Pero no me recuerdo
Para siempre a salvo de la erosión,
tenía veinte años en esta fotografía.
Pero no me recuerdo, no sé qué pasó hasta aquí
ni cómo sucedió.
Aquel muchacho bastante tonto,
con todo el cabello puesto
y toda la luz a su disposición.
En qué andaba, qué hacía detrás de esa piel.
La transición quedó a oscuras. Desde aquí
el tiempo es un sueño desordenado.
Sólo sé que no había apostado
a esto que me sucede, ahora que tengo frío y estoy hecho
un rostro que termina y pierde aire.
Joaquín Giannuzzi, Buenos Aires, 1924 – Salta, 2004, Argentina
imagen: s/d
Negación en el valle
A solas con mi carne en el valle, separado
del deshonor de la historia y su silbido carnicero,
las verdes colinas cierran el paisaje hacia el oeste
y las nubes bajan pesadas en la desolación
de este hueco frío de mi país.
El pueblo es lluvioso y traicionado
bajo un tiempo que desvanece su nombre. Por sus últimas calles
se ajena una música hasta volverse desconocida
y su lugar usurpa un silencio infecundo, de entraña aterrada.
En el error de ayer sonaron disparos hasta el hueso
y los muertos crecieron para una sola demencia.
¿Pero quién se equivocó para que yo esté vivo?
¿Quién condenó a quién en la oscuridad?
¿Cómo seguir aquí sin entender, optando a ciegas
en una época nocturna? Ahora que estoy separado
en las colinas que me circundan
hay una opción de eternidad inexplicable
para esta conciencia ruinosa. Pero su llamado
no alcanza a lo que huyó: mi costado soñador,
la porción cantante de mi cabeza,
la poseía experimental, la esperanza de un nuevo estilo,
una justicia en la realidad y en el pecho. Ahora
hasta la llovizna en el valle es una especie
de negación y de conocimiento mortal.
Joaquín Giannuzzi, Buenos Aires, 1924 – Salta, 2004, Argentina
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