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domingo, 10 de marzo de 2013

Carlos Drummond de Andrade






Huerta de los repollos,
huerta del jiló,
huerta de la lectura,
huerta del pecado,
huerta de la evasión,
huerta del remordimiento,
huerta del caracol y del sapo y del trozo
de cuenco de color guardado como recuerdo,
huerta de echarme en el suelo y poseer la tierra,
y de poseer el cielo, cuando la tierra me cansa.



En la ambigua intimidad
que nos conceden
podemos andar desnudos
delante de sus retratos.
No reprueban ni sonríen
como si en ellos la desnudez fuera mayor.



La casa se vendió con todos los recuerdos
todos los muebles todas las pesadillas
todos los pecados cometidos o en vías de cometerse
la casa se vendió con su batir de puertas
con su viento aprisionado su vista del mundo
sus imponderables
por veinte, veinte millones.


Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Versiones © Gerardo Gambolini
imagen: s/d


Litania da horta

Horta dos repolhos, / horta do jiló, / horta da leitura, / horta do pecado, / horta da evasão, / horta do remorso, / horta do caramujo e do sapo e do caco / de tigela de côr guardado por lembrança, / horta de deitar no chão e possuir a terra, / e de possuir o céu, quando a terra me cansa.


Os mortos

Na ambígua intimidade / que nos concedem / podemos andar nus / diante de seus retratos. / Não reprovam nem sorriem / como se neles a nudez fosse maior.


Liquidação

A casa foi vendida com todas as lembranças / todos os móveis todos os pesadelos / todos os pecados cometidos ou em via de cometer / a casa foi vendida com seu bater de portas / com seu vento encanado sua vista do mundo / seus imponderáveis / por vinte, vinte contos.


martes, 16 de octubre de 2012

Carlos Drummond de Andrade






Algunos años viví en Itabira.
Principalmente nací en Itabira.
Por eso soy triste, orgulloso: de hierro. 
Noventa por ciento de hierro en las calzadas.
Ochenta por ciento de hierro en las almas.
Y ese enajenarse de lo que en la vida es porosidad y comunicación.

La gana de amar, que me paraliza el trabajo,
viene de Itabira, de sus noches blancas, sin mujeres y sin horizontes.

Y el hábito de sufrir, que tanto me divierte,
es dulce herencia itabirana.

De Itabira traje prendas diversas que ahora te ofrezco:
este San Benito del viejo santero Alfredo Duval;
esta piedra de hierro, futuro acero del Brasil;
este cuero de anta, extendido en el sofá de la sala de visitas;
este orgullo, esta cabeza baja...

Tuve oro, tuve ganado, tuve haciendas.
Hoy soy funcionario público.
Itabira es apenas una fotografía en la pared.
¡Pero cómo duele!


Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Rodolfo Alonso
Imagen: estatua de Drummond de Andrade en Itabira




Y así nos dejó nuestro amigo Aníbal M. Machado:
con la gentileza de costumbre,
de los cercanos despidiéndose sereno, a los distantes
mandando recuerdos.
            Recibió a la muerte como recibía a los amigos, a los
viajeros y a los perseguidos políticos en la casa blanca de
Visconde de Pirajá.
            La muerte se sentó en la mejor poltrona, probó el 
batido de maracuyá, animadamente conversaron; noches y
noches.
            Hablaron del Rio das Velhas, que él llevaba en el 
bolsillo, porque era montañés de la orilla del agua, alegre,
diferente de los comprovincianos;
           de Nova Granja y Vassouras, estaciones de relax; del
desván de la calle Tupis de Belo Horizonte, en cuyo sótano
él se llamó Antonio Verde y ensayó sus primeras magias.
          Pues dicen que fue ofcial de gabinete, promotor 
público, profesor de literatura, ofcial de la 5ª Circunscripción
del Registro Civil; 
           pero lo que fue justa y exclusivamente es mago no
sindicalizado,
           y para percibir esa condición bastaba reparar en su
figura pequeñita, eléctrica, de elfo benigno,
           y en las palabras delante de la voz, palomas apuradas.
           Una de sus magias, y no de las voluminosas, fue
llegar cerca de los 70 pareciendo no tener aliento para 20;
           y mientras los otros distribuyen sus dolencias, él
distribuía su sensualidad saludable de vivir y de interesarse
estética y concretamente por la vida;
la vida, en su totalidad; en movimiento, forma y 
pintura, en carne, hueso, injusticia, amor;
la vida que él quería limpia y vivible para todos
(pero eso ya no depende de los magos).
Así, a muchos ayudó a vivir, y a no sé cuántos salvó
de sí mismos, del tedio, de la soledad y de la sequedad, 
pues todo él era una casa, con mesa puesta y luz
encendida, 
para el desesperado y el ebrio,
            probando que la ciudad no es laberinto del infierno
si en ella florecen el domingo feérico dentro del domingo,
la paciencia y la sonrisa.
Entonces, sabiendo de eso y de alguna otra cosa, la
muerte no podría asustarlo ni humillarlo, 
pues ya lo probara de modos diversos, inclusive en
el avión del que se desprendió la hélice,
y en cuyo interior, él, sin flaquear, amparó al
compañero de piernas mutiladas, en agonía.
Es que, llegada la hora, la muerte fue una visita
entre otras, al hombre que recibía doscientas mil visitas,
inclusive a las molestas, y no era presidente de nada.
Y así fueron dialogando, él con su boina, ella con su
hoz escondida.
Aquí afuera llegaba el eco apagado de la conversación.
(En la ventana del sanatorio, el ramo de flores, mensaje
al mundo.)
            A una palabra de Selma, de Lúcia o de Lucas, nos
enterábamos de que todo se cumplía con simplicidad y
decencia,
a la manera de los Machado; y pensábamos en las
seis Marías: Celina, Clara, Ana, Luisa, Ethel, Araci;
especialmente en María Clara, obra maestra de Aníbal,
que le pasó la vara de prodigios;
en los cuentos, en los poemas, en las llamadas telefónicas,
en Chaplin, su hermano mayor, en João Ternura, su
hermano más joven;
y sentíamos que, postrado en la cama y conducido al
despojamiento final,
él continuaba siendo el más joven, el más alegre de
todos,
de suerte que no sabemos todavía si murió efectivamente
o si es apenas una de sus magias.


Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Rodolfo Alonso


viernes, 30 de diciembre de 2011

Carlos Drummond de Andrade





El último día del año
no es el último día del tiempo.
Otros días vendrán
y nuevos muslos y vientres te comunicarán el calor de la vida.
Besarás bocas, rasgarás papeles,
harás viajes y tantas celebraciones
de aniversario, graduación, promoción, gloria,
dulce muerte con sinfonía y coral,
que el tiempo quedará repleto y no oirás el clamor,
los irreparables aullidos
del lobo, en la soledad.

El último día del tiempo
no es el último día de todo.
Queda siempre una franja de vida
donde se sientan dos hombres.
Un hombre y su contrario,
una mujer y su pie,
un cuerpo y su memoria,
un ojo y su brillo,
una voz y su eco,
y quien sabe si hasta Dios…

Recibe con simplicidad este presente del acaso.
Mereciste vivir un año más.
Desearías vivir siempre y agotar la borra de los siglos.
Tu padre murió, tu abuelo también.
En ti mismo mucha cosa ya expiró, otras acechan la muerte,
pero estás vivo. Una vez más estás vivo.
Y con la copa en la mano
esperas amanecer.

El recurso de embriagarse.
El recurso de la danza y del grito,
el recurso de la pelota de colores,
el recurso de Kant y de la poesía,
todos ellos… y ninguno resuelve nada.

Surge la mañana de un nuevo año.

Las cosas están limpias, ordenadas.
El cuerpo gastado se renueva en espuma.
Todos los sentidos alerta funcionan.
La boca está comiendo vida.
La boca está atascada de vida.
La vida escurre de la boca,
mancha las manos, la vereda.
La vida es gorda, oleosa, mortal, subrepticia.

Carlos Drummond de Andrade
Versión de Rodolfo Alonso
imagen: Broken glass, óleo de Todd Ford (2008-9) 


Passagem do ano

O último dia do ano
não é o último dia do tempo.
Outros dias virão
e novas coxas e ventre te comunicarão o calor da vida.
Beijarás bocas, rasgarás papéis,
farás viagens e tantas celebrações
de aniversário, formatura, promoção, glória, 
doce morte com sinfonia e coral,
que o tempo ficará repleto e não ouvirás o clamor,
os irreparáveis uivos
do lobo, na solidão.

O último dia do tempo
não é o último dia de tudo.
Fica sempre uma franja de vida
onde se sentam dois homens.
Um homem e seu contrário,
uma mulher e sua memória,
um olho e seu brilho,
uma voz e seu eco,
e quem sabe até se Deus...

Recebe com simplicidade este presente do acaso.
Mereceste viver mais um ano.
Desejarias viver sempre e esgotar a borra dos séculos.
Teu pai morreu, teu avô também.
Em ti mesmo muita coisa já expirou, outras espreitam a morte,
mas estás vivo.Ainda uma vez estás vivo,
e de copo na mão
esperas amanhecer.

O recurso de se embriagar.
O recurso da dança e do grito,
o recurso da bola colorida,
o recurso de Kant e da poesia,
todos eles...e nenhum resolve.

Surge a manhã de um novo ano.

As coisas estão limpas, ordenadas.
O corpo gasto renova-se em espuma.
Todos os sentidos alerta funcionam.
A boca está comendo vida.
A boca está emtupida de vida.
A vida escorre da boca,
lambuza as mãos, a calçada.
A vida é gorda, oleosa,mortal,sub-reptícia.



viernes, 11 de noviembre de 2011

Carlos Drummond de Andrade




Tristeza en el cielo

En el cielo también hay una hora melancólica.
Hora difícil, en que la duda también penetra las almas.
¿Por qué hice el mundo? Dios se pregunta
y se responde: No sé.

Los ángeles lo miran con reprobación,
y caen plumas.

Todas las hipótesis: la gracia, la eternidad, el amor
caen, son plumas.

Otra pluma, el cielo se deshace.
Tan manso, ningún fragor denuncia
el momento entre todo y nada,
o sea, la tristeza de Dios.

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Rodolfo Alonso
imagen: estatua de Drummond de Andrade en Copacabana.


Tristeza no céu

No céu também há uma hora melancólica.
Hora difícil, em que a dúvida penetra as almas.
Por que fiz o mundo? Deus se pregunta
e se responde: Não sei.

Os anjos olham-no com reprovação,
e plumas caem.

Todas as hipóteses: a graça, a eternidade, o amor
caem, são plumas.

Outra pluma, o céu se desfaz.
Tão manso, nenhum fragor denuncia
o momento entre tudo e nada,
ou seja, a tristeza de Deus.


La santa

Sin nariz y hacía milagros.

Llevábamos alimentos, limosnas
dejábamos todo en la puerta
mirábamos
petrificados

¿Por qué Dios es horrendo en su amor?

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Rodolfo Alonso


A santa

Sem nariz e fazia milagres.

Levávamos alimentos, esmolas
deixávamos tudo na porta
mirávamos
petrificados.

¿Por que Deus é horrendo em seu amor?


Los hombros soportan el mundo

Llega un tiempo en que no se dice más: Dios mío.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en que no se dice más: mi amor.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el rudo trabajo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres llaman a tu puerta, no abrirás.
Quedaste solo, la luz se apagó,
pero en la sombra tus ojos resplandecen enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes sufrir.
Y nada esperas de tus amigos.

Poco importa que venga la vejez, ¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y él no pesa más que la mano de una criatura.
Las guerras, las hambres, las discusiones dentro de los edificios
prueban apenas que la vida prosigue
y que no todos se liberaron aún.
Algunos, hallando bárbaro el espectáculo,
pereferirían (los delicados) morir.
Llegó un tiempo en que nada se gana con morir.
Llegó un tiempo en que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Rodolfo Alonso


Os Ombros Suportam o Mundo

Chega um tempo em que não se diz mais: meu Deus.
Tempo de absoluta depuração.
Tempo em que não se diz mais: meu amor.
Porque o amor resultou inútil.
E os olhos não choram.
E as mãos tecem apenas o rude trabalho.
E o coração está seco.

Em vão mulheres batem à porta, não abrirás.
Ficaste sozinho, a luz apagou-se,
mas na sombra teus olhos resplandecem enormes.
És todo certeza, já não sabes sofrer.
E nada esperas de teus amigos.

Pouco importa venha a velhice, que é a velhice?
Teu ombros suportam o mundo
e ele não pesa mais que a mão de uma criança.
As guerras, as fomes, as discussões dentro dos edifícios
provam apenas que a vida prossegue
e nem todos se libertaram ainda.
Alguns, achando bárbaro o espetáculo,
prefeririam (os delicados) morrer.
Chegou um tempo em que não adianta morrer.
Chegou um tempo em que a vida é uma ordem.
A vida apenas, sem mistificação.


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Carlos Drummond de Andrade




El culo, qué gracioso

El culo, qué gracioso.
Está siempre sonriendo, nunca es trágico.

No le importa lo que hay
al frente del cuerpo. El culo se basta y sobra.
¿Existe algo más? Tal vez los senos.
Aunque –murmura el culo– a esos muchachos
aún les queda mucho que estudiar.

El culo son dos lunas gemelas
en rotundo meneo. Anda por sí
en la cadencia mimosa, en el milagro
de ser dos en uno, plenamente.

El culo se divierte
por cuenta propia. Y ama.
En la cama se agita. Montañas
que se yerguen, se desploman. Olas batiendo
en una playa infinita.

Ahí va sonriendo el culo. Va feliz
en la caricia de ser y balancearse.
Esferas armoniosas sobre el caos.

El culo es el culo,
requeteculo.

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Traducción de Ricardo Bada
imagen: mujeres de arena, Copacabana


A bunda, que engraçada

A bunda, que engraçada.
Está sempre sorrindo, nunca é trágica.

Não lhe importa o que vai
pela frente do corpo. A bunda basta-se.
Existe algo mais? Talvez os seios.
Ora – murmura a bunda – esses garotos
ainda lhes falta muito que estudar.

A bunda são duas luas gêmeas
em rotundo meneio. Anda por si
na cadência mimosa, no milagre
de ser duas em uma, plenamente.

A bunda se diverte
por conta própria. E ama.
Na cama agita-se. Montanhas
avolumam-se, descem. Ondas batendo
numa praia infinita.

Lá vai sorrindo a bunda. Vai feliz
na carícia de ser e balançar.
Esferas harmoniosas sobre o caos.

A bunda é a bunda,
rebunda.


Vida menor

La fuga de lo real,
más lejos aún, la fuga de lo fantástico,
más lejos del todo, la fuga de uno mismo,
la fuga de la fuga, el exilio
sin agua y sin palabra, la pérdida
voluntaria de amor y memoria,
el eco
ya sin corresponder al llamado, y éste que se disipa,
la mano volviéndose enorme y desapareciendo
desfigurada, todos los gestos finalmente imposibles,
si no inútiles,
lo innecesario del canto, la limpieza
del color, ni brazo a mover ni uña creciendo.
No la muerte, sin embargo.

Sino la vida: captada en su forma irreductible,
ya sin ornamento o comentario melódico,
vida a que aspiramos como paz en el cansancio
(no la muerte)
vida mínima, esencial; un comienzo; un sueño;
menos que tierra, sin calor; sin ciencia ni ironía;
lo menos cruel que se pueda desear: vida
en que el aire, no respirado, aun así me envuelva;
ningún gasto de tejidos; ausencia de ellos;
confusión entre mañana y tarde, ya sin dolor,
porque el tiempo ya no se divide en partes; el tiempo
eludido, domado.
No lo muerto ni lo eterno o lo divino,
sólo lo vivo, lo pequeñito, callado, indiferente
y solitario vivo.
Eso busco.

Carlos Drummond de Andrade, Brasil, 1902-1987
Versión © Gerardo Gambolini



Vida menor

A fuga do real,
ainda mais longe a fuga do feérico,
mais longe de tudo, a fuga de si mesmo,
a fuga da fuga, o exílio
sem água e palavra, a perda
voluntária de amor e memória,
o eco
já não correspondendo ao apelo, e este fundindo-se,
a mão tornando-se enorme e desaparecendo
desfigurada, todos os gestos afinal impossíveis,
senão inúteis,
a desnecessidade do canto, a limpeza
da cor, nem braço a mover-se nem unha crescendo.
Não a morte, contudo.

Mas a vida: captada em sua forma irredutível,
já sem ornato ou comentário melódico,
vida a que aspiramos como paz no cansaço
(não a morte),
vida mínima, essencial; um início; um sono;
menos que terra, sem calor; sem ciência nem ironia;
o que se possa desejar de menos cruel: vida
em que o ar, não respirado, mas me envolva;
nenhum gasto de tecidos; ausência deles;
confusão entre manhã e tarde, já sem dor,
porque o tempo não mais se divide em seções; o tempo
eludido, domado.
Não o morto nem o eterno ou o divino,
apenas o vivo, o pequenino, calado, indiferente
e solitário vivo.
Isso eu procuro.