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He oído lo que decían los charlatanes, su discurso
sobre el principio y el fin,
pero yo no hablo del principio ni del fin.
Nunca hubo otro inicio que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora,
ni habrá nunca más consumación que la de ahora,
ni más cielo o más infierno que los de ahora.
Impulso, impulso e impulso,
siempre el impulso procreador del mundo.
De la penumbra salen los iguales contrarios, siempre
sustancia e incremento, siempre sexo,
siempre un tejido de identidad, siempre la distinción, siempre
una variedad de vida.
Elaborar es en vano, cultos e incultos lo intuyen por igual.
Seguros como lo más seguro, a plomo en los montantes, bien
trabados, afirmados en las vigas,
fuertes como el caballo, afectuosos, arrogantes, eléctricos,
aquí estamos, yo y este misterio.
Transparente y dulce es mi alma, como es transparente y dulce
todo lo que no es mi alma.
Si falta una cosa faltan ambas, y lo invisible se prueba por lo visto,
hasta que esto se vuelve invisible y a su vez es probado.
Mostrando lo mejor y separando lo peor, la vejez hostiga a la
vejez — conociendo la perfecta adecuación y justicia de las cosas,
mientras ellos discuten yo guardo silencio, y voy a bañarme y admirarme.
Grato es cada órgano y cada atributo mío, y de cualquier hombre
limpio y saludable,
ni una pulgada o la partícula de una pulgada es despreciable, y
ninguna será menos familiar que las demás.
Estoy satisfecho — miro, bailo, río, canto;
cuando el acariciante y cariñoso compañero de lecho duerma a mi lado toda la noche
y al asomar el día se vaya con paso sigiloso
dejándome cestas tapadas con paños blancos que llenen la casa
con su abundancia,
¿retardaré mi aceptación y conciencia y les gritaré a mis ojos
que dejen de mirar de arriba abajo el camino
y que en el acto calculen y me muestren
exactamente el valor de uno y exactamente el valor de dos,
y cuál va a la cabeza?
Walt Whitman, Estados Unidos, 1819-1892
de Song to Myself
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Walt Whitman, por Rick Bartow
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I have heard what the talkers were talking, the talk of the beginning and the end
But I do not talk of the beginning or the end.
There was never any more inception than there is now,
Nor any more youth or age than there is now,
And will never be any more perfection than there is now,
Nor any more heaven or hell than there is now.
Urge and urge and urge,
Always the procreant urge of the world.
Out of the dimness opposite equals advance, always substance and increase, always sex,
Always a knit of identity, always distinction, always a breed of life.
To elaborate is no avail, learn'd and unlearn'd feel that it is so.
Sure as the most certain sure, plumb in the uprights, well entretied, braced in the beams,
Stout as a horse, affectionate, haughty, electrical,
I and this mystery here we stand.
Clear and sweet is my soul, and clear and sweet is all that is not my soul.
Lack one lacks both, and the unseen is proved by the seen,
Till that becomes unseen and receives proof in its turn.
Showing the best and dividing it from the worst age vexes age,
Knowing the perfect fitness and equanimity of things, while they discuss I am silent, and go bathe and admire myself.
Welcome is every organ and attribute of me, and of any man hearty and clean,
Not an inch nor a particle of an inch is vile, and none shall be less familiar than the rest.
I am satisfied — I see, dance, laugh, sing;
As the hugging and loving bed-fellow sleeps at my side through the night, and withdraws at the peep of the day with stealthy tread.
Leaving me baskets cover'd with white towels swelling the house with their plenty,
Shall I postpone my acceptation and realization and scream at my eyes,
That they turn from gazing after and down the road,
And forthwith cipher and show me to a cent,
Exactly the value of one and exactly the value of two, and which is ahead?
lunes, 30 de agosto de 2010
Walt Whitman
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