Leyendo Una visión de Yeats en el Oliver St John Gogarty *
Irlanda es un país muy húmedo.
Cerveza y vómito, semen y pis.
En el baño de abajo una inglesa
tiene sexo con dos irlandeses.
Aquí arriba en la cocina, los chinos se ríen
y los lavaplatos polacos miran fruncido.
Yo empiezo mi breve descanso,
así que puedo volver a Una visión de Yeats.
Me gusta fumar y leer unos versos
y dejar que sus palabras den vueltas por mi cabeza.
Es extraño pensar que todos nosotros,
los polacos, los chinos y yo,
alguna vez fuimos niños con relucientes camisas blancas
con pequeñas bufandas rojas alrededor del cuello
cantando canciones de Esperanza y Progreso
sin saber que éramos La Bestia
a la que tanto temían por aquí
que casi bloqueábamos la luz.
Pero la Bestia está muerta
y hemos salido arrastrándonos como gusanos
de su piel fría.
Mi descanso terminó,
de nuevo a trabajar.
Tengo que bajar cerveza,
enormes barriles como píldoras de acero
que hay que meter a la fuerza por la garganta de la serpiente
que llena las calles de Temple Bar.
Ya no hay ninguna oscuridad en el mundo.
La luz brilla en cada esquina.
Yo no puedo dormir, no puedo soñar.
Como un siervo letonio del medioevo, espero
algo que esperar.
* Tradicional pub de Dublín, ubicado en el barrio de Temple Bar. El nombre del bar honra a Oliver Joseph St John Gogarty, médico, cirujano, narrador y poeta irlandés que sirviera de inspiración para el personaje de Buck Mulligan, en el Ulises de Joyce.
Mikelis Norgelis, Riga, Letonia, 1960. Reside en Dublín, Irlanda.
Traducción del letón al inglés por Michael O’ Loughlin
versión en español © Gerardo Gambolini
imagen: Oliver St John Gogarty
Reading Yeat’s A Vision in the Oliver St John Gogarty
Ireland is such a wet country.
Beer and vomit, semen and piss.
In the downstairs toilet an English woman
is having sex with two Irish men.
Up here in the kitchen the Chinese giggle
And the Polish porters glower.
Me, I am starting my coffee break
So I can return to my Yeat’s A Vision.
I like to smoke and read a few lines
And let his words roll round my head.
Strange to think that all of us
The Poles, the Chinese and me
Once wer children in shining white shirts
With little red scarves around our necks
Singing songs of Hope and Progress
Not knowing we were The Beast
They feared so much over here
That we almost blotted out the light.
But the Beast is dead and
We have come crawling like vermin
Out of its cold fur.
Now my break is over,
And it’s back to work, I
Have to bring down some beer,
Huge barrels like steel pills
To be forced down the throat of the serpent
Which fills the streets of Temple Bar.
There is no longer any darkness in the world.
The light shines in every corner.
I cannot sleep, I cannot dream,
like a medieval Latvian serf I wait
for something to wait for.
Una oda al capitalismo
Estaba muy bien para Pablo Neruda,
Mayakovsky y todos esos camaradas
escribir sus Odas a los Obreros: ellos tenían
metalúrgicos stakhanovitas,
conductores de tractores rojos que labraban suelo virgen.
¿Pero qué hay de mí? ¿Cómo voy a alabar
al operador del call-center,
al barista del hotel boutique,
al agente inmobiliario que les alquila tugurios a eslovacos?
Yo me siento aquí ocho horas por día con mi uniforme azul
en la caja registradora del Tesco,
tratando de pensar un nombre
para lo que hago en realidad.
Mis compañeros se llaman Mariska o Muhammad,
no sé dónde viven,
no sé qué comen.
Todo lo que sé es que somos sacerdotes de una casta inferior
de la iglesia más grande que la historia jamás ha visto.
La gente viene a la baranda del altar,
nosotros imponemos nuestras manos sobre los frutos de la tierra
y se los damos de vuelta a la gente que los produjo,
bendecidos, santificados, pagados.
No, no tengo ganas de escribirle una oda a gente como yo.
Como sea, hay una fiesta en un piso de Baggot Street
y el tipo de Brasil tiene una yerba realmente buena.
Mikelis Norgelis, Riga, Letonia, 1960. Reside en Dublín, Irlanda.
Traducción del letón al inglés por Michael O’ Loughlin
versión en español © Gerardo Gambolini
An Ode to Capitalism
It was all very good for Pablo Neruda,
Mayakovsky and all those comrades
To write their Odes to Labour: they had
Stakhanovite steelworkers,
Drivers od red tractors breaking virgin soil.
But what about me? How am I to praise
The call centre operative,
The barista in the boutique hotel,
The estate agent renting out boxes to Slovaks?
I sit here eight hours a day in my blue uniform
At the cash register in Tesco’s
Trying to think a name
For what I actually do
My co-workers are called Mariska or Muhammad
I do not know where they live
I do not know what they eat.
All I know is we are low caste priests
In the greatest church that history has ever seen
The people come to the altar rail,
We lay our hands on the fruits of the earth
And give them back to the people who made them
Blessed, sanctified, paid for.
No, I don’t feel like writing an ode to people like myself.
Anyway, there’s a party in a flat in Baggot Street
And the guy from Brazil has some really good dope.
lunes, 10 de mayo de 2010
Mikelis Norgelis
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