailing flock,
Crops gone bad and children wailing,
Hail descending, winds blowing rough,
My fields are dry and I am carefree.

Happily in the sun I rest
With not a thought but storytelling,
My mind at peace, no tax or rent:
The best of all the trades is begging.

Now and then I’m parched with thirst.
A day goes by and I call for porter.
A day with wine, a day with none.
God bless beggary’s inventor.




Iba yo a la feria de Curreeny
el día décimo de agosto, y al andar
encontré a una joven sola en el camino,
que era dulce y bella de mirar.

Los rizos le caían en los hombros
enmarcando su cara inmaculada,
las servillas le cubrían los talones
y Cupido bailaba en su mirada.

Le hablé a esa deslumbrante criatura
apretando mi sombrero con la mano.
Soñé, como presa de un ensueño,
que libábamos al borde de aquel prado.

“La belleza y el amor de toda Irlanda
son tu rostro, tu figura y porte fino.
Cree, amor, esos halagos.
No soy un infame libertino.”

“Soy una mujer que quedó sola —
sin guía estas colinas debo atravesar.
Dejadme, en el nombre de María.
¿O queréis mi buen nombre mancillar?

No soy ninguna joven alocada
aunque he dejado a mi padre muy atrás.
Oh clérigo, olvidad vuestras lisonjas
y seguid a la feria en soledad.”

Di un salto adelante al oír eso
hacia aquella que atrapó mi corazón.
Defendido como estaba su castillo,
al final la fortaleza ella rindió.

Ayudado por sus besos ardorosos,
al contento más dulce la llevé.
Luego la guié por la montaña
y el camino hacia la feria retomé.

Llorando arrepentida dijo ella,
“Mi amor y mi pasión os entregué,
no me dejes así, mi buen amigo,
dondequiera que desees te seguiré.

Si tu ejército audaz ha conquistado
mi ciudad y mi puerto y guarnición
con la fuerza del cañón para mujeres,
ahora donde vayas iré yo.”


Uilliam English, Irlanda, 1709-1778
Versión del inglés © Gerardo Gambolini
Sobre la traducción del gaélico de Pádraig J. Daly


Going To The Fair At Curreeny

Going to the fair at Curreeny,
On the tenth day of August, you’ll know,
I met, all alone on the roadway,
A girl young and sweet to behold.

Her hair curled down to her shoulders,
Framing her lily-white face,
Her slippers covered her ankles
And Cupid danced in her gaze.

I spoke to this ravishing creature,
With my hat firmly clutched in my hand.
I dreamt in my dayreaming fashion
That we supped at the edge of the land.

“The beauty and love of all Ireland
Is your person, your face and your gait.
Believe my flattering speech, love,
I’m not some unconscionable rake.”

“I’m a solitary female left lonely,
Travelling the hills without guide.
For the sake of Mary, now leave me.
Do you mean my good name to destroy?

I’m not some easy young hussy,
Though my father I’ve left far away.
Stop your cajolery, cleric,
And be off with you now to the fair.”

At this I took a leap forward
Towards the one who had captured my heart.
Though her castle was stoutly defended,
She yielded the fortress at last.

With the help of her own warm kisses,
I brough her to sweetest content.
Then I guided her over the mountain
As off toward the market I went.

Said she, as she wept and lamented,
“My good friend, don’t leave me like this,
I’ve given my love and affection.
I’ll follow wherever you wish.

Since you conquered, with your bold army,
My garrison, city and port,
With the force of your guns against women,
I’ll go now wherever you go.”


sábado, 22 de diciembre de 2012

Lawrence Durrell







[...] Retrocedo paso a paso en el camino del recuerdo para llegar a la ciudad donde vivimos todos un lapso tan breve, la ciudad que se sirvió de nosotros como si fuéramos su flora, que nos envolvió en conflictos que eran suyos y creímos equivocadamente nuestros, la amada Alejandría.

[...] Alejandría es el más grande lagar del amor; escapan de él los enfermos, los solitarios, los profetas, es decir, todos los que han sido profundamente heridos en su sexo.

[...] “Con una mujer sólo se pueden hacer tres cosas”, dijo Clea en una ocasión: “Quererla, sufrir o hacer literatura.”

[...] “Esta intimidad no debe ir más lejos, pues hemos agotado ya todas sus posibilidades en la imaginación; y lo que terminaremos por descubrir, más allá de los sombríos colores de la sensualidad, es una amistad tan profunda que seremos esclavos uno del otro para siempre.” Era, si se quiere, el coqueteo de dos espíritus prematuramente extenuados por la experiencia  [...]

[...] Le asombrará si le digo que siempre he visto en Justine una especie de grandeza. Como usted sabe, hay ciertas formas de grandeza que si no se aplican al arte o a la religión, hacen estragos en la vida corriente de los hombres. El error está en que Justine consagró sus dones al amor. Es cierto que en muchos casos ha sido mala, pero en ninguna de ellos la actitud tenía importancia. Tampoco puedo decir que nunca haya hecho daño a nadie. Pero los perjudicados han salido ganando. Los arrancó de sí mismos. Era forzoso que sufrieran, y muchos no han comprendido la naturaleza del dolor que ella les infligía. Yo sí.

[...] Su corazón está reseco y sólo le han quedado los cinco sentidos como los fragmentos de un vaso roto.

[...] Me dio la impresión de que trataba de mostrar una serie de crueles caricaturas de sí misma, pero esto es habitual en los solitarios, convencidos de que su verdadera personalidad no puede encontrar correspondencia en nadie.

[...] En cierto modo Justine no buscaba la vida, sino una revelación integradora que pudiera darle un sentido.

[...] Como todos los seres amorales, está en el límite de la Diosa.

[...] Todos buscamos motivos racionales para creer en el absurdo.

[...] Las grandes religiones no hacen más que establecer una larga lista 
de prohibiciones [...] En nuestra Cábala decimos: Cede al deseo, pero refinándolo.

[...] Con la institución del matrimonio se ha legitimizado la desesperanza.

[...] Las palabras que dicen los amantes en esos momentos están cargadas de emociones que todo lo deforman. Sólo sus silencios tienen la cruel precisión que los devuelve a la verdad.

[...] Quiero exponer los hechos, sencilla y crudamente, sin ningún estilo, sin yeso ni jalbegue; grabar directamente el retrato de Justine en el muro, dejando como fondo, sin cubrir, las piedras de la angustia.


Lawrence Durrell, Jalandhar, India, 1912 – Sommières, Francia, 1990
Traducción de Aurora Bernárdez
Justine - El cuarteto de Alejandría - Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1960


sábado, 15 de diciembre de 2012

Malcolm Lowry






Sin el dragón sombrío


Las ideas de libertad están atadas a la bebida.
Nuestra vida ideal incluye una taberna
donde uno pueda sentarse y hablar o sólo pensar
sin miedo al dragón sombrío;
u otra taberna aun donde no haya
ningún letrero de No Se Fía y donde,
aparte de las cervezas ilimitadas,
nos sentemos tranquilos, borrachos y locos a redactar
folletos de una tierra realmente mejor en que el hombre
pueda tomar un vino más delicado, ah, sin destilar,
que embriague sutilmente sin dolor,
tejiendo la visión de una posada incomparable
donde podamos beber eternamente sin pagar
con la puerta abierta y el viento soplando.


Malcolm Lowry, Inglaterra, 1909-1957
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Wyvern © Jan Kellett
 


Without the Nighted Wyvern

Notions of freedom are tied up with drink.
Our ideal life contains a tavern
Where man may sit and talk or just think,
All without fear of the nighted wyvern;
Or yet another tavern where it appears
There are no No Trust sign no No Credit
And, apart from the unlimited beers,
We sit unhackled drunk and mad to edit
Tracts of a really better land where man
May drink a finer, ah , an undistilled wine,
That subtley intoxicates without pain,
Weaving the vision of the unassimilable inn
Where we may drink forever without owing,
Whit the door open, and the wind blowing.






El barco está volviendo a casa, finalmente.
El contramaestre intenta leer pero sueña con el hogar.
El viejo lamparero duerme, el motor golpetea:
casa. Las luces están dispuestas para alumbrarnos desde el pasado
hacia un futuro inmediato tan poco misterioso como este mástil,
cuyo tamaño y objetivo limitado conocemos.
¡Paciente hierro! Pero pasando el mastil, en lo alto, mudo
vacío, o el parpadear de estrellas vacilantes
lanzadas a la deriva en un blanco océano de dudas.
Quizás este buque avanza hacia un futuro
que medita menos sobre el océano que sobre la amargura
en la mente de los marinos. ¿Es esa estrella el ajenjo surgido
entre las estrellas del amor? ¿Este carguero la eternidad?
¿Adónde estamos yendo? Vida sálvanos a todos.


Malcom Lowry, Inglaterra, 1909-1957
Versión © Gerardo Gambolini 



The ship is turning homeward

The ship is turning homeward now at last.
The bosun tries to read but dreams of home.
The old lamptrimmer sleeps, the engine thrums:
Home. Lamps are set to light us from the past
To a near future unmysterious as this mast,
Whose bulk we recognize and finite aim.
Patient iron! But, beyond the maintruck, dumb
Blankness, or the twitch of reeling stars cast
Adrift in a white ocean of doubt.
Perhaps this tramp rolls towards a futurity
That broods on ocean less than on the gall
In seamen’s minds. Is that star wormwood out
Among love’s stars? This freighter eternity?
Where are we going? Life save us all.



La luna en Escandinavia   (II)


Dios ayude a todos aquellos
que sólo pensaron en sí, para quienes
ninguna verdad simple era verdad
ninguna vida rápida y clara era vida;
y Dios ayude a aquellos que no sienten dolor
pero viven guiados por él nada menos,
porque lo invierten totalmente
en nuestros bonos de felicidad.


Malcolm Lowry, Inglaterra, 1909-1957
Versión © Gerardo Gambolini



The Moon In Scandinavia   (II)

God help those and other who
Have only thought of self,
To whom no simple truth was true
No swift clear life was life;
An God help those who feel no pain
Yet live by it no less,
Since they invest it soundly in
Our stock of happiness.





Ayúdenme a escribir.
Muéstrenme las puertas
donde están las órdenes,
y la jaula
que mi alma mira fijo,
donde mi valor
ruge a través de las rejas.


Malcom Lowry, Inglaterra, 1909-1957
Versión © Gerardo Gambolini 



Rilke and Yeats

Help me to write.
Show me the gates
Where the orders are,
And the cage
My soul stares at,
Where my courage
Roars through the grates.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Omertá




Maya 

Ayer no fue el fin del mundo
pero al menos aquí
abundamos fantasmas



Racconto 

cuando michael mata en el bar a mc cluskey
la inteligencia dice: son dos basuras
aun así el corazón

prefiere a pacino —
la farsa del hampa
siempre es más clara que la oficial


Gerardo Gambolini, Argentina, 1955 
imagen: códice Dresde

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Francisca Aguirre




           
A Dina Rot y Abasha Rotenberg


No entiendes lo que dicen, mas te llega,
te alcanza, te hiere, te trastorna.
¿O tal vez eres tú y tu terror?
Huele mucho, huele por todas partes,
es un olor dulzón y pegajoso,
pero no sabes a qué huele.
¿O tal vez eres tú y tu viejo espanto?
Suena una música que no descifras,
que no acabas de oír, pero que invade.
¿O eres tú y tu temor, tu constante recelo?
Hay algo que no ves, pero que está,
o se ahonda o crece o se dilata.
¿O tal vez eres tú y tu pavor diseminado?
Algo te cerca, algo te rodea,
no sabes lo que es ni lo que dice,
no sabes a qué huele ni entiendes lo que canta.
¿O eres tú y tu miseria, tu consabido pánico?
El aire se ha espesado como el tiempo,
y la luz es opaca y dirimente,
y una urgencia precoz te acosa y lame.
¿O eres tú y tu implacable cobardía?

Todo se ha convertido en extrañeza,
es como si tu vida te mirara
de esa forma distante y asombrada
con que observamos siempre a los ajenos,
con ese miedo obtuso hacia los otros.
¿Qué sabes tú de ti, criatura absurda?
¿Qué sabes tú de tus razones?
¿Quién es ésa que escapa mientras vives?
¿Quién es la que sonríe cuando lloras,
la que se queda muda mientras hablas?
Nadie va a responder por ti,
ni siquiera tú misma.
La vida te ha alcanzado,
ha llegado primero y ha cruzado la meta.
Huele, huele mucho y no sabes a qué.
Suena, suena por todas partes
una música que no acabas de oír.
Déjalo, deja que caiga, que se ahonde,
déjalo que prospere como el miedo.
Al fin y al cabo de algo hay que vivir.

Peor sería que conocieras las respuestas.


Francisca Aguirre, España, 1930
imagen: www.diarioinformacion.com


domingo, 2 de diciembre de 2012

Rodolfo Edwards






el otoño
el invierno y la primavera
se dilatan
en la misma melodía
con ligeras variaciones
en cambio
el verano tiene su propia música
y para colmo la transmiten
por altavoces
en estratégicos lugares del mundo
chingui chingui todo el tiempo
levantando arenas
despeinando los espíritus
aún en la más fresca habitación
el perfume del bronceador
penetra hasta los huesos
el suelo es una larga playa
sin solución de continuidad
chingui chingui todo el tiempo
la música
la maldita música de los veranos
poniéndonos
entre la espada y el mar



hablo de vos
con varias personas
a la vez
como en partidas
simultáneas de ajedrez



este cacho de pizza
que como con la mano
se parece tanto a mi alma
un triángulo irregular
chorreando por todos lados


Rodolfo Edwards, Buenos Aires, Argentina, 1962
imagen: vectoropenstock.com




sábado, 24 de noviembre de 2012

Joseph Woods




Revelación

Cuando mi padre
apareció en la cocina

después de vacilar por los sembrados
volviendo de la cantera inundada

que teníamos prohibida, por supuesto,
y que no tenía fondo,

anunció que nunca más
haría otra vez algo así:

agarrar a los gatitos
y su madre

y meterlos a todos
en una bolsa cosida.

Tanto más extraño,
incluso alarmante,

cuando en una semana
la madre volvió

para sentarse en el alféizar
y observar por varios años

las incómodas idas y venidas de mi padre.


Joseph Woods, Drogheda, Irlanda, 1966
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Letting the Cat Out of the Bag

When my father stole
into the scullery

having faltered  over fields
froom the flooded quarry,

which naturally we were warned
against and was bottomless,

he announced he’d never
carry out an act like it again:

gathering the kittens
with their mother

and weighting the whole shebang
into a loose-stitched sack.

All the more strange,
even alarming,

when within a week
the mother arrived back

to sit on the windowstill
and observe for some years

my father’s uneasy coming and goings.




El carillón
de bambú

que trajiste
y colgaste

en el jardín
se destiñó en su primer

invierno extranjero,
en los siguientes

meses
sonaba hueco.

Dos inviernos después
se partieron las puntas,

el carillón
de bambú

cambió su
tonada

al timbre
de huesos.


Joseph Woods, Drogheda, Irlanda, 1966
Versión © Gerardo Gambolini



Bamboo

The bamboo
wind-chimes

you brought back
and hung high

in the yard
bleached in their

first foreing winter,
rang hollow

in the months
that followed.

Two winters on,
their ends split,

the bamboo
wind-chimes

have changed
their tune

to the timbre
of bones.