A F—s S. O—d
¿Deseas ser amada? ¡Tu corazón entonces
no apartes de la senda que transita!
Siendo todo lo que eres,
en nada seas distinta.
Así para el mundo, tus delicadas maneras,
tu gracia, tu indescriptible belleza,
serán eterno motivo de elogio,
y el amor, un simple imperativo.
Edgar A. Poe, Boston, 1809 – Baltimore, 1849
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: s/d
To F—s. O—d
Thou wouldst be loved? – then let thy heart
From its present pathway part not!
Being everything which now thou art,
Be nothing which thou art not.
So with the world thy gentle ways,
Thy grace, thy more than beauty,
Shall be an endless theme of praise,
And love – a simple duty.
Sueños
¡Oh, si mi vida fuera un sueño duradero!
Mi alma no despertaría hasta que el alba trajera
el brillo de una Eternidad.
Sí, aunque ese largo sueño fuese de un dolor irremediable,
sería mejor que la fría realidad de la vigilia
para aquel cuyo corazón, sobre la bella tierra,
debe ser –y siempre ha sido–
un caos de pasión, desde la cuna.
Pero si fuera –ese sueño eternamente
continuo– como los sueños de mi niñez,
sería necio esperar un paraíso más sublime.
Porque me he deleitado, cuando el sol era brillante,
en cielos de verano, en sueños de luz viva
y de belleza; y he llevado mi propio corazón
a regiones que yo mismo imaginé,
lejos de mi hogar, con seres nacidos
de mi propio pensamiento. ¿Qué más podría haber visto?
Fue una vez, y sólo una vez, y el momento
no se borrará de mi memoria; algún hechizo o poder
me había dominado; el viento helado vino a mí en la noche
y dejó su imagen en mi alma al alejarse,
o la luna brilló demasiado fríamente en su apogeo,
velando mi descanso, o las estrellas... Como haya sido,
aquel sueño fue como ese viento nocturno: que pase...
He sido feliz, pero en un sueño.
Oh, los sueños, con su vívido disfraz
o con su esfuerzo fugaz y nebuloso
por parecerse a la realidad, ofrecen a la mirada febril
más cosas bellas del Cielo y del Amor
de las que jamás conoció la joven Esperanza
en su hora más alegre.
Edgar A. Poe, Boston, 1809 – Baltimore, 1849
Versión © Gerardo Gambolini
Dreams
Oh! that my young life were a lasting dream!
My spirit not awakening, till the beam
Of an Eternity should bring the morrow.
Yes! tho’ that long dream were of hopeless sorrow,
’Twere better than the cold reality
Of waking life, to him whose heart must be,
And hath been still, upon the lovely earth,
A chaos of deep passion, from his birth.
But should it be – that dream eternally
Continuing – as dreams have been to me
In my young boyhood – should it thus be given,
’Twere folly still to hope for higher Heaven.
For I have revell’d, when the sun was bright
I’ the summer sky, in dreams of living light
And loveliness, – have left my very heart
In climes of my imagining, apart
From mine own home, with beings that have been
Of mine own thought- what more could I have seen?
’Twas once- and only once – and the wild hour
From my remembrance shall not pass – some power
Or spell had bound me – ‘twas the chilly wind
Came o’er me in the night, and left behind
Its image on my spirit – or the moon
Shone on my slumbers in her lofty noon
Too coldly – or the stars – howe’er it was
That dream was as that night-wind – let it pass.
I have been happy, tho’ in a dream.
I have been happy – and I love the theme:
Dreams! in their vivid coloring of life,
As in that fleeting, shadowy, misty strife
Of semblance with reality, which brings
To the delirious eye, more lovely things
Of Paradise and Love – and all our own!
Than young Hope in his sunniest hour hath known.
Lucero de la tarde
Era en pleno verano,
en mitad de la noche,
y pálidas lucían las estrellas
ante la gélida luna
encumbrada en las Alturas.
Rodeada de planetas
–sus esclavos–, su luz brillante
bañaba las aguas.
Contemplé durante un rato
su fría sonrisa – demasiado fría,
demasiado fría para mí.
De pronto, una nube fugaz
pasó, como un sudario,
y me volví para mirarte,
orgulloso lucero de la tarde,
en tu lejano esplendor.
Y más preciado será tu brillo,
pues la orgullosa parte que de noche
te toca en el Cielo
es gozo para mi alma,
y más admiro tu fuego distante
que esa luz más fría y menos noble.
Edgar A. Poe, Boston, 1809 – Baltimore, 1849
Versión © Gerardo Gambolini
Evening Star
‘Twas noontide of summer,
And mid-time of night;
And stars, in their orbits,
Shone pale, thro’ the light
Of the brighter, cold moon,
‘Mid planets her slaves,
Herself in the Heavens,
Her beam on the waves.
I gazed awhile
On her cold smile;
Too cold – too cold for me –
There pass’d, as a shroud,
A fleecy cloud,
And I turned away to thee,
Proud Evening Star,
In thy glory afar,
And dearer thy beam shall be;
For joy to my heart
Is the proud part
Thou bearest in Heaven at night,
And more I admire
Thy distant fire,
Than that colder, lowly light.