Mostrando las entradas con la etiqueta Randall Jarrell. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Randall Jarrell. Mostrar todas las entradas

viernes, 30 de abril de 2010

Randall Jarrell


Pérdidas

Eso no era morir: todo el mundo moría.
Eso no era morir: habíamos muerto antes
en los choques de rutina — y nuestras bases
llamaban a los diarios, escribían a nuestra familia,
y aumentaban los índices, por causa de nosotros.
Moríamos por la página errónea del almanaque,
esparcidos en montañas a cincuenta millas de distancia;
cayendo en picada sobre un pajar, peleando con un amigo,
estallábamos contra las líneas que nunca veíamos.
Moríamos como tías o mascotas o como extraños.
(Cuando dejamos la secundaria ninguna otra cosa había muerto
para entender que nosotros habíamos muerto igual.)

En nuestros aviones nuevos, con nuestra nueva tripulación,
bombardeábamos los campos de tiro junto al desierto o la costa,
disparábamos a blancos de arrastre, esperábamos a ver nuestras marcas —
y nos convertimos en refuerzos y despertamos
una mañana, sobre Inglaterra, listos para operar.

No era diferente: pero si moríamos
no era por accidente sino por error
(pero un error muy fácil de cometer).
Leíamos el correo y contábamos nuestras misiones —
en bombarderos con nombres de muchachas, incendiábamos
las ciudades de las que habíamos aprendido en la escuela —
hasta que se nos agotaba la vida. Nuestros cuerpos quedaban
entre la gente que habíamos matado y que jamás habíamos visto.
Cuando durábamos lo suficiente nos daban medallas;
cuando moríamos decían: “Nuestras bajas son pocas.”

Ellos decían: “Aquí están los mapas”; nosotros quemábamos las ciudades.
Eso no era morir — no, jamás fue morir;
pero la noche en que morí soñé que estaba muerto,
y las ciudades me decían: “¿Por qué estás muriendo?
Nosotras estamos satisfechas, si tú lo estás; pero, ¿por qué morí yo?”

Randall Jarrell, Estados Unidos, 1914-1965
Versión © Gerardo Gambolini
imagen: Dresde, 1945



Losses

It was not dying: everybody died.
It was not dying: we had died before
In the routine crashes — and our fields
Called up the papers, wrote home to our folks,
And the rates rose, all because of us.
We died on the wrong page of the almanac,
Scattered on mountains fifty miles away;
Diving on haystacks, fighting with a friend,
We blazed up on the lines we never saw.
We died like aunts or pets or foreigners.
(When we left high school nothing else had died
For us to figure we had died like.)

In our new planes, with our new crews, we bombed
The ranges by the desert or the shore,
Fired at towed targets, waited for our scores —
And turned into replacements and woke up
One morning, over England, operational.

It wasn't different: but if we died
It was not an accident but a mistake
(But an easy one for anyone to make.)
We read our mail and counted up our missions —
In bombers named for girls, we burned
The cities we had learned about in school —
Till our lives wore out; our bodies lay among
The people we had killed and never seen.
When we lasted long enough they gave us medals;
When we died they said, “Our casualties were low.”

They said, “Here are the maps”; we burned the cities.
It was not dying — no, not ever dying;
But the night I died I dreamed that I was dead,
And the cities said to me: “Why are you dying?
We are satisfied, if you are; but why did I die?”