Los años embellecieron mi rostro
Con recuerdo de amores
Y colgaron en mi cabeza frágiles hilos de plata
Hasta que fui muy bella.
En mis ojos se reflejan
Los paisajes.
Y los caminos que pasé
Allanaron mis pasos
Cansados y hermosos.
Si me vieras ahora
No reconocerías tu ayer-
Voy hacia mí
En los rostros que buscaste en vano
Cuando yo iba hacia ti.
Leah Goldberg, Könisberg, 1911 – Jerusalem, 1970
Traducción de María Pérez Valverde
imagen: commons.wikimedia.org
Estoy en medio del desierto
y ni siquiera tengo una estrella
El viento no me habla
y la arena no guarda mis huellas.
.............................................................
Grité, Contéstame.
No me contestó.
Llamé a la puerta. Äbreme.
No me abrió.
Afuera, la noche ardiente y ciega.
Fui a llamar a otra puerta.
Grité, Contéstame.
No me contestó.
Llamé a la puerta. Äbreme.
No me abrió.
Afuera, la noche ardiente y ciega.
Fui a llamar a otra puerta.
Susurré, Contèstame.
No me contestó.
Supliqué. Abreme.
No abrió.
Por la mañana el rocío cubría la muralla
y así me encontraron sus guardianes.
.................................................................
Tres días su recuerdo no se movió de mí.
Al cuarto, rebané el pan.
Al cuarto, abrí la aurora.
Al cuarto, vi el mar.
Al cuarto supe que el mar
es hermoso y azul su grandeza.
Y con la brisa salada,
el aroma del mar no probó mis lágrimas.
y ni siquiera tengo una estrella
El viento no me habla
y la arena no guarda mis huellas.
.............................................................
Grité, Contéstame.
No me contestó.
Llamé a la puerta. Äbreme.
No me abrió.
Afuera, la noche ardiente y ciega.
Fui a llamar a otra puerta.
Grité, Contéstame.
No me contestó.
Llamé a la puerta. Äbreme.
No me abrió.
Afuera, la noche ardiente y ciega.
Fui a llamar a otra puerta.
Susurré, Contèstame.
No me contestó.
Supliqué. Abreme.
No abrió.
Por la mañana el rocío cubría la muralla
y así me encontraron sus guardianes.
.................................................................
Tres días su recuerdo no se movió de mí.
Al cuarto, rebané el pan.
Al cuarto, abrí la aurora.
Al cuarto, vi el mar.
Al cuarto supe que el mar
es hermoso y azul su grandeza.
Y con la brisa salada,
el aroma del mar no probó mis lágrimas.
Leah Goldberg, Könisberg, 1911 – Jerusalem, 1970
Fuente: http://foro.elaleph.com
sin mención del traductor