Clima turístico / Silvia Curbelo
Todo el verano los huracanes
con nombres de estrellas de cine
iluminan el mapa del clima
a lo largo de cuatro condados. Manejamos
en silencio a la salida del hospital
hacia las callecitas donde
los negocios con nombres de barcos
venden todo a mitad de precio.
Los caracoles son huesos. Me puse
tu viejo piloto. Todo lo que suena
en la radio del auto pertenece
a la lluvia. El clima es la única
noticia que vale la pena esperar.
La otra noche la enfermera joven
abrió de par en par las ventanas
poco antes de que golpeara la primera tormenta
y enytre los árboles pudimos oír
el rudo hablar de las olas,
un lenguaje sin ternura.
Artesanías, caracoles, piedras.
Algunas cosas son más
que sus nombres.
Como los huracanes. O el cáncer.
Una palabra como ésa puede matarte.
Una caracola apoyada en el oído
no dice nada. La lluvia cae
entre las grietas de lo que
queremos decir. La otra noche
soñé que agua fresca llenaba mi boca
y mi propia voz, adentro a la deriva,
se alzaba hacia vos
como cualquier sed humana.
Silvia Curbelo, Cuba, 1955
Reside en Estados Unidos desde 1967
traducción de Lisa R. Bradford y Fabián O. Iriarte
imagen: (izq.) Silvia Curbelo – (der.) Judith Ortíz Cofer
Tourist Weather
All summer long hurricanes
with the names of movie stars
light up the weather map
across four counties. We drive
in silence out of the hospital
and towards the small strips
where souvenir shops with nautical names
are selling everything half price
Shells are bones. I’ve put on
your old raincoat. Whatever
plays on the car radio belongs
to the rain. Weather is the
only news worth waiting for.
Last night the young nurse
threw open all the windows moments
before the first storm hit
and through the trees we could hear
the coarse talk of the waves,
a language without tenderness.
Driftwood, seashell, stone.
Some things are more
than their names.
Like hurricanes. Or cancer.
A word like that can kill you.
A shell held to one’s ear
tells nothing. Rain falls
between the cracks of what
we mean to say. Last night
I dreamt cool water filled my mouth
and my own voice, adrift inside it,
held itself up to you
like any human thrist.
La lección de la caña de azúcar / Judith Ortíz Cofer
Mi mamá abrió bien grandes los ojos
parada al lado de la plantación
lista para cortar.
“Respirá hondo”,
dijo en voz baja,
“no hay nada tan dulce:
nada más dulce”.
Al escucharla,
papá dejó la goma pinchada que estaba cambiando
bajo un sol que sacaba la brea del asfalto,
y me agarró del brazo, quebró mi corrida
hacia una planta:
“La caña puede asfixiar a una niña: snakes, las víboras
se esconden donde crece más alto que tu cabeza.”
Y nos llevó de vuelta al auto lisiado
donde transpiramos nuestra penitencia,
por haber antojado más dulzura
que la que no es permitida,
más de la que podemos manejar.
Judith Ortíz Cofer, Puerto Rico, 1952
Reside en Estados Unidos desde 1955
traducción de Lisa R. Bradford y Fabián O. Iriarte
The Lesson of the Sugarcane
My mother opened her eyes wide
at the edge of the field
ready for cutting.
“Take a deep breath,”
she whispered,
“There is nothing as sweet:
Nada más dulce.”
Overhearing,
Father left the flat he was changing
in the road-warping sun,
and grabbing my arm, broke my sprint
toward a stalk:
“Cane can choke a little girl: snakes hide
where it grows over your head.”
And he led us back to the crippled car
where we sweated out our penitence,
for having craved more sweetness
than we were allowed,
more than we could handle.
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